Los empresarios más importantes del país dialogaron con sindicalistas en una inédita reunión virtual

Los empresarios más importantes del país dialogaron con sindicalistas en una inédita reunión virtual

Intentaron avanzar en consensos para la postpandemia y se mostraron de acuerdo en reducir la presión tributaria. La cumbre es un aporte para el ala dialoguista del Gobierno, pero puede ser vista como una conspiración por los sectores duros. La central obrera, el modelo opuesto al del "ejemplar" Moyano

 

¿Qué cara habrá puesto Alberto Fernández cuando se enteró de los resultados de la cumbre AEA-CGT? Esta vez, a diferencia de la foto que buscó el 9 de Julio, el Presidente no quedó en el centro de la imagen del inédito encuentro entre los dueños de las principales empresas del país y la cúpula cegetista, que incluso fue más allá de las formalidades que se esperaban.

Frente a un gobierno que convoca espasmódicamente a empresarios y sindicalistas a un diálogo que nunca avanza, la videollamada de este martes entre AEA y la CGT estuvo plagada de definiciones y de mensajes contundentes en medio de la incertidumbre sobre los resultados de la negociación de la deuda y de la confesión del primer mandatario de que no cree en planes económicos.

En la hora y media que duró el contacto (que fue precedido por numerosas conversaciones informales, hasta ahora desconocidas), la Asociación Empresaria Argentina y la Confederación General del Trabajo diseñaron un tablero de la reconstrucción económica que desde la Casa Rosada se muestran renuentes en desplegar. Diálogo, consensos básicos, la importancia de la actividad privada (en particular para la salida de la crisis), reducción de la reforma tributaria con equilibrio fiscal, inserción inteligente de la Argentina en el mundo mediante un resultado positivo en las decisiones con los acreedores externos. Casi un manual de lo que haría Alberto Fernández si no estuviera condicionado por su propia coalición de gobierno.

Del lado de la CGT participaron Héctor Daer y Carlos Acuña, junto a los sindicalistas Andrés Rodríguez (UPCN), Antonio Caló (UOM), José Luis Lingeri (Obras Sanitarias) y Gerardo Martínez (UOCRA). En tanto, por AEA estuvieron Paolo Rocca (Techint), Marcos Galperín (Mercado Libre) Sebastián Bagó (Laboratorios Bagó) Héctor Magnetto (Grupo Clarín), Cristiano Rattazzi (FCA Argentina), Luis Perez Companc (Grupo Perez Companc), entre otros.

Los protagonistas de la reunión se preocuparon por aclarar que, aunque crearán una comisión conjunta para elaborar propuestas, la intención no es armar un plan económico sino avanzar en ideas que serán elevadas luego al Presidente. Pero, ¿qué hará el Gobierno cuando las reciba? ¿Se animará a tenerlas en cuenta, atendiendo a la importancia estratégica de quienes las diseñaron? ¿Podrá desecharlas, como quizá le aconsejen las expresiones más duras del kirchnerismo?

Si Cristina Kirchner respondió a la foto del 9 de Julio de Alberto Fernández, el Grupo de los Seis y la CGT retuiteando una nota de Página 12 en la que se considera a esos empresarios como opositores al “proyecto de desarrollo nacional”, ¿qué dirá ante el iniciativa que unió a la CGT con dueños de compañías que son demonizados?

La cumbre AEA-CGT seguramente será interpretada por el fundamentalismo K como una suerte de conspiración contra el “modelo nacional y popular”, aunque visto desde la óptica moderada y acuerdista del Presidente puede ser el mejor aporte que recibió para contribuir a la reactivación del país desde que se agravó la crisis económica al calor de la cuarentena.

Los dirigentes cegetistas venían de almorzar este lunes con dos ministros (Claudio Moroni y Matías Kulfas), una viceminista (Cecilia Todesca, vicejefa de Gabinete) y la secretaria Legal y Técnica de la Nación (Vilma Ibarra), en un encuentro pactado para hablar una vez más sobre cómo podía instrumentarse el diálogo social para definir la post pandemia. “Pareció más de lo mismo. Pedimos canales orgánicos de participación y nos volvieron a prometer participar de la próxima reunión del gabinete socioeconómico, como están haciendo desde hace un mes”, confesó con amargura un directivo de la central obrera.

Frente a ese minué de promesas oficiales, la reunión con la AEA le dio a la CGT una herramienta para empezar a construir soluciones concretas ante la crisis, con un grado de pragmatismo que incluso podría tener fuertes repercusiones sindicales. Porque si los Moyano y los gremios K cuestionaron el acuerdo de la central obrera con la UIA para fijar un piso de negociación en las suspensiones del personal sin tareas, ¿qué dirán ahora que se alió a los dueños de las grandes empresas?

El contraste es notable: los dirigentes de la CGT trabajarán en propuestas para la recuperación económica y reivindicaron el sector privado de la mano de Rocca, Bulgheroni, Pagani, Pérez Companc y Galperín, mientras Hugo Moyano, el sindicalista “ejemplar” del Presidente, se dedica a bloquear con prepotencia la empresa más valiosa de la Argentina.

No es el único ejemplo de realismo sindical. Luis Barrionuevo, al frente de una columna de trabajadores de su gremio, marchará este jueves con los empresarios hoteleros y gastronómicos para reclamar soluciones ante la debacle del sector.

Sin empresas no hay trabajadores, repiten a coro algunos de los más importantes sindicalistas, preocupados por el abismo económico que se insinúa. Sin embargo, todavía quedan algunos dirigentes gremiales, lejanos a la ejemplaridad, que embisten, presionan y hostigan a un empresariado al que debería irle bien para que la crisis no se lleve más empleos.

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