Escape de la inviabilidad o sentencia al abismo

Escape de la inviabilidad o sentencia al abismo

Barcos fresqueros se irán a pescar langostino el mes que viene. Solo los estibadores advierten que se perderán 1,8 millones de cajones. La conserva sufre con las importaciones que no paran de crecer mientras que desde el Estado no se cae una idea.

El domingo comienza la prospección de langostino en aguas nacionales.Un grupo de buques tangoneros recorrerán el área para evaluar los niveles de abundancia del marisco. Es como el check in antes de volar; un trámite indispensable para habilitar la zona de pesca al resto de la flota.

Y en ese grupo esperan ansiosos los buques fresqueros, costeros y de altura, que migrarán hacia las aguas patagónicas para participar de la única pesquería que hoy muestra niveles de rentabilidad que les permitan sobrevivir en estos tiempos de políticas económicas que incentivan la bicicleta financiera antes que la inversión productiva.

Como el debut de Maradona purrete, ante Talleres en la Paternal o el recital de Rod Stewart en el Minella, que con el correr de los años sigue creciendo las presencias en vivo, a medida que corren los días aumenta la cantidad de buques que abandonarán el puerto y desabastecerán a las plantas locales de merluza fresca y variado costero.

Los estibadores del SUPA que atienden la demanda en los muelles donde opera la flota fresquera fueron los primeros actores del escenario pesquero y portuario de Mar del Plata que prendieron la luz de alarma. Dijeron que serán como 60 barcos de entre 1800 y 2500 cajones los que emprenderán el viaje en busca de la salvación.

“Si pensamos que pueden hacer dos o tres viajes al mes”, calculó Carlos Mezzamico, el monotributista que oficia como Secretario General de los estibadores, “son 300 mil cajones al mes; 1,8 millones en los seis meses que durará la zafra”, advirtió el dirigente, que pidió que el Estado intervenga y se haga cargo del impacto que generará el proceso migratorio.

Por lo pronto, el Soip parece ajeno a la crisis que se viene. Se perdieron 600 fuentes laborales y el sindicato que conduce Cristina Ledesma no marchó, aunque sea un domingo, ni hasta la Gruta de Lourdes. Día de semana no porque pierden el presentismo. Al menos ese fue el argumento por el que el gremio del pescado no adhirió al paro del 6 de abril.

Si el Estado no interviene para limpiar los arroyos, cuyos causes se desbordaron al no poder asimilar más de 200 milímetros de lluvia, recuperar el asfalto y luminarias en vastos sectores periféricos de la ciudad y permite que un sector del barrio El Martillo y General Pueyrredonse convierta por 7 horas en el set de filmación de una de película del lejano oeste que combinó venganza, tiros, muerte, decapitación, fuego y hasta perros comiendo restos humanos, en una cacería humana frenética, enmarcada en una disputa que tiene como telón de fondo el único negocio que parece prosperar en Mar del Plata: el narcotráfico cuentapropista.

Si no interviene en estas cuestiones urgentes, reitero, ilusos los que piensan que puede siquiera elevar un pedido a las autoridades nacionales para intentar generar un cambio en el esquema del negocio pesquero de modo de retener a la flota en Mar del Plata y mantener lo que queda en pie de la cadena laboral atada al pescado fresco. No miremos para el lado de la Provincia. Hace más de 150 días que María Eugenia Vidal no designa a nadie al frente del Ministerio de la Producción.

“La escala de reintegros no alienta de manera suficiente la elaboración de productos con mayor valor agregado en tierra. Son similares para los productos elaborados a bordo de congeladores”, contaba un armador fresquero en el café de catarsis semanal sobre 12 de Octubre.

La última actualización de reintegros para la pesca fue en diciembre y alcanzó a los principales productos: merluza, langostino y calamar. A los pocos días la ventaja se licuó con el aumento del gas oil. Hace unos días se ajustaron otros reintegros pero la pesca quedó afuera. El alivio impositivo para que la flota pueda acceder a un combustible más barato sigue en la columna del Debe.

Si el modelo es incentivar la generación de empleo, como sostiene el presidente Macri, en la pesca la alternativa es subir drásticamente los reintegros de los productos elaborados en tierra que de hecho ya tienen mucho más costo y justifican un mayor reintegro.

Hasta podría Mar del Plata participar de la bonanza del langostino que ocurre a más de mil kilómetros de distancia. En un contexto de menos plantas en tierra, con un modelo de procesamiento inviable, hay menos demanda de pescado fresco y cada vez vale menos. El langostino podría ser la solución si incentivan el valor agregado. Pero hasta ahora ni siquiera Caipa y el Soip pueden incluir el valor del langostino en el convenio colectivo.

La importación indiscriminada de latas de conserva también torna inviable el futuro de las seis conserveras que funcionan en el puerto marplatense y les dan trabajo estable a unas 700 personas.

Desde la Cámara que las agrupa dieron a conocer los números del aluvión de enlatados de Atún entero o en trozos, sardinas y caballa, los tres productos principales que importan los grandes mayoristas, distribuidores y cadenas de supermercados, los mismos donde las conserveras locales intentan colocar su producción.

En 2014 se importaron 28,6 millones de latas de atún entero o en trozosenlatado en envases de 165/170 gramos. En 2015 fueron 38,6 millones y el año pasado casi 52 millones. En los primeros tres meses del 2017 se importaron 21,7 millones de latas, según datos del sector en base a información de AFIP.

No están solos bajo la lluvia de productos importados. De acuerdo a un informe de Ecolatina, las importaciones industriales superaron en 8.200 millones de dólares a las exportaciones en el primer trimestre del año, lo que representa un “déficit récord” en el comercio exterior de manufacturas.

Se duplicaron las latas de sardina importadas entre 2014 y 2016. Con cobertura de aceite o al natural, en 2014 fueron 5 millones de latas de 125 gramos. La gran mayoría provino de Tailandia. En el 2016 el sector conservero ya había advertido de los riesgos de la importación indiscriminada. El mensaje no habría sido escuchado. Se importaron 11,9 millones de latas.

La caballa es el producto donde menos incidencia tiene la producción importada sobre la nacional, pero también su evolución refleja la disponibilidad absoluta que tienen los intermediarios para aumentar stocks.

Mientras en 2014 se importaron 458 mil latas de 380 gramos, en 2016 fueron 1,8 millones de latas. En los primeros tres meses de 2017 ya se contabilizaron 839 mil. Y cada vez les sale más barato. De 1,03 dólar por lata en 2014 pasaron a 0,88 dólar por lata este año.

La industria nacional llenó el año pasado 10 millones de latas de atún, 20 millones de latas de sardina y un poco más de caballa. Pero ya avisaron que en este contexto desfavorable, este año producirán la mitad que el año pasado. Mitad de materia prima, de latas, de insumos y de horas productivas.

Otro segundo semestre en que la industria conservera volverá a contradecir el optimismo gubernamental y al que los procesadores de pescado fresco se conforman llegar con pulso.

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