Dieron vuelta la paritaria, y ahora se discute para adelante, no por el salario perdido

Dieron vuelta la paritaria, y ahora se discute para adelante, no por el salario perdido

“Logramos que las paritarias se discutan por la inflación futura y no por la pasada, ese es uno de nuestros mayores éxitos en términos económicos”, dicen en la Casa Rosada. Cuando los precios subieron en 2016 un 36%, los acuerdos salariales están siendo firmados en un rango del 20%, más cerca de la pauta del 17% que pregona el Banco Central. Cláusula gatillo y productividad fueron dos conceptos que se sumaron este año a la discusión.

 

Ese giro, pasar la paritaria de un intento de recuperación del poder adquisitivo perdido a la intención de mantener el existente, fue una de las bases del Pacto de la Moncloa en la España de los años 70, explicó días atrás Ramón Tamames, uno de los arquitectos de esos acuerdos. Difícil pensar que su visita a Buenos Aires en este momento haya sido casual.

El “dulce” con el que el Gobierno buscó compensar a los gremios fue la cláusula gatillo, por la cual si la inflación se dispara por arriba de lo pactado en salarios, la discusión se reabre o se paga un reajuste en forma automática.

El 60% de las paritarias se firma en el período enero-junio, estiman en el ministerio de Trabajo. A hoy, más del 40% de los convenios ya están sellados, alcanzando a más de la mitad de los trabajadores, dado que algunos de los más grandes, como Comercio, fueron de los primeros en cerrarse. Por estas horas se avanza en la discusión de los metalúrgicos, sanidad y gastronómicos. Los primeros vienen haciendo ruido con paros y marchas. “Antonio Caló busca recuperar protagonismo, pero es el único sector que sigue con pérdida de empleo, recién en marzo tuvieron 500 trabajadores más”, señalan en Trabajo, esperando que ese razonamiento sea el que termine por viabilizar la discusión. En gastronómicos, el sindicato de Luis Barrionuevo, ya hubo un primer convenio, con una cifra planteada por los dirigentes de 24%, pero que para los funcionarios es en realidad un 22%.

“Es que muchas veces los dirigentes inflan un poco los acuerdos, hacen que las subas sean más altas para las categorías más bajas, y ese es el número que muestran -señalan en el Gobierno-, pero el número real al que se están cerrando las paritarias es 20/22 por ciento”. Dato al margen: luego de la marcha de marzo y el paro de abril, la CGT volvió a sentarse con el ministro Jorge Triaca sin hacer ruido. "Vamos despacito, como la canción de Fonsi", bromean en el Gobierno.

Los ministros Jorge Triaca y Rogelio Frigerio, con la cúpula de la CGT, a fines del año pasado. Foto; DYN

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Marcelo Canton

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Jorge Triaca Ministerio de Trabajo CGT

“Logramos que las paritarias se discutan por la inflación futura y no por la pasada, ese es uno de nuestros mayores éxitos en términos económicos”, dicen en la Casa Rosada. Cuando los precios subieron en 2016 un 36%, los acuerdos salariales están siendo firmados en un rango del 20%, más cerca de la pauta del 17% que pregona el Banco Central. Cláusula gatillo y productividad fueron dos conceptos que se sumaron este año a la discusión.

Ese giro, pasar la paritaria de un intento de recuperación del poder adquisitivo perdido a la intención de mantener el existente, fue una de las bases del Pacto de la Moncloa en la España de los años 70, explicó días atrás Ramón Tamames, uno de los arquitectos de esos acuerdos. Difícil pensar que su visita a Buenos Aires en este momento haya sido casual.

El “dulce” con el que el Gobierno buscó compensar a los gremios fue la cláusula gatillo, por la cual si la inflación se dispara por arriba de lo pactado en salarios, la discusión se reabre o se paga un reajuste en forma automática.

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El 60% de las paritarias se firma en el período enero-junio, estiman en el ministerio de Trabajo. A hoy, más del 40% de los convenios ya están sellados, alcanzando a más de la mitad de los trabajadores, dado que algunos de los más grandes, como Comercio, fueron de los primeros en cerrarse. Por estas horas se avanza en la discusión de los metalúrgicos, sanidad y gastronómicos. Los primeros vienen haciendo ruido con paros y marchas. “Antonio Caló busca recuperar protagonismo, pero es el único sector que sigue con pérdida de empleo, recién en marzo tuvieron 500 trabajadores más”, señalan en Trabajo, esperando que ese razonamiento sea el que termine por viabilizar la discusión. En gastronómicos, el sindicato de Luis Barrionuevo, ya hubo un primer convenio, con una cifra planteada por los dirigentes de 24%, pero que para los funcionarios es en realidad un 22%.

“Es que muchas veces los dirigentes inflan un poco los acuerdos, hacen que las subas sean más altas para las categorías más bajas, y ese es el número que muestran -señalan en el Gobierno-, pero el número real al que se están cerrando las paritarias es 20/22 por ciento”. Dato al margen: luego de la marcha de marzo y el paro de abril, la CGT volvió a sentarse con el ministro Jorge Triaca sin hacer ruido. "Vamos despacito, como la canción de Fonsi", bromean en el Gobierno.

 

Un caso interesante de analizar es el de Aceiteros. El gremio plantea que el acuerdo fue arriba del 30%. “No se por qué firmamos ese número”, se quejó días atrás uno de los empresarios de más peso en esa industria. Según su análisis, fue la presión de los ejecutivos de ventas de las empresas, que querían evitar paros que frenasen los despachos.

Pero en la Casa Rosada ven las cosas de otra manera, y se quejan de los empresarios “presos de la calesita sueldos/precio, sueldos/precio”. O, dicho de otra manera, los que firman paritarias sin resistencia y luego intentan trasladar la diferencia al consumidor.

“Eso no va más”, dicen en Trabajo. Y así, podrían rechazar el acuerdo de aceiteros. “Las paritarias son libres, pero debemos ser responsables; la libertad tiene como límite a la gente que afecta”, añaden. En otras palabras, no van a permitir que un sector rompa el paradigma de paritarias en el rango del 20%. Y el acuerdo de aceiteros podría no ser homologado.

Es que los empresarios aplauden a María Eugenia Vidal en cada ocasión que pueden. Pero si ella se paró frente a los docentes y estableció el nuevo paradigma oficial (18% más cláusula gatillo), los empresarios se parecen más a Daniel Scioli: firmar para no tener conflicto.

Si Vidal en la provincia armó ese modelo, la Casa Rosada se adjudica la paternidad del segundo criterio que pretenden incluir en el debate: la productividad. A escala de discusión global, lo plantearon en el acuerdo de Vaca Muerta, que buscan replicar sector por sector. Como paritaria, le incluyeron a los estatales cláusulas de presentismo, que se aplican ya este año, y de productividad, que será con parámetros a definir, a partir de 2018. “Esto es muy novedoso, tenemos que lograr que el empleo público se evalúe por rendimiento”, dicen en el Gobierno.

En tanto, en la cúpula de la Casa Rosada se ilusionan con una idea más. Aseguran que las grandes empresas definieron su política de precios para el año incorporando una proyección de suba de salarios de 25/26%. Pero como los acuerdos están por debajo de ese número, “tendremos que ver precios que bajen”, se ilusionan. Habrá que verlo. Pero, en tanto, a la discusión paritaria ya la dieron vuelta.

 

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