La apuesta electoral de los sindicatos

La apuesta electoral de los sindicatos

Mientras Juan Carlos Schmid y Héctor Daer se postulan desde el sector del PJ ligado a Florencio Randazzo, Carlos Acuña lo hace desde el Frente Renovador. Pero los dirigentes intermedios estiman que las bases están más cerca del kirchnerismo.

 

Las organizaciones gremiales no están exentas del enrevesado proceso de unidad que atraviesa el peronismo. Sectores de la dirigencia sindical intermedia sostienen que es fruto de “la inexistencia de un proyecto unificador tanto político como sindical”. En ese escenario, sostienen, no es extraño entonces que el triunvirato conductor de la CGT pugne por acceder a una banca legislativa y, por ejemplo, distraiga la lucha sindical que se esperaba luego de un exitoso paro general como el de abril pasado. Juan Carlos Schmid y Héctor Daer simpatizan con Florencio Randazzo y Carlos Acuña es cercano a Sergio Massa. Por ahora, los tres son precandidatos y tienen en común la duda de si sus bases acompañan sus preferencias o, como sospechan, hay un kirchnerismo latente.

Históricamente, las centrales obreras jugaron un rol importante dentro del esquema electoral y de gobierno del peronismo. Con más o menos suerte, con más o menos cantidad, el sindicalismo siempre tuvo su representación en las legislaturas nacionales y provinciales, incluso municipales. En este último año y medio, luego de la derrota de 2015, en la CGT existe la percepción de que la responsabilidad de la llegada de Mauricio Macri al gobierno está más en la pata política del peronismo –apuntan al kirchnerismo– que en las bondades del entonces candidato del PRO. Pero, como suele ocurrir a menudo, es más fácil ver la paja en el ojo ajeno.

Las organizaciones gremiales no están exentas del enrevesado proceso de unidad que atraviesa el peronismo. Sectores de la dirigencia sindical intermedia sostienen que es fruto de “la inexistencia de un proyecto unificador tanto político como sindical”. En ese escenario, sostienen, no es extraño entonces que el triunvirato conductor de la CGT pugne por acceder a una banca legislativa y, por ejemplo, distraiga la lucha sindical que se esperaba luego de un exitoso paro general como el de abril pasado. Juan Carlos Schmid y Héctor Daer simpatizan con Florencio Randazzo y Carlos Acuña es cercano a Sergio Massa. Por ahora, los tres son precandidatos y tienen en común la duda de si sus bases acompañan sus preferencias o, como sospechan, hay un kirchnerismo latente.

Históricamente, las centrales obreras jugaron un rol importante dentro del esquema electoral y de gobierno del peronismo. Con más o menos suerte, con más o menos cantidad, el sindicalismo siempre tuvo su representación en las legislaturas nacionales y provinciales, incluso municipales. En este último año y medio, luego de la derrota de 2015, en la CGT existe la percepción de que la responsabilidad de la llegada de Mauricio Macri al gobierno está más en la pata política del peronismo –apuntan al kirchnerismo– que en las bondades del entonces candidato del PRO. Pero, como suele ocurrir a menudo, es más fácil ver la paja en el ojo ajeno.

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Por caso, algunos dirigentes (con algunos años más en la vida sindical) sostienen que también hay que mirar dentro del universo gremial. Aseguran que no hubo mucho compromiso como en otros momentos cuando llegó la hora de “militar el voto”. Entre otros efectos negativos que provocó esa derrota electoral colocan la inexplicable falta de iniciativa que muestra la actual conducción luego del paro del 6 de abril. “Por lo menos se debería haber elaborado un plan de acción mínima que mantenga la presión que provocó el paro”, aseguran por lo bajo los operadores gremiales. No es errada la lectura si se recuerda que el paro se produjo luego de tres grandes movilizaciones de las cuales dos habían sido convocadas por los gremios: la marcha docente y la de la CGT. Pero después del paro nada más sucedió. Uno de los triunviros suele repetir, fuera de micrófono y a modo de justificativo, que la tarea de convencer a los afiliados para realizar la medida de fuerza fue desgastante y compleja porque “los compañeros no estaban muy convencidos”. Raro, porque el día de la marcha frente al Ministerio de la Producción el grito que exigía la fecha del paro provenía de la militancia gremial y no de ocasionales transeúntes.

