Lamento es todo lo que las llamas dejan a su paso. Alrededor de 120.000 hectáreas de bosque nativo fueron convertidas en cenizas y humo que se esparce por toda Mendoza y las pérdidas en el sector ganadero avizoran un panorama tanto o más negro que los propios campos calcinados.

"Tengo que buscar la forma de no salir del negocio, perdí vientres y terneros recién paridos y si vendo ahora los animales que quedaron pagan precios irrisorios. Tengo para dos años hasta que esto se recupere porque el incendio se llevó el 100%", dijo Lisandro Di Paolo mientras regresaba del campo que está a unos 50 kilómetros al este de General Alvear por la ruta 188.

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El fuego se desató el 29 de diciembre pasado, fueron ocho focos simultáneos de los cuales seis se extinguieron rápidamente, otro de mayores proporciones les tomó cinco días y el último foco activo en la zona de Ovejería, entre las rutas provinciales 205 y 203 en Alvear, se propagó rápidamente por otras áreas del departamento y luego cruzó el río Diamante para instalarse en San Rafael.

El fin de semana el clima dio un respiro y permitió que las acciones de los combatientes fueran más efectivas. Sin embargo todavía hay campos de cría de ganado que continúan ardiendo y el día en que puedan anunciar la extinción del fuego aún es incierto. 

En tanto en las zonas donde el incendio dejó su huella, comienzan a aflorar los daños provocados por las llamas con un agravante, encontró a la hacienda en plena temporada de parición.

"Está todo el campo calcinado. Había 20 vacas quemadas. Estamos en plena época de parición y si la vaca escapó del fuego, al ternero recién parido lo abandonó. Hay al menos 40 terneros perdidos", contó Di Paolo.

Haciendo números, el ganadero perdió animales valuados en $500.000 y otros $600.000 como en alambrados.

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"Hay que pensar también en el movimiento de la hacienda. Implica gastos de flete, buscar otro campo para alquilar o comprar alimento", agregó.

José Conchillo fue otro de los ganaderos que sufrió la devastación del fuego, aunque en su caso logró salvar una porción importante del campo.

"Alcanzamos a frenarlo pero se quemaron 1.500 hectáreas. No perdí animales pero sí estoy haciendo las cuentas y pidiendo precios para volver a hacer los alambrados. Es mucha la inversión que se debe hacer para reponer eso solo", detalló.

Por igual los productores no cargaron las tintas en ningún lado. "Esto es la naturaleza", se lamentaron pero destacaron el arduo trabajo para ponerle fin al fuego, incluso arriesgando la salud física.

"Yo vi cómo se metía la máquina de Vialidad entre el fuego para que no cruzara. El valor que demostró la gente es impresionante", afirmó Di Paolo.

Ante las cuantiosas pérdidas, desde el sector ganadero ya surgieron los pedidos de asistencia financiera con líneas de créditos blandos.

"Yo no quiero que me regalen nada, pero sí que den créditos accesibles y con un plazo razonable para devolverlo, pidió Di Paolo.