De la ciudad al mundo: chicos demuestran que el agua sucia puede ser potable

De la ciudad al mundo: chicos demuestran que el agua sucia puede ser potable

Se trata de un grupo de alumnos de tercer grado del Instituto Juvenilia. Junto a uno de los padres, expusieron una mini planta potabilizadora que hace que el agua residual sea apta para consumo humano, utilizando una tecnología que se replica a gran escala a nivel global y que en el país es prácticamente ignorada.

El entusiasmo y la curiosidad innata de los chicos parecen no encontrar fin ni obstáculo. Cuando algo es lo suficientemente innovador, llamativo y atrayente, pocas cosas pueden interponerse entre los niños y sus deseos de aprender. Así lo demostró un grupo de niños del colegio Juvenilia, quienes, movidos por una profunda preocupación ambiental y por ansias de investigar, desarrollaron y presentaron una “mini planta potabilizadora” que permite recuperar el agua de efluentes.

Lucas, Benjamín, Facundo y Nicolás son los protagonistas de la historia. Ellos, junto a Alejandro Sturniolo, ingeniero y padre de uno de los chicos, se movilizaron estos últimos meses con el objetivo de demostrar que el agua contaminada, extraída, por ejemplo, de deshechos humanos, puede ser potabilizada hasta alcanzar el nivel de pureza del agua embotellada.

“Llevé a mi hijo y a uno de sus amigos a unas presentaciones que se hicieron el Auditorium, ellos querían estar conmigo y se interesaron aunque mucho no entendieron”, comenzó Alejandro, quien además trabaja en una compañía de reutilización de efluentes y de potabilización de agua de mar y es director de dos organizaciones internacionales relacionadas al tema. Luego de ese evento, llegaron las preguntas y los comentarios hacia maestras y compañeros, que derivaron en presentaciones para distintos cursos en el colegio.

“Los chicos estuvieron una hora preguntando y estuve una hora explicándoles acerca de la contaminación y de cómo teníamos que pensar en la contaminación porque para el 2050 las bacterias van a producir más muertes que el cáncer”, contó el ingeniero. Movidos por la preocupación, los alumnos decidieron presentar para la feria de ciencias una “máquina que ayuda al ciclo del agua”, completamente operada por ellos.

 

El día de la presentación, los cuatro chicos salieron a la calle a juntar toda el agua que pudieran encontrar estancada y en charcos. “Con eso, al final del proceso, salió agua potable que tomó la directora y sigue bien”, expresó Alejandro, entre risas.

La “máquina que ayuda al ciclo del agua” se utiliza a gran escala en todo el mundo, pero no de forma considerable en Argentina. “En el sur del país se paga 7 veces más el costo del agua de lo que saldría producirla de esta forma”, explicó, y agregó: “Con ese sistema, potabilizar mil litros de agua al mismo nivel de potabilidad o gusto que cualquier otra agua embotellada cuesta menos de 45 pesos los mil litros, así que no hay ninguna resistencia para que el día de mañana estemos tomando nuestros propios efluentes con mejor o superior calidad al agua que estamos tomando de nuestras canillas”.

El proyecto, que nació en Mar del Plata, busca expandirse a todo el país por medio de la colaboración con el Ministerio de Educación. Para los chicos, la experiencia fue “altamente gratificante” porque “generalmente se mide el éxito sobre si van a ser abogados, médicos, ingenieros o futbolistas, no por ser reconocidos por el medio ambiente”.

“Creo que todos hicimos un buen trabajo”, concluyó Alejandro.

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