Acorde a sus propios patrocinadores, se trata del edificio “más emblemático de Latinoamérica”. El arquitecto milanés que lo trajo a la vida en 1923, Mario Palanti, aseguró que quien lo imaginó primero fue Luis Barolo, un exitoso productor agropecuario piamontés que creyó que la Gran Guerra europea se llevaría consigo los restos mortales del poeta Dante Alighieri, y por eso era necesario traerlos a la Argentina. Pero antes, claro está, era necesario crear la morada adecuada.

Así se creó este edificio, desde 1997 Monumento Histórico Nacional, de 22 pisos, con un faro de 300 mil bujías en su cúspide, revestimientos en mármol de Carrara, y una estructura de tres partes que imita al Infierno, el Purgatorio y el Cielo de Alighieri. El faro es el Empíreo, el punto más alto del Cielo dantesco, la presencia de Dios mismo.

Para los porteños y los amantes de Dante en general, el edificio es invaluable. Para Horacio Rodríguez Larreta, jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, tiene un precio muy concreto: 150 mil dólares por unidad funcional. Así lo expuso en el sitio web de subastas del Banco Ciudad, en el anuncio de su remate.

Por increíble que parezca, el gobierno porteño tiene pensado deshacerse de una parte importante de la historia argentina. En una nueva movida tendiente a la privatización de la cultura nacional, la primera unidad funcional, la número 112, con oficinas y cocina incorporada, será subastada el 28 de marzo a las 13 horas, en un valor base de 150 mil dólares, con el objetivo de recaudar dinero para las arcas estatales.

Con los compromisos de deuda presionando con fuerza las obligaciones de pago porteñas, los millones que puedan exprimirse del histórico edificio parecen transformarse en un respiro de aire fresco para la alicaída gestión de Larreta. ¿Y la cultura? La cultura quedará para más adelante.