Gustavo Menéndez, el peronista menos pensado: “Quiero trascender”

Gustavo Menéndez, el peronista menos pensado: “Quiero trascender”

El presidente “cool” del PJ bonaerense habla de sus marcas en la piel y de la interna partidaria. Su increíble historia de vida. “Quiero trascender, tengo necesidad de reconocimiento”, afirma.

Nacés sin padre ni apellido. Tu mamá es una operaria textil y militante peronista durante los años de plomo. La plata no alcanza para parar la olla, y del humilde Merlo te mudás a la todavía más humilde Padua. En la casa de chapa donde vivís, el piso es de tierra. Ahí se hacen reuniones secretas de la resistencia justicialista. No todos con los que crecés viven para contar el cuento, y casi no lo hace tu madre, que pasa un mes secuestrada. De adolescente te gradúas en la universidad y empezás a trabajar en la municipalidad. Entonces te das cuenta que lo tuyo es la política. Pasas cinco años bajo el ala del barón del conurbano, Raúl Otacehé, pero no te ponés de acuerdo y rompés. Después de ser uno de sus protegidos, cruzás la vereda y lo enfrentás. Ahí la cosa se pone espesa: aprietes, golpizas, tiros. Varios en tu auto, todavía más en tu casa. En el pecho, uno. Sobrevivís de milagro. Pero las traiciones duelen más que las balas: en el 2011 el FPV, donde militás, te impide postularte a intendente, y tres años después, tu nuevo partido, el Frente Renovador, te abandona y cierra con Otacehé. Al año siguiente ganás igual, y te convertís en el intendente cool del conurbano profundo, con los brazos tatuados, los músculos duros, los jeans apretados y los autos de moda.

La vida de Gustavo Menéndez parece de película, y aún más de ficción su sueño de juntar a Cristina Kirchner con Sergio Massa y el resto del espacio. Pero Menéndez va por todo, no sabe parar. “Hay gente que viene a la política buscando poder, algunos por un laburo, otros para mejorar su economía: yo quiero trascender. Es necesidad de reconocimiento. Los nueve años que hice terapia… me di cuenta de que el desconocimiento de mi viejo, que quería que mi vieja abortara y que no me dio el apellido, es tal vez parte de esto”.

Noticias: Usted se escapa del estereotipo del típico peronista.

Menéndez: No es a nivel consciente. Es ser fiel a mí mismo, y cuando uno juzga a otro se define a sí mismo: yo me llevo muy bien con el qué dirán. Sólo quiero que cuando mis dos hijos dentro de 30 años cuando vayan por la calle les digan “qué buen tipo tu viejo”.

 

Noticias: Tiene dos tatuajes. ¿Qué significan?

Menéndez: (Se levanta la remera y muestra la cintura). Este es un símbolo tribal chino, que me hice cuando tenía 25 años, que significa eternidad y todo lo que es inmutable como el amor. El del brazo es uno tribal maorí que me hice el año pasado: arriba van el nombre de mis hijos, Santino y Sofía, y abajo están dibujados seis valores: amor, libertad, paz, coraje, humildad… y el otro no me acuerdo, no lo sé (risas).

Los muchachos peronistas. Menéndez, que asumió en el PJ a fines del 2017, se puso como objetivo unir a todo el arco justicialista. “No hay que hablar de nombres propios, sino de proyectos. La soberbia hace que perdamos: es una cuestión de maduración. Fui uno de los pocos que dijeron que era un error no darle la interna a Florencio Randazzo”. El intendente de Merlo fue protagonista del verano cuando se sacó una foto con Massa, quien en el 2014 lo había abandonado para cerrar con Otacehé. “Fue muy injusto con nosotros, pero el tiempo nos dio la razón y ese error de Sergio nos dio visibilidad. Massa me lo reconoció, y no tengo rencores”. En esa amplitud política de la que Menéndez hace gala reluce su amistad íntima con Ramiro Tagliaferro, ex marido de María Eugenia Vidal e intendente de Morón. “Con Ramiro llegamos el mismo año al cargo, algo que soñamos juntos desde chicos”.

 

Noticias: ¿Le suma la relación con la gobernadora?

Menéndez: La conozco a María Eugenia por Ramiro, y es una gran persona. Eso no quiere decir que no tenga errores, y Vidal pertenece a un espacio político que a nivel nacional nos está llevando a un mal lugar. Ojo, ella tiene una profunda mirada social, pero no sé si se la cuenta a Macri (risas). Yo creo que mi relación con ella suma: puedo llamarla y me atiende.

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