Boca lo desinfló en el segundo...

Boca lo desinfló en el segundo...
Momentáneamente la serie quedó 2 a 1, a favor del xeneize. Registradas en tres enfrentamientos entre ambos.
A saber:

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El 23 de septiembre del año pasado, de local el equipo de Sergio Busiglio con el autogol del riogalleguense José Ocampo, se impuso por la mínima diferencia.

Idéntico marcador en el encuentro correspondiente a la segunda rueda, a favor del globo.

Y con la de ayer, coincidencia y regalo, muletilla utilizada por ese master en conducción televisiva, durante la década del 90, Berugo Carambola.

A diferencia de aquel encuentro en que el xeneize lució más que ayer, en que no le sobró demasiado. Solo la actitud, basada en una desenfrenada insistencia por lograr el desesperado grito de gol, en la boca llena del cordobés y cantor, de Juan Manuel Cortez, luego de que una maltratada pelota aérea le cayó y en una especie de media tijera, o algo que se le parezca, pudo quebrar la resistencia segura de un Hernán Marcó, golero del globo que no defeccionó en cada situación de las escasas que les tocó intervenir, porque la producción del local, al menos en los 45 iniciales fue pobrísima. Y si usted estuvo en la agradable tarde pueblerina, seguramente avalará lo que afirmó.

Que indudablemente, en el libre ejercicio democrático de las apreciaciones, se puede estar de la misma vereda, o en su defecto en la de en frente.

La prioridad era no perder: Con esa premisa, afrontó la contiende la visita. Confiando la misma a un cuatro, cuatro, dos. Rígido y expeditito. A través de la seguridad y fortaleza física de Cristian Cuffaro y del soldado de mil batallas, como lo es Facundo Tromer. Cortando todos los intentos del xeneize, cuando a la carga barraca llegaba el colorado Sosa, o encaraba el chaqueño Emmanuel Barbosa, que no tuvo una feliz actuación, salvo un remate cruzado a poco de incidirse el encuentro por arriba del larguero de Marcó.

Dos laterales. Uno, con autorización de atravesar por su andarivel, el peaje de la media cancha.

Iván Calfu. En tanto que Traficante, se ocupó de cancelar los posibles desbordes de un intermitente Gastón López, lejos de lo producido el sábado en tierras trelewenses.

El globo lo ató en el medio: El juego, que podía desarrollar el auriazul a través de los volantes creativos y de buen pie, entiéndase, Cortez y Barbosa. Función, cumplida a la perfección, por la pareja de Martín Subiabre y Charlotte, Enzo.

Entonces, obligaba al xenesize, tan pronto se hacía del balón, bochazo con destino al colorado Sosa o al mocionado Gastón.

O bien, a las habituales proyecciones del brasileño Dalmeyda, curiosamente impreciso, a la hora de la cesión de la pelota, en el clásico desborde pisando la raya.

Intentos, desbaratados, por la firme labor de los centrales comodorenses. Quienes jugaron con dos volantes, por las bandas, tratando de ser el nexo entre ellos y los dos hombres de avanzadas: Alexis Canario, en cuyos pies, especialmente en el segundo tiempo, tuvo dos claras para marcar. En una, tras centro al ras del piso de su compañero de ataque, Pablo Romano. Y una bolea de Jorge Barrera, que pasó cerca del poste izquierdo del seguro Cristian Moyano.

Cuando pudo safar: En base a algunas individualidades, Boca arrimó algo de peligro hacia el arco de Marcó.

Un cabezazo de Germán Sosa y dos ocasiones vía Juan Manuel Cortez.

De cabeza a las manos del uno visitante y un tiro cruzado, que casi se mete.

Pero nada más, para un primer tiempo deslucido y anodino. Con pocas aproximaciones ofensivas por ambos lados.

Aunque, el principal beneficiado era la visita, que transitoriamente se llevaba lo que venía a buscar.

La definición: La reprimenda imaginable del entrenador boquense, al menos en la mayor decisión, de adelantarse en el campo de juego. Y, con la variante introducida, en el ingreso de un delantero, Mario Avila, en lugar del central Cristian Di Pangrazzio, demostraba la urgente ambición de ganar el partido. No obstante, pasó algunos sofocones defensivos por el adelantamiento en el campo adversario, en la que sin tocar el balón Cristian Moyano, protagonizó algún que otro revolcón.

Perseverante Boca, se fue en busca de ese gol salvador y con el ingreso del juvenil Elisardo Ayala, ganó en profundidad por el sector izquierdo en tres cuartos de cancha. Y de sus pies, derivó la jugada, del gol de Juan Manuel Cortez.

A esa afortunada instancia, la sucedieron otras en los pies del brasileño D´ Almeida, pero a lo igual que en el primer tiempo, levantó el remate final.

Boca, para nada terminó a toda orquesta, y nada que se le parezca. Aprovechó el lógico adelantamiento del comodorense, pero no pudo ampliar.

El equipo de Busiglio lo ganó corriendo y luchando, jamás jugando.

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