Por lo pronto, Daer que, tras alejarse sindicalmente del gobierno de Cristina Kirchner fue acercándose políticamente a la estructura partidaria de Massa y a través suyo accedió a un curul en Diputados, ha decidido intentar renovar su mandato pero ahora bajo el paraguas de Randazzo. Es, por lo menos, un regreso a un espacio más peronista que el que gira alrededor del ex intendente de Tigre.

El otro triunviro, Carlos Acuña, no abandonó el FR e intentará renovar su banca de diputado provincial. Familiares suyos también participarán del comicio, siempre desde el massismo, pero a nivel municipal.

Schmid, en tanto, hará su primera prueba en Santa Fe. Ya había sido tentado por el senador Omar Perotti pero rechazó el convite. A su regreso de Israel , donde visitó a organizaciones sindicales hermanas, las propuestas de lanzarse a la arena política le llovieron y esta vez se animó. Claro, antes consultó con su histórico líder sindical, Hugo Moyano. El camionero le dio la bendición y Schmid llamó a Perotti para “comunicarle” que será precandidato. El hombre del sindicato de Dragado y Valizamiento tendrá que enfrentar al ex diputado del FpV Agustín Rossi, pero también a una lista que se está armando en Rosario y donde participan una serie de dirigentes sindicales locales que, entienden algunos analistas gremiales, le reducen a Schmid las posibilidades de hacer una buena elección en las primarias. 

El triunviro, en tiempos no lejanos, supo ser un hombre cercano al gobierno kirchnerista pero cuando Moyano se alejó del FpV lo acompañó sin chistar. Ahora, Schmid dice que fue fruto de la relación “turbulenta” con CFK. Ya en campaña, sostiene que “el adversario político es el que está enfrente. Sin embargo, pienso que los que nos llevaron al país al naufragio no pueden ser quienes conduzcan ahora”.

La aventura legislativa de la dirigencia sindical tiene un detalle que da cuenta de la estrategia elaborada. Las candidaturas no cuentan con el respaldo de las federaciones, las que congregan a los sindicatos de una misma rama, que las mantiene exentas de cualquier responsabilidad pero no de los beneficios que puedan surgir. Ahora, el otro detalle que destacan estos dirigentes intermedios de la CGT es el modo en que observan a estas elecciones legislativas: sostienen que dejaron de ser “un paso intermedio” hacia las presidenciales de 2019, como podría suponerse, para transformarse en “comicios bisagra” que determinarán el devenir del plan económico del gobierno de Mauricio Macri y, sobre todo, del ajuste ya prometido para después de octubre. 

Entonces, en caso de que el ajuste y sus consecuencias para los sectores del trabajo se concreten, la inactividad reivindicativa de la CGT no parece lo más favorable para el trabajador y los sectores menos protegidos de la sociedad.

Más allá de las opciones electorales de las conducciones sindicales nadie se anima a afirmar que los afiliados los respaldarán a la hora del voto. Por caso, la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), que conduce Antonio Caló, ya hizo su profesión de fe a favor de Randazzo. Pero nada es tan homogéneo como parece ya que, más allá de lo que dijo su conductor, los dirigentes de la juventud sindical de la UOM participaron de reuniones y pequeños actos que se realizaron en el kirchnerista Instituto Patria. Eso es un dato que no descuidan las conducciones y será que eso llevó a Caló a no participar del acto de lanzamiento que realizó el ex ministro de Interior y Transporte en un hotel cercano a la Casa Rosada. Por si acaso, envió a otros dirigentes al acto.

Por otra lado, la Uocra, que conduce Gerardo Martínez, tiene una relación un tanto distante de lo que ha comenzado a definirse como “randazzismo”. Su gente reconoce que el ex ministro “no convoca ni enamora porque no es líder”, pero afirman que algunos dirigentes sindicales se le acercan para “satisfacer algunas necesidades”. En todo caso, le critican algunas actitudes que consideran contradictorias, como que su jefe de campaña, Alberto Fernández, impulse la competencia en primarias en la provincia de Buenos Aires pero en la Capital Federal promueva la lista unidad. De todas formas, y más allá de que algunos dirigentes de la Uocra consideran que CFK no debería ser candidata para estas elecciones, se sienten mucho más cerca de ella que de su contrincante. 

La definición de los frentes electorales y la elaboración e inscripción de las listas es inminente, acercando de esta manera el fin de las especulaciones y, sobre todo, cómo jugarán las bases sindicales, a las que, a regañadientes, algunos dirigentes gremiales intuyen más cerca del “pasado” kirchnerista.

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