Una grieta profunda entre el Central y la CGT

Esta grieta se presenta entre dos mundos que parecen no tener elementos en común.

 

Por un lado el Banco Central anunciando el plan de metas de inflación para 2017. 

Por el otro, los docentes bonaerenses protestando por una reapertura de la paritaria en el contexto de una CGT que lanzó un paro general al calor del pedido de un aumento adicional de salarios para lo que resta del año como compensación por una inflación anual que supera 40%.

La carta más brava la jugó Federico Sturzenegger. Llamó a una conferencia de prensa y lanzó el desafío : para el Banco Central la previsión inflacionaria del año próximo tendrá un "piso" del 12% y un "techo" de 17%.

La primera reacción obvia gira en torno a la sorpresa de previsionar una reducción de la inflación anual de 40% a 14,5% en un año. ¿No será mucho?.

El presidente del Banco Central no ocultó sus intenciones al proponer metas de inflación ambiciosas en el intento de "tratar de acomodar las expectativas de 2017"

Fijar metas de inflación, implica anticiparle a los mercados las intenciones oficiales que en este caso podrían sintetizarse así:

-Si la inflación supera el ritmo del 17% anual, el Central contraerá la cantidad de dinero que circula por la economía y subirá la tasa de interés para impulsar un encarecimiento del crédito que, a su vez, favorezca la disminución de los stocks de las empresas y, por tanto, salgan más productos al mercado para aumentar la oferta y así abastecer a la demanda.

-Si el ritmo inflacionario fuese por debajo del 12% anual, Sturzenegger mandaría a inyectar fondos al mercado para bajar las tasas de interés y así favorecer la demanda que se equilibraría con la oferta ya sí volvería a una situación de teórico "equilibrio" dentro del esquema oficial.

Así , y muy esquemáticamente, funcionaría este sistema que de trasfondo tiene dos elementos centrales: fijar un andarivel teórico por donde debería transitar la inflación y favorecer que la gente quiera tener más pesos en su poder, en vez de dólares, a la hora de ahorrar.

Desde el arranque el esquema del Central frunció los ceños de muchos economías.

Los ortodoxos lo criticaron por excesivamente optimista. Dicen que el Gobierno decidió no hacer un ajuste fiscal en 2017 ( el déficit se mantendría en X% del PBI) y que bajar la inflación "sólo" reduciendo la cantidad de dinero no será viable si una recesión de magnitud.

Los heterodoxos, también cuestionaron lo ambicioso de las metas y el poder del manejo de las tasas de interés para bajar la inflación.

Para ellos los determinantes de la inflación son, básicamente, el nivel de los aumentos salariales y de las tarifas de los servicios públicos y la estabilidad del dólar.

Así el Central recibió críticas, por cierto moderadas, que van desde que con tasas altas la proclamada reactivación del 2017 perdería fuerza, hasta la bastante generalizada de que la política económica se encamina hacia un esquema de atraso cambiario difícil de sostener por muchos años.

Pero la grieta entre el Central y la CGT se patentiza en la puja del Gobierno con los docentes bonaerenses.

Esos docentes, que encararon una serie de paros habían cerrado a comienzos de año una paritaria con aumentos del 34% y con una cláusula de ajuste para septiembre.

Según el ministro de Educación, Esteban Bullrich, con la clausula de ajuste que rige este mes, el aumento salarial docente llegaría al 47%.

Los dirigente lo cruzaron diciéndole que ese 47% de suba lo cobran solamente 8% de los docentes y que el resto están lejos de percibir esa mejora.

Cómo se puede ver, las distancias entre las previsiones inflacionarias y las demandas de compensación salarial por la inflación actual son enormes y representan una fotografía de la nueva etapa de la puja distributiva en la que está entrando la Argentina.

Seguramente la reunión de hoy de un grupo de ministros con la cúpula de la CGT escribirá parte del guión de esa película con un capítulo destacado en el proyecto para reducir el impacto del impuesto a las Ganancias que presentará Alfonso Prat-Gay.

El ministro les mostrará el proyecto de reducción para el año próximo y los dirigentes sindicales le  responderán con el reclamo para que el aguinaldo quede a salvo de Ganancias, con el pedido de un bono compensatorio de fin de año para trabajadores activos, jubilados y para los beneficiarios de planes sociales.

La grieta en ese punto también cobra profundidad a partir de que en octubre entrará en vigencia el nuevo cuadro tarifario con los aumentos del gas que, según estiman en la Casa de Gobierno, agregaría un punto neto a la inflación del mes próximo.

Cómo atenuante, los ministro pondrían sobre la mesa el anticipo sobre la inflación en Capital que , de acuerdo a los primeros 20 días de septiembre, proyecta un aumento de 1,4%.

Para el Gobierno así, se computarán tres meses en los que la inflación habría sido menor a 1,5%.

La baja de la inflación será uno de los temas que hoy estarán sobre una mesa en la que la forma de computarla para definir futuros aumentos salariales abrirá más o cerrará en algo la grieta.

Es obvio que el Gobierno quiere que toda proyección sobre salarios sea en función del 17% de inflación que establece el Presupuesto para el año próximo.

Y que los dirigentes gremiales creen que esta año la pérdida "mínima" del poder de compra anduvo por los diez puntos.

Un punto medio de acuerdo aparece lejano y más cuando ya el proyecto de Presupuesto prevé suba de 17% para los estatales nacionales el año próximo.

Pensar en una recuperación salariales en el año eleccionario para mejorar el clima del consumo implicaría un descenso muy fuerte de la inflación y, para eso, habría que volver a las dudas de los economistas ortodoxos que se preguntan si en la Argentina es posible que la inflación baje si tener una recesión económica fuerte.

Los heterodoxos seguramente le responderán que sí, pero teniendo muy a raya a los aumentos salariales y al dólar.

A modo de muestra sobre lo que piensa respecto del dólar, el Banco Central dejó de bajar la tasa de interés cómo lo había venido haciendo en las ocho semanas precedentes. ¿Fue porque el dólar subió 16 centavos en una semana?.

Mantener a raya los aumentos salariales y al dólar aparecen en el horizonte antinflacionario de un Gobierno que, además, dice no estar pensando en aumentar las importaciones con el fin de controlar precios internos.

La grieta entre las necesidades antinflacionarias del Central y las políticas de, por ejemplo, la gobernadora María Eugenia Vidal o de quienes competirán en la elección del año próximo van en aumento.

Y una buena parte de ese partido se empezará a definir hoy en la reunión entre los ministros y la CGT.

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