CGT: sin candidatos e ignorada por Macri rediscute su futuro

CGT: sin candidatos e ignorada por Macri rediscute su futuro

Apartados de las listas y sin involucrarse en la definición del nuevo salario mínimo, la central pierde peso de lobby y se aproxima a una reformulación.

 

La marginación en las listas para las próximas elecciones dejó a la CGT sumida en su peor momento desde la reunificación, en agosto pasado, y con un horizonte cada vez más próximo de reformulación de su estructura con la vuelta de sectores hoy apartados de su vida interna. A la indiferencia del peronismo la central sindical sumó, como agravante, la del Gobierno en el sendero de medidas económicas y, sobre todo, en el Consejo del Salario de esta misma semana. 

El desaliento atraviesa todos los sectores internos. La paradoja es que se trata de una etapa de una integración de los espacios mayoritarios y casi sin fisuras de la CGT, y con un Gobierno no peronista que avanzó en varias ocasiones contra prerrogativas de trabajadores y organizaciones gremiales. Incluso en ese escenario el debate por una respuesta gremial por parte de la mayor organización obrera de la Argentina está virtualmente ausente y no hay dirigentes de primera línea que promuevan medidas de fuerza hasta después de las elecciones.

Pasados el cierre de las listas y el Consejo del Salario hasta ayer no estaba prevista una reunión del Consejo Directivo, el paso lógico de deliberación en estos casos. Los únicos sectores con agitación interna son los que todavía tienen pendiente resolver sus paritarias, como el sindicato de Camioneros, de Hugo Moyano.

El diagnóstico ya estaba claro para la cúpula de la central a principios de mes, cuando varios de sus referentes se cruzaron en la ciudad suiza de Ginebra para participar de una nueva conferencia de la Organización Internacional del Trabajo. Una cena con la participación de uno de los miembros del triunvirato de conducción, un líder de un sector hoy apartados de la jefatura y varios abogados laboralistas discurrió sobre esos tópicos. Los presentes, según reconstruyó este diario, coincidieron en que están contadas las horas de la estructura del trío que integran Héctor Daer, Juan Carlos Schmid y Carlos Acuña, y que cerca de las elecciones se hará indispensable una nueva jefatura bajo la modalidad unipersonal más habitual. 

La respuesta de la política a la CGT no hizo sino confirmar esa tesis. Ninguno de los triunviros será candidato a pesar de que todos ellos habían llegado a las horas previas al cierre de listas con expectativas concretas por parte de sus respectivos espacios partidarios. Daer terminó por cederle su lugar al intento de reelección de Oscar Romero, a pesar de que el gremio de ese dirigente (mecánicos, Smata) le dio la espalda en las últimas semanas. Schmid, por su parte, se bajó de la interna peronista de Santa Fe. Ambos lo hicieron con la misma lógica: postularse con la actual división del partido sólo agrandaría las diferencias entre las distintas vertientes. El otro triunviro, Acuña, desistió de buscar otro mandato como diputado provincial en favor de su esposa. 

Con el correr de las horas se asentó la perspectiva de que la política le perdió el respeto al sindicalismo, en teoría "la columna vertebral del movimiento". El caso más palpable es el de Cristina de Kirchner, que le entregó tres lugares con expectativa a dirigentes no orgánicos de la CGT: Vanesa Siley, de un gremio de judiciales sin reconocimiento pleno; Hugo Yasky, de la CTA, y el curtidor Walter Correa, de la Corriente Federal no alineada con el triunvirato. La misma lógica corre para Sergio Massa, que marginó por completo de sus nóminas a los postulantes que le había ofrecido Hugo Moyano, aliado de último momento del frente 1País. 

Mientras que Florencio Randazzo se desligó de la elección de su postulante por el sector gremial y lo dejó en manos del Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA), que orienta Omar Viviani. La opción por Romero no estuvo exenta de fricciones en vista de su enfrentamiento con el Smata, que también pasó por alto Randazzo. En la actividad cansina de los últimos días en Azopardo 802 circulaba una reflexión común: si le fuera excelente a los candidatos de extracción sindical en las próximas elecciones, de todos modos le iría horrible a la CGT. 

El último golpe para la central obrera fue que el Gobierno decidiera obviar a las organizaciones obreras en el Consejo del Salario e impulsara una suba a su gusto (de 24% pero con sólo 10% de ajuste para este año) hasta 10 mil pesos del piso de ingresos recién para julio del año que viene a través de un laudo, es decir de forma unilateral. Algunos dirigentes alegaban que había sido una forma acordada para evitarle a la CGT el costo político de un aumento avaro pero no tan cierto como eso es que jamás los sindicalistas lo hubieran dejado pasar livianamente en el Gobierno anterior.

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