En la Casa Rosada se esfuerzan por controlar la interna después de la media sanción

En la Casa Rosada se esfuerzan por controlar la interna después de la media sanción

Luego de la sesión de Diputados la primera respuesta oficial de Balcarce 50 buscó mostrar la prescindencia del presidente Mauricio Macri respecto al debate. El mensaje estuvo concentrado en controlar la interna inestable que atraviesa al oficialismo, tanto en el Congreso, como dentro del Ejecutivo.

 

“Si fuera por nosotros, buscaríamos que el Senado trate el proyecto de interrupción del aborto en diciembre, y hasta entonces haríamos audiencias públicas en cada provincia para capitalizar el debate”, bromeó un funcionario de la Casa Rosada, para reflejar el entusiasmo del oficialismo ante la única noticia positiva que podían capitalizar políticamente, mientras la agenda pública del Gobierno empalidecía al calor de una nueva suba del dólar, que al cierre de esta nota, desembocó en el pedido de renuncia del titular del Banco Central, Federico Sturzenegger y su reemplazo por Luis “Toto” Caputo, hasta ahora ministro de Finanzas.

Luego de la sesión de Diputados, que duró casi un día, la primera respuesta oficial de Balcarce 50 buscó mostrar la prescindencia del presidente Mauricio Macri respecto al debate. El mensaje estuvo concentrado en controlar la interna inestable que atraviesa al oficialismo, tanto en el Congreso, como dentro del Ejecutivo, donde el gabinete nacional está integrado por ministros que hicieron lobby a favor del proyecto y otros que lo hicieron en contra.

Dentro del recinto de Diputados, la fractura de Cambiemos quedó expuesta al calor de los discursos de sus legisladores. Dentro de la Casa Rosada, la tensión continúa solapada, pero algunos ministros quedaron en evidencia. Es el caso de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, a quien le adjudican un activo “lobby” a favor del proyecto que obtuvo media sanción en Diputados. Lo mismo sucedió con el titular de Hacienda, Nicolás Dujovne, su par de Cultura, Pablo Avelluto y el ministro de Salud, Adolfo Rubinstein, que fue el principal defensor de la iniciativa, dentro y fuera del Gobierno.

Entre los detractores del proyecto, la figura del Gabinete que más rechazos cosechó dentro del Gobierno, es la vicepresidenta Gabriela Michetti, cuestionada por protagonizar un “innecesario” gesto que evidenció la fractura del entorno presidencial respecto al aborto. “No cayó bien la foto que hizo 'a favor de las dos vidas' de Gabriela, es la vicepresidenta de la Nación, ella es parte de este Gobierno, y debería haber respetado el criterio del Presidente”, espetó un alto funcionario ante las consultas de Tiempo.

A pesar de las críticas, Michetti no quedó sola dentro del pelotón de funcionarios que movió sus fichas para evitar la media sanción. Es acompañada por la titular de la cartera de Desarrollo Social, Carolina Stanley, que siempre planteó su desacuerdo, en línea con el discurso de la Iglesia, cuyos voceros insisten en la pertinencia de mejorar la educación para la prevención y perfeccionar las leyes de adopción.

Stanley es una activa militante católica, de estrecha cercanía con el papa Jorge Mario Bergoglio, y forma parte del “equipo social” del PRO, desde el primer mandato de Macri como jefe de Gobierno porteño, cuando nombró a la actual gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal como ministra de Desarrollo Social de la Ciudad Autónoma. A la escudería que encabezan Michetti y Stanley, se suma la diputada nacional Carmen Polledo, titular del Interbloque de Cambiemos y una de las más activas impulsoras de la campaña antiabortista, que coordinó discretamente con sus aliados del Gabinete.

A esa lista se suma el jefe de Gabinete Marcos Peña, que guardó el mismo silencio que Macri, aunque dentro de Balcarce 50 le adjudican una “resistencia ideológica” al aborto por cuestiones confesionales, que comparte con Polledo, a quien apoyó activamente para que expusiera sus posiciones en distintos debates del oficialismo.

En la “amplia avenida del centro”, que pertenece a los funcionarios que cambiaron de posición al calor del debate, estaría el ministro del Interior, Rogelio Frigerio. Por la mañana, fuentes vinculadas a la Iglesia Católica lo señalaron como uno “de los operadores” que siguió la sesión durante toda la noche. La versión fue desmentida por su entorno. “Es la primera vez que el Presidente le ató las manos y no le permitió incidir de ningún modo”, aclaró un funcionario del ala política, que Frigerio comparte, entre otros, con el titular de la Cámara de Diputados Emilio Monzó, el primero en advertirle al Presidente, que estaban ante un debate que no iban a poder frenar. Seis meses después, la foto de la Plaza de los Dos Congresos de la noche de este miércoles, le dio la razón.

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