El Instituto Yumbel cierra sus puertas y deja en la calle a decenas de estudiantes en la mitad de sus carreras

El Instituto Yumbel cierra sus puertas y deja en la calle a decenas de estudiantes en la mitad de sus carreras

Estudiantes de la Tecnicatura Superior en Acompañante Terapéutico del Instituto Yumbel dependiente de la Obra Asistencial Mutual (OAM) denunciaron que cerraron el establecimiento educativo, dejándolos literalmente en la calle con las carreras empezadas, y a pesar que varios habían abonado inclusive la cuota del mes de junio.

 

Indignados por la situación hicieron llegar una nota a “el Retrato…” donde explican lo sucedido paso a paso y el literal vaciamiento del Instituto. Tampoco los motivos por los cuales solicitaron la ATP para pagar los sueldos, sabiendo que cerraban.

Una maniobra en el límite de la defraudación, y que aseguraron los malogrados estudiantes seguirá en el terreno judicial, un espacio que ciertos directivos están acostumbrados a transitar.

La nota que lleva la firma de Mónica Lence, dice de manera textual:

Carolina, Mónica, Luis, Florencia, y Laura decidieron estudiar la Tecnicatura Superior en Acompañante Terapéutico. Una vez resuelto, optaron por “Yumbel”, el instituto de nivel terciario que depende de la mutual OAM (Obra Asistencial Mutual de Mar del Plata).

Muchos les dijeron que tenía buen prestigio. Que dentro de la oferta académica disponible, era lo mejor. Que los profesores eran destacados.

Entonces se anotaron.

Ahí se conocieron con el resto de estudiantes y conformaron el Primer Año. Daniel, Ana Carolina, Laura, Antonella, Fiama, Alejandra, Martín. Nombres que representan caras, vidas, personas. Quienes también habían hecho enormes esfuerzos en encontrar el lugar adecuado.

La idea era simple: Estudiar pensando en progresar. Nada más que eso.

La carrera elegida está conformada por tres años. Al final del primer año recibirían el título de Acompañantes Terapéuticos. Al final del tercer año serían Técnicos Superiores en Acompañante Terapéutico.

Después llegó el aislamiento social preventivo y obligatorio, el cierre de lo presencial, el paso a lo virtual. Los sacrificios.

Las clases comenzaron. Los profesores desplegaron herramientas que no sabían que tenían ante estudiantes que a veces no tenían acceso a computadoras. Compraron datos, imprimieron en kioscos, escribieron los trabajos desde los dispositivos móviles. Se conectaron a plataformas diversas, leyeron textos, hicieron trabajos prácticos. Se conocieron.

Contra todo pronóstico, también en lo virtual se establecen vínculos. Y más en un contexto de incertidumbre social, donde la esperanza se agarra con alfileres a la idea de un mañana y a la sensación de no saber qué país nos aguarda a la salida de esta brecha.

Rompiendo el anonimato inicial: Yo soy una integrante de ese grupo.

Entonces no me lo contaron.

Lo que voy a hacerles saber sucedió así: el lunes nos convocaron a un zoom. La administración quería hablar con nosotros. En tono absolutamente frio, una persona nos informó que el instituto había decidido cerrar sus puertas el 30 de junio. Que era un tema económico. Que la decisión estaba tomada. Que podíamos pasarnos a otro instituto con el que ellos habían realizado un convenio. Que lamentaban lo ocurrido. Que muchos estaban atrasados con las cuotas. Que la situación del país. Que si te he visto, no me acuerdo. Que muchas gracias.

Nos dijeron que iban a devolvernos el dinero de la matrícula. Matricula donde establecimos un contrato que no se cumplió. Pero que para devolverla, debíamos elevar una nota firmada a tesorería, o una planilla, y que no sabían cuándo. Ni cómo. Ni donde.

Omitieron explicar porque cobraron la cuota de junio, aun sabiendo que cerraban y dos días antes del anuncio.

Luego, nos informaron que nos pasaban a otro instituto con el que habían hecho un acuerdo. Omitieron preguntar si ese espacio era de nuestro agrado, cómo se iba a formalizar el pase, de qué manera iban a hacerlo, en qué tiempos.

Con los profesores, el asunto fue peor. Un mensajito de texto. La información de que finalizaban en sus funciones. El anuncio de un cierre. Nada de fechas, nada de información. Nada de nada.

No dijeron nada acerca de porqué, dos semanas antes, desactivaron el segundo año de la carrera, en el más absoluto de los silencios.

No dijeron nada de porqué aceptaