Delincuentes disfrazados de dirigentes gremiales

Por Ana Vainman

Esta vez, las reiteradas disputas entre facciones enfrentadas de la UOCRA dejaron una víctima fatal.

Gritos, puteadas, corridas, empujones, piedrazos, golpes, tiros, olor a pólvora, confusión, sangre. No, no se trata de los lejanos enfrentamientos entre la policía y quienes se manifestaban contra el ex presidente ucraniano Viktor Yanukovich en la sangrienta Kiev. Tampoco de las escenas de una película del Far West. Son las lamentables imágenes que se reiteran una y otra vez en distintas regiones del país y que tienen siempre los mismos protagonistas: facciones de la Unión de Obreros de la Construcción de la República Argentina (UOCRA) enfrentándose entre ellos o peleando con otros sectores políticos o sindicales.

El último de estos choques fue el martes pasado en Villa Fiorito, donde dos grupos de la seccional Lomas de Zamora, que responden a dos dirigentes enfrentados, dirimieron sus diferencias montando una batalla campal en plena calle, causando un muerto y varios heridos.

UOCRA Lomas de Zamora se encuentra actualmente fracturada entre dos integrantes de la conducción, el actual secretario general Walter Leguizamón y el secretario de Organización, Luis Cardozo (herido durante los episodios de anteayer). En las últimas elecciones, ambos dirigentes supieron estar en la misma vereda, pero los intereses los enfrentaron. Ese enfrentamiento se traduce en intentos de cada una de las facciones de colocar en las obras a los afiliados que les responden.

Y eso es lo que ocurrió el martes en la planta depuradora de Fiorito. Como consecuencia de estos enfrentamientos ya hubo varias refriegas, especialmente en los últimos 45 días, y varias denuncias por parte de la empresa. Tan violenta se volvió la situación en Lomas que la conducción nacional de la UOCRA, a cargo de Gerardo Martínez, está evaluando intervenir la seccional.

Según consta en el acta labrada en la Comisaría 5ª de Lomas de Zamora, lo del martes fue un "enfrentamiento entre dos facciones de la UOCRA en el frente de un obrador, que dichas facciones se agreden arrojándose elementos contundentes y también disparos de arma de fuego, ello diera como saldo el fallecimiento de Adolfo Darío Avalos (38) y resultan lesionados Luis Cardozo (37), Marcelo Fernández (40), Andrés Noguera (29) y Alcides Noguera (64)".

El hecho fue caratulado como "homicidio en concurso con la premeditación de dos o más personas" y la causa está en manos del fiscal Juan José Vaello, titular de la Unidad Funcional de Instrucción Nº 5 de Lomas de Zamora, quien pidió la detención de cuatro personas, que fueron encontradas en un auto, en las inmediaciones del obrador, con gomeras y armas blancas. Los cuatro imputados fueron identificados por la policía con el actual secretario general de la seccional Lomas. Son argentinos, viven en el sur del Conurbano Bonaerense y son empleados. Entre los elementos incautados por la Policía Bonaerense se encontraron cinco vainas calibre 9 mm; cinco tacos de cartuchos de escopeta; 38 facas caseras; municiones caseras (trozos de hierro 8 mm para ser utilizados con gomera) y 55 bolitas.

En el acta policial se asegura que frente a la empresa Decavial Supercemento se manifestaba "por cuestiones gremiales" un grupo de trabajadores de la UOCRA que responde al actual secretario de Organizaciones de la seccional Lomas, Luis Cardozo. Dentro de la empresa había trabajadores que respondían al secretario general Leguizamón. Pero afuera, otro grupo adherente a Leguizamón se "apersonó" y allí se inició un "enfrentamiento a piedrazos, palazos y gomerazos, escuchándose además disparos de arma de fuego, generándose corridas y desbande de personas en distintas direcciones".

Ávalos recibió un disparo en el pulmón izquierdo y murió minutos después de llegar a la unidad de pronta atención de la zona.

Varios testigos aseguraron que no hubo presencia policial durante el enfrentamiento, pero en el acta se indica que había uniformados y que estaban dentro del móvil 49402, aunque no intervinieron sino que "solicitaron apoyo por la inferioridad numérica".

Pero dependiendo de quién se refiera a lo que allí ocurrió, la versión difiere.

