Aerolíneas, después de La Cámpora

Aerolíneas, después de La Cámpora

Costantini encontró la caja con poco dinero y pidió auxilio al Tesoro; sorpresas, pedidos y desvinculaciones

Entre Navidad y Año Nuevo, los vuelos de Aerolíneas Argentinas a Miami despegaron llenos. En medio de tanto optimismo por la ocupación hubo un perspicaz ejecutivo que decidió controlar los pasajeros que pasaban a business o a primera, los upgrade, como se los conoce en la jerga. Pero la pesquisa no fue fácil. No había registro de venta de pasajes con ese plus. Fue el momento del ingenio. El hombre mandó a controlar los menúes consumidos en el viaje. La cuenta lo escandalizó: alrededor de 8% del avión había disfrutado de las bondades de la cabina espaciada. Y sin pagar, o por lo menos, sin que Aerolíneas Argentinas haya percibido ingreso alguno.

La anécdota ilustra lo que sucede estos días en la línea aérea. Allí todo está en revisión y las sorpresas aparecen por todos lados. La libertad para entregar pases a clases superiores sorprendió a la nueva gestión. Históricamente esa facultad fue un gran negocio para muchos que en connivencia con agencias de viaje, vendían el pase al confort aéreo por un precio menor al que cobraba la compañía. La duda que sobrevuela es saber si era demagogia aérea o negocio.

Fueron horas de conocimiento de la compañía las primeras de la CEO de la empresa, Isela Costantini. Según cuentan, la caja estaba floja de efectivo y ya fue necesario pedir un adelanto de dinero al Tesoro. Ya llegó el auxilio de subsidios que según se dice en la empresa llegó a 100 millones de dólares. Los gastos en plena temporada son tantos como los pasajeros. Los números, los rojos sobre todo, saltaron a la vista. Se deben leasing -contratos mediante los que llegan la gran mayoría de los aviones- desde hace varios meses. En septiembre Aerolíneas se puso al día para no generar ruidos ni problemas en plena campaña. Desde entonces, ya no hubo más pagos. Las cuotas de octubre, noviembre y diciembre estarían impagas.

También se deben algunos pagos de Cámara de Compensaciones (clearing house) de la IATA, la asociación internacional que reúne a las empresas aerocomerciales de todo el mundo. La empresa volvió a este sistema en 2011, después de años en los que estuvo excluida.

Ya se tomaron decisiones importantes. La gestión de Mariano Recalde había firmado la compra de tres Boeing 737 nuevos. Los sucesores se valieron de una cláusula contractual y tomaron un tiempo para revisar los términos de la compra. De esta manera, además, postergan el pago un tiempo. También los preocupa la compra de dos Airbus 320 ya que aún no tienen un banco que los financie.

El contrato que más sorprendió es el que firmó Aerolíneas con la empresa rosarina Sol Líneas Aéreas hace sólo un par de meses. El acuerdo es simple. Sol trae aviones desde España que le entrega Air Nostrum, una compañía valenciana que opera asociada a Iberia. A cambio la empresa española se quedó con el 40% de Sol. Hasta ahí, operación de mercado. Esos aviones, similares en prestaciones a los Embraer de Austral, cubren rutas que vende Aerolíneas. La pregunta que se hacen cerca de Costantini es por qué esos tramos no se programan con los aviones propios ya que, según surge de la auditoría que hizo la consultora Oliver Wayman, vuelan menos de lo que podrían. Eso no es todo: Aerolíneas le asegura a su socia una determinada cantidad de pasajes, se hayan vendido o no, algo así como un seguro. ¿Por qué se contrató a Sol si hay aviones y capacidad para que esos vuelos los haga Aerolíneas? ¿Cuál es el riesgo comercial de Sol si Aerolíneas le asegura el pago de los pasajes aunque el avión esté vacío? Algunas de las preguntas que se hace la nueva gestión.

Mientras, la ejecutiva recorrió la empresa. Aeroparque, Ezeiza, los talleres de mantenimiento, cargas y, ayer, el call center y la oficina comercial de Perú 2. Fue parte del programa de inducción. Se hizo tiempo para saludar a un comandante que se jubilaba. Lo esperó en su último vuelo, ceremonia que antes se cumplía religiosamente con cada piloto que llegaba a ese momento cúlmine de su carrera. Con los años, aquella recepción oficial pasó a ser organizada por el gremio en soledad. Hubo algún sindicalista que se molestó con el gesto, al que calificó como "demagógico". Siempre hay excusa para mantener la queja como bandera.

La imagen que le quedó a la ejecutiva de su recorrida, cuentan en su entorno, no fue la mejor. Notó problemas graves en áreas sensibles como los hangares y los sectores de talleres, especialmente en Ezeiza. Justamente el organizador del tour, Christian Landriscina, un camporista que era gerente de Producción y Compras, no terminó la semana en la empresa. Costantini prefirió reemplazarlo anteayer. Algo similar ocurrió con ex colaboradores cercanos de Recalde. Cuentan que un chofer y una secretaria del abogado laboralista no están más en la compañía.

Además, ya asoma una vieja e inconducente pelea que enfrentó, y enfrenta, a los empleados de Aerolíneas Argentinas con los de Austral, en especial a los pilotos. Fueron estos últimos los que jugaron su primera carta el 4 de ete mes. En una nota firmada por Alejandro Botana -numerada como 133/16-, pidieron mayor protagonismo de la firma: "La conducción anterior, y de manera premeditada, intentó a lo largo de su gestión relegar a la marca Austral".

Después, viene el pedido concreto: que se incorporen aviones más grandes. "No puede escapar a este análisis la génesis que derivó en la actual flota de aeronaves con la que cuenta Austral en donde se evidenció la inexistencia de un análisis serio de mercado y factibilidad para seleccionar el módulo más conveniente, tornando en la actualidad a la flota Embraer 190 ineficaz (costo/beneficio) en impráctica para muchos segmentos que le toca cubrir", concluye el párrafo de la nota

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