A caballo del ajuste

A caballo del ajuste

Andrés Rodríguez lleva 28 años al frente del elefante UPCN. “Oficialista serial”, antropólogo y miembro de la Rural, ama cabalgar y pactar con los gobiernos. Macrismo y peronismo del medio.

En la cúpula de la CGT, todavía lo recuerdan. Cuando Mauricio Macri llegó a la presidencia y comenzó a cortar sin anestesia los contratos que había aprobado Cristina Kirchner en el Estado antes de irse, Andrés Rodríguez Larrea estaba en otro mundo. No porque no esperara el hachazo de Cambiemos o porque no estuviera en la calle con su gremio para decirles no a los despidos, sino porque descansaba en Londres, una de sus ciudades preferidas, en unas vacaciones que se prolongaron hasta bien entrado el comienzo del gobierno de la alianza.

Casi tres años después, Rodríguez vuelve a ser un sindicalista vital para Macri. El jefe de UPCN es uno de los gremialistas más cercanos al Gobierno, de diálogo directo con el Presidente y con la indudable capacidad de ofrecer soluciones. Quedará demostrado, una vez, con el bono de 5.000 pesos y el adelanto de 10% en las paritarias que se firmará este viernes en el Ministerio de Producción, que domina ya por completo Dante Sica.

Como durante el menemismo que tanto defendió, Rodríguez quedará ahora asociado al cambio de época que representa Macri en el Estado como partícipe necesario de un ajuste fenomenal en el poder adquisitivo de los empleados estatales, que venían perdiendo desde los últimos años del kirchnerismo y ahora pierden mucho más. Cambiemos lo hace posible: un curioso romance con el sindicalista ejemplar que representa al Estado tan viciado.

Amante de los caballos, apodado “El Centauro”, miembro de la Sociedad Rural, “Andrés” figura entre los hombres del peronismo que desprecian lo políticamente correcto. Durante los años del Frente para la Victoria en el poder, aportó el testimonio gráfico de una cartera Louis Vuitton que exhibió sobre la mesa en una discusión sobre salarios. Pero, dicen los que lo conocen, es apenas un botón de muestra.

Amante de los caballos, apodado “El Centauro”, miembro de la Sociedad Rural, “Andrés” figura entre los hombres del peronismo que desprecian lo políticamente correcto.

A los 67 años, Rodríguez integra el lote de los llamados gremios independientes, que acostumbra a torcer el rumbo de las decisiones en el Consejo Directivo de la CGT. Sus movimientos coinciden siempre con los de José Luis Lingeri y Gerardo Martínez, inoxidables que comparten con Andrés dos características: sus orígenes duros en el peronismo ortodoxo y su tránsito redituable por la década del ‘90.

Como Martínez, Rodríguez se sumó a la desregularización de las obras sociales y creó Unión Personal y Accord Salud. De esa cantera, surgieron cuadros importantes como Sergio Cassinotti, el actual titular del PAMI que había sido designado antes por Daniel Scioli en IOMA. Caso aparte, Cassinotti también tuvo su rol como representante de la Cámara de Droguerías.

“Son oficialistas seriales. Era de lo más cercano con Cristina, era lo más cercano con Duhalde, era lo más cercano con Ruckauf. Él no tiene la culpa de que cambien los gobiernos. Es una cercanía que va de la complicidad a la sociedad en las políticas de ajuste”, le dijo a Letra P Hugo “Cachorro” Godoy, el secretario general de ATE nacional.

PURO DIÁLOGO. El CV que exhibe Rodríguez indica que es antropólogo social y su ficha de filiación muestra que comenzó a trabajar en el Estado en 1973, con apenas 22 años. En 1990, ganó por primera vez la conducción nacional del sindicato junto al platense Carlos Quintana, su mano derecha. En junio pasado, fue reelecto por sexta vez de manera consecutiva como secretario general de UPCN y tiene mandato hasta 2022. Representa a unos 350.000 afiliados en todo el país y ofrece prestaciones de salud a 750.000 personas a través de Unión Personal, según informa en su página web.

“Es un oficialista serial. Él no tiene la culpa de que cambien los gobiernos.” (Hugo “Cachorro” Godoy)

Ultra menemista, de acceso preferencial al actual senador en su tiempo de gloria, Rodríguez también logró atravesar sin dramas la era kirchnerista. Su capacidad para llevarse bien con gobiernos de distinto signo le facilita las cosas. Nunca se preocupó, por ejemplo, por la intención de un sector de Cambiemos para incluir a los gremialistas en la ley de ética pública, con la obligación de presentar sus declaraciones juradas.

El ladero de Rodríguez, Quintana, cuenta con su propio reconocimiento por haber sido jefe de la CGT bonaerense durante varios años y diputado provincial. Pero, además, por haber sido detenido en 2011 cuando intentaba viajar en Buquebushacia Uruguay con 45.000 dólares, una costumbre de algunos experimentados líderes sindicales.

