En Mar del Plata, se estima, hay más de 4000 costureras que se dedican a remallar cortar, bordar, estampar y planchar indumentaria que luego es comercializada por las grandes firmas a precios varias veces más altos que las sumas que pagan a cada trabajadora por terminar la prenda. Un ejemplo: Tejidos Genoa paga 67 pesos por cada suéter que se entrega –dejarlo en condiciones demanda dos horas-, pero luego se ofrece en la vidriera del local de la Peatonal a unos 3000 pesos.

Un detalle: la costurera recibe el dinero en negro y debe utilizar sus propios hilos, máquinas y hacerse cargo de los gastos de electricidad. Un negocio redondo para las firmas textiles que sólo tienen en regla a los 4 ó 5 empleados de planta que se ocupan de ajustar un botón, colocar una etiqueta o embolsar la mercadería.

“Hay gente que no llega a ganar ni mil pesos por semana pese a que trabaja  10 ó 12 horas por día. Muchos tienen miedo de que no les pasen más trabajo y por eso no dicen nada. La realidad es que si uno se queja por lo poco que pagan, seguro que atrás hay alguien que lo acepta por lo mismo o menos dinero. La necesidad de trabajo es muy grande”, contó a 0223 Mónica Basterrechea, secretaria general del Sindicato de Costureras, que en la actualidad nuclea a unas 700 trabajadoras.

Según dijo, el 90% de las personas que se dedican a la actividad lo hacen en “condiciones de precariedad”, situación que es aún más compleja en zonas rurales como Batán. “Hay casos en lo que te ofrecen ser monotributista pero de cada 10 prendas, te piden que factures solo 4”, advirtió y reparó en la necesidad de que se “aplique y respete” la ley 12.713, que regula el trabajo en domicilio. Con ese reclamo, incluso, se concentraron este lunes en la esquina de San Martín y Córdoba, en donde repartieron volantes.

En este marco, Basterrechea apuntó contra la Cámara Textil local, a quienes acusó de “contratar mano de obra barata” pese que “comercializan el 60% de la mercadería a todo el país”. “Se quejan de las importaciones pero después son los primeros en importar insumos. El plan es perfecto: compran afuera más barato, contratan mano de obra barata y lo venden a 1500, 2000 ó 3000 pesos”, analizó.

“Trabajar en casa es muy favorable para mujeres que tienen chicos o, incluso, familias con varios integrantes y que cuentan con varias máquinas. El problema es que antes una costurera cobraba por cada prenda el 10% del valor final y ahora, el 2%. La excusa es siempre la misma: que no se vende, que no se puede, que está todo parado y así, el único perjudicado es siempre el trabajador”, enfatizó.