Denuncian que hay unos 500 vareadores "esclavizados" en el Hipódromo de Palermo

Denuncian que hay unos 500 vareadores

La elite de los dueños de los costosos caballos de carrera tiene a la gran mayoría de los peones trabajando en negro. Si salen no pueden volver a entrar y pierden el trabajo. La mayoría vive en otras provincias o en barrios vulnerables. Al estar en negro no recibieron el ATP.

Se llaman vareadores, se dedican al cuidado de los caballos de carreras en el Hipódromo del barrio porteño de Palermo. Por protocolo de la Ciudad, si van o vienen de de sus viviendas tienen que quedarse aislados 15 días. El problema es que se encuentran hacinados hace 90 días, que en su gran mayoría están en negro y dependen de lo que les dé el dueño de los caballos.

Estar en la informalidad hace que no hayan podido ingresar al ATP para cobrar el salario complementario ni pudieron recibir ninguna ayuda estatal. Si estuvieran en blanco podrían cobrar el salario que corresponde a esa actividad, pero no es lo que le ocurre.

Se calcula que unos 3500 del total de 4000 vareadores que hay en el país, son no registrados. Muchos de ellos viviendo en condiciones infrahumanas. 

En Palermo, calculan que son unos 500 trabajadores, algunos con domicilio en este Hipódromo directamente y otros, son residentes de otras provincias. Esto implica que deben cumplir con el protocolo interjurisdiccional de la Ciudad, que los obligaría a aislarse 15 días cada vez que salieran.

Otro tema es que la mayoría vive en barrios vulnerables y les dijeron que temen que si van a sus casas y luego vuelven a trabajar, contagien a sus compañeros de Coronavirus. 

Un conocedor de la actividad asegura que los dueños de los caballos quieren que Ciudad flexibilice los protocolos y vuelvan las carreras. Los trabajadores quedan entre la espada y la pared, porque además, una parte de sus sueldos informales proviene de premios que sacan de las competencias.

En vez de ponerlos en blanco, pagarles un salario acorde a estar 24 horas por día pendientes de los caballos y organizar los protocolos internos para que puedan estar distanciados y seguros, los hacen hacinarse en situaciones de suma vulnerabilidad.

Martín, de 40 años, le pidió a Télam la reserva de su apellido porque los trabajadores se encuentran "amenazados" con suspensiones y hasta pérdida de las fuentes laborales.

"Recién hoy (por ayer), como todo esto se hizo público, nos dijeron que mañana van a abrir las puertas para que podamos salir. Vamos a ver si es cierto. Yo hace tres meses que no salgo a la calle, duermo en el piso y tenemos que pedir por favor a otros compañeros para que nos vayan a comprar lo que necesitamos", comentó.

Con 20 años de antigüedad laboral, Martín percibe un salario neto de 9.000 pesos por mes, se levanta a las 5 de la mañana, entrena a los caballos hasta el mediodía, luego les da de comer, los baña y a las 18 parte rumbo a su casa en la localidad bonaerense de San Martín, donde vive junto a su esposa, su hija y sus nietos.

"Estamos encerrados, nos sentimos como presos. Nuestros patrones, que son los dueños de los caballos, nos tratan bien pero las autoridades del hipódromo tomaron esa decisión, aunque ahora dicen que van a autorizar la salida", relató Martín.

"Muchas caballerizas le dan la comida a sus empleados y esos compañeros la comparte con todos. Sino se hace difícil conseguir alimentos porque nuestras familias tampoco se pueden acercar hasta el hipódromo por la cuarentena", explicó.

Martín advirtió luego las críticas condiciones de higiene del lugar: "Los baños son inmundos, no hay limpieza en el lugar. Los elementos de higiene que tenemos son sólo los que pudieron acercarnos los patrones y algunos familiares".

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