Con una estructura gremial presente en todo el país, su peso fundamental está concentrado en la Ciudad y la provincia de Buenos Aires. Junto con su pertenencia a la Sociedad Rural, “El Centauro” tiene otro rol que lo distingue: forma parte de la mesa de conducción del PJ porteño, una cáscara vacía que, sin embargo, le genera beneficios indudables. Grandes logros, como haber trabado una relación de confianza con el ex alcalde porteño que llegó a presidente de la Nación. Pero, también, cuestiones menores, como haber designado un delegado en la Auditoría de la Ciudad de Buenos Aires, Adriano Jaichenco. Gente de convicciones inalterables, Rodriguez y Jaichenco no atienden a la denuncia de la minoritaria oposición porteña al macrismo, que acusa a la Auditoría de ser la escribanía del PRO para avanzar con leyes y negocios inmobiliarios. 

Pese a que hoy se exhibe como aliado incondicional de Macri, Rodríguez nunca sacó los pies del plato del PJ durante la década ganada. No lo hizo, pese a que su filosofía le indicaba otra cosa. Los memoriosos todavía recuerdan que, apenas Néstor Kirchner perdió con Francisco De Narváez, Andrés emitió un prematuro certificado de defunción del kirchnerismo en la mesa del PJ y pidió el regreso de su amigo Miguel Ángel Toma al ámbito de las decisiones. No pudo ser, claro. Sin embargo, ese vínculo nunca se alteró.

Ahora mismo, el jefe de la SIDE durante el interregno de Eduardo Duhaldepromociona el apoyo económico de Andrés Rodríguez para la candidatura de Marco Lavagna en la ciudad, con la camiseta del PJ del medio y el respaldo de Miguel Ángel Pichetto.

Nombrado por Macri director en Siderar en representación del Estado, Toma parece haber desviado su camino de la epopeya amarilla de regreso a la quimera del peronismo racional, tal vez, con el envión anímico del legendario Carlos Grosso. El acuerdo más amplio de ese PJ con el Gobierno que denuncia el kirchnerismo parece incluir, también en este punto, a Rodríguez y a UPCN, que ofrecerían su estructura económica.

Unidos por una misma lógica con el portero Víctor Santa María, un aliado esencial de Horacio Rodríguez Larreta en la ciudad, “El Centauro” forma parte de una conducción del PJ en la que también hace sinergia el amigo Juan Manuel Olmos. Todos entienden que hacer oposición al macrismo es en vano y resulta mucho más provechoso quedarse con un grupito de legisladores y algunos cargos en la cuna de Macri.

A CABALLO DEL AJUSTE. Este fin de año, Andrés Rodríguez Larrea estará doblemente satisfecho. Podrá exhibir un bono paliativo ante el derrumbe del poder adquisitivo, junto con el tradicional desfile que organiza UPCN.

Cuentan sus amigos que la pasión del gremialista amigo del Presidente por los caballos es genuina. El jefe de los estatales es dueño de caballos criollos, practica equitación y se declara fanático de la montura. Pero, además, atesora en sus campos recados criollos de oro y plata. Con ellos, ha ganado más de un premio en el difícil ámbito de la Sociedad Rural. No sólo eso: junto a la Agrupación Criolla Argentina, cada 6 de diciembre, “El Centauro” suele organizar un desfile en distintos lugares del país.

Sin embargo, el bono de 5.000 pesos y el adelanto paritario que acordó Rodríguez con Sica y Triaca  -en uno de sus últimos actos de gestión- no alcanzará a compensar la debacle del salario real que afecta a los trabajadores estatales.

“Si se tiene en cuenta un salario promedio de 27.500 pesos y una inflación que va a terminar entre el 47 y el 50%, este año con la paritaria de 15% el Gobierno nos ha quitado 92.700 pesos”, afirma Hugo Godoy.

El secretario general de ATE sostiene que los empleados de la administración pública perdieron tres salarios en el año. “Desde que asumió Macri, nos han robado seis sueldos. Hemos perdido más de tres salarios este año, en 2017 perdimos dos y en 2016, uno. Nos han robado seis salarios en tres años de gobierno”, agrega.

Además, consigna que la actitud de UPCN ha sido de “silencio” ante los 35 mil despidos que hubo en el Estado nacional desde el arribo de Cambiemos y de “complicidad” ante la rebaja salarial.

La disputa entre el minoritario ATE y el mayoritario UPCN es histórica y se incrementa en momentos de crisis. Por eso, desde el gremio que tiene 45.000 afiliados que son empleados de la administración nacional (310.000 en todo el país) y forma parte de la CTA reclaman una compulsa de padrones porque consideran que están desactualizados. Desde que regresaron las paritarias, durante el gobierno de Kirchner, UPCN quedó con una representación proporcional del 70% y ATE, con una del 30%.

De llegada preferencial a los inquilinos de la Casa Rosada, Rodríguez no se preocupa. Lidera uno de los gremios más grandes de la CGT, se jacta de no haber sufrido escisiones durante sus casi tres décadas como jefe sindical y sostiene que sus afiliados se distinguen por la formación profesional. La gran masa precaria de contratados del Estado que no pasan a planta permanente, en cambio, no es admitida por su conducción y queda a la intemperie, sometida a la voluntad del gobierno de turno. 

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