Quienes responden a Leguizamón aseguran que los vinieron a atacar desde la facción de Cardozo, y viceversa. A estos dos actores hay que sumarle el rol del titular del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Construcción (SITRAIC), Víctor Grosi, quien carga las tintas sobre Martínez y asegura que el dirigente cercano al gobierno es el responsable de este y todos los otros hechos de violencia en los que la UOCRA estuvo involucrada.

Es que el último enfrentamiento de facciones de la UOCRA no es un hecho aislado.

En septiembre de 2013, por ejemplo, un empresario había denunciado que dirigentes de la UOCRA lo golpearon "salvajemente" durante una inspección en un edificio de la ciudad de Rosario. En esa ocasión, el sindicato negó las acusaciones. El contador Andrés Carballo responsabilizó directamente por el ataque al secretario adjunto del gremio en Rosario, Sixto Irrazábal, quien negó las acusaciones, aunque reconoció que estuvo en el edificio de la calle Cerrito para una inspección.

En diciembre de 2012, en la seccional Zárate de la UOCRA, un sector disidente de la conducción de entonces intentó tomar la sede por la fuerza y a mano armada. Así, se desencadenó un feroz enfrentamiento que dejó al menos tres heridos de bala. Los agresores eran desocupados –pero todavía relacionados con el sindicato– y opositores al liderazgo del secretario general, Julio González. Este grupo opositor desconocía el proceso electoral que se estaba desarrollando ese mismo día y en el que González buscaba renovar su mandato con una lista única que contaba con el respaldo de la conducción nacional de Martínez.

El de diciembre de 2012 fue el quinto enfrentamiento de ese año, en el que las internas del gremio se dirimieron a golpes y tiros. Historias calcadas se habían registrado en Florencio Varela, Chubut, Ushuaia y Río Negro. Y hacia atrás en la historia reciente las refriegas se encuentran a menudo.

Pero los hombres de la UOCRA no sólo protagonizan enfrentamientos entre facciones. Uno de los más recordados es el episodio del 17 de octubre de 2006, durante el traslado de los restos de Juan Domingo Perón a San Vicente: ahí, Juan "Pata" Medina, el hombre fuerte de la seccional platense de la UOCRA, se enfrentó en una batalla campal con una columna de camioneros de Pablo Moyano.

UOCRA y Camioneros volvieron a enfrentarse en las afueras del estadio de Almagro, el 14 de mayo de 2008. En abril de ese año, una patota de la UOCRA agredió con golpes, piedras y palos a docentes que protestaban a la vera de la Ruta 40, cerca de la localidad de 28 de Noviembre, en Santa Cruz.

Y el año pasado, un grupo de 15 personas, pertenecientes a la seccional conducida una vez más por el polémico "Pata" Medina, golpeó a jóvenes voluntarios, mayormente de La Cámpora, que brindaban ayuda por las inundaciones en una escuela de Tolosa.

De todos modos, la violencia no es excluyente de las facciones de la UOCRA. Ayer mismo, un motociclista fue golpeado salvajemente por manifestantes del Sindicato Unidos Portuarios Argentinos (SUPA), cuando intentaba sortear un piquete de trabajadores portuarios en el Puente Avellaneda. Las imágenes de lo que allí pasó son estremecedoras: el hombre agredido fue arrojado desde arriba del puente y tenía una pierna ortopédica que en medio de la refriega intentaron robarle. Pero además, su apremio por cruzar se debía a que llevaba en la moto a su mujer, embarazada y con pérdidas, para que la atendieran en una guardia.

Después de este penoso episodio, el titular del SUPA, Juan Corvalán, anunció que presentará su renuncia, pero lo que más llamó la atención es lo que reconoció el dirigente. Los agresores "no eran los laburantes", admitió, y dijo: "Tuvimos que traer gente porque teníamos una amenaza de una villa; la empresa los banca y sabíamos que nos iban a venir a reprimir."

Son muchísimas las denuncias de contratación de barras bravas, desocupados y matones por parte de los sindicalistas para ejercer presión, pero no había ocurrido hasta ahora que un dirigente sindical lo admitiera tan abiertamente como Corvalán.

El sindicalismo es repelido por una parte de la sociedad. Con sucesos como estos, no es de extrañar. La defensa de los derechos de los trabajadores se vapulea con cada golpe y con cada tiro y queda sepultada con cada muerto a manos de delincuentes disfrazados de dirigentes sindicales.

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