La estrategia oficial abrió una inesperada brecha de conflicto

La estrategia oficial abrió una inesperada brecha de conflicto

Una movida maestra o un error de cálculo serio, sobre todo en año electoral. La estrategia que el gobierno nacional lanzó como un intento de mantener a raya la conflictividad propia de las paritarias docentes empieza a ponerse a prueba.

 

Este año los gremios encontraron otro motivo de lucha, además del reclamo salarial, para cerrar filas y presentar oposición al Gobierno: la apertura de la paritaria nacional docente, que el Ejecutivo nacional se niega a convocar.

Ése fue el puntapié inicial, y central, de una estrategia de varios pasos que el macrismo viene desplegando. Le sigue la provincialización total de la negociación salarial con los docentes. Además, la conformación de un bloque de gobernadores que fije piso pero también techo del aumento salarial. Y ambos, piso y techo, consensuados a puertas cerradas, sin convidar a los gremios docentes a la negociación. Finalmente, la decisión de desplazar al ministro de Educación Esteban Bullrich del centro de la escena paritaria para poner en su lugar al ministro del Interior, Rogelio Frigerio, precedido por su fama de negociador exitoso con los gobernadores.

Hay lógicas superpuestas en cada punto de esa estrategia. El horror a la foto de paritarias nacionales fracasadas y del paro docente en vísperas de elecciones obligó al Gobierno a pensar fórmulas novedosas para resistir el embate de los gremios. La corporación gremial docente argentina es implacable en el ejercicio de sus derechos y beneficios corporativos. Desactivar la paritaria nacional, además, daba respuesta a un pedido de varios gobernadores que prefieren que este año la Nación no fije pisos salariales. No querían volver a pasar por la experiencia de la paritaria de 2016, cuando estuvo a punto de cerrarse en un 40% de aumento, incumplible para las provincias, que finalmente Bullrich debió desmentir.

Además, el Gobierno creyó contar con un argumento imbatible por incumplir el artículo 10 de la ley de financiamiento educativo, que establece que el salario mínimo docente debe surgir de una paritaria nacional. En las últimas paritarias, el piso salarial se fijó en un 20 % más respecto del salario mínimo vital y móvil, sostiene el Gobierno.

Finalmente, la ilusión de alinear la voluntad de los gobernadores, presionados por los paros docentes. "La extorsión de los gremios terminó aunando a los gobernadores", afirmaba hace una semana un altísimo funcionario bonaerense.

Sin embargo, la reunión de gobernadores de ayer mostró grietas en ese bloque que el macrismo soñaba monolítico. El problema no son los porcentajes de aumento. Ahí hay consensos. Las diferencias están en la carta que la Nación puso sobre la mesa creyendo ganar la partida: varios gobernadores expresaron la necesidad de convocar a paritaria nacional docente.

Falta todavía saber si en el intento de apagar una mecha, la puja salarial de siempre, Macri no terminó encendiendo otra, el conflicto disparado por la negativa del Gobierno de convocar a una paritaria nacional docente.

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