El Gobierno busca asociar la pelea con los caciques de la CGT a la interna peronista

El Gobierno busca asociar la pelea con los caciques de la CGT a la interna peronista

Creen que los gremios hacen su juego propio. Y que la adhesión del kirchnerismo a los sindicalistas ayuda al oficialismo.

A Mauricio Macri suele cambiarle el humor cuando oye a ciertos actores del sindicalismo despotricar en televisión contra la política económica de su Gobierno. Se indigna y pregunta, sin esperar respuesta: "¿Estos son los mismos que vienen a Olivos? El Presidente cree -como advirtió primero desde España y luego en el Congreso- que en privado los gremialistas destacan la relación que entablaron con la Casa Rosada desde el 10 de diciembre de 2015, pero que esa conducta comienza a virar porque detrás de cada movimiento asoma la carrera electoral de este año. Ayer, en una de las tantas conversaciones informales en las que se abordó el tema, Jorge Triaca lo dijo de otro modo: “La CGT quiere ser la novia del peronismo y siente que todos la cortejan”.

Más de uno celebró la ocurrencia en el universo macrista. Otros, en cambio, miran con temor que esa metáfora pueda ser posible. "Es evidente que estamos frente a otro de los coletazos de la interna peronista”, acotó uno de los dirigentes que participaba de la charla. En el Gobierno suponen que el Triunvirato que conduce la CGT está tiroteado por las distintas fracciones del PJ y que ha abierto el juego político-electoral a distintos sectores , desde el conglomerado más clásico -que identifican en la figura de algunos gobernadores- hasta el supuestamente renovador, donde ubican a Sergio Massa. En el medio, siempre, Cristina Kirchner. Marcos Peña dijo ayer que la ex presidenta se subirá a cualquier colectivo que procure el fracaso del Gobierno.

El jefe de Gabinete, autor intelectual del discurso macrista, dijo lo que desde hoy empezará a recitar el resto del Gabinete: que la movilización del 7 de marzo al ministerio de la Producción y el paro anunciado para fines de ese mes responden exclusivamente a una maniobra pensada para desgastar al Presidente.

Ese diagnóstico no evita que crezca la preocupación puertas para adentro de los despachos oficiales. Lo dejó en claro ayer un ministro al cruzarse fugazmente con Antonio Caló, el secretario de la UOM. El funcionario busco persuadirlo sobre los riesgos de una huelga en momentos en que la economía, al fin, podría arrojar alguna buena noticia. Caló le respondió: "¿Pero vos estás preocupado por el paro? Olvidate".

Cuando el ministro hizo trascender es diálogo, en la Casa Rosada comenzaron a hacerse a la idea de que no hay posibilidades de que se levante la movilización (la establecieron el mismo día del paro docente), pero sí de trabajar para impedir la huelga. “Nunca vamos a dejar de apostar al diálogo, por más que el calendario electoral nos juegue en contra”, admiten.

“Lo que falta es política. No vamos a levantar el paro con una movida comunicacional o de marketing", apuntan los macristas del ala crítica a la conducción de Peña. No son muchos, es cierto, pero sus diferencias son más notorias -y salen a la luz- cuando surgen este tipo de bretes. Ese sector viene bregando por sumar peronistas a Cambiemos para garantizar la gobernabilidad en un año difícil, y después de varios episodios que hicieron descender los índices de aprobación e imagen del Presidente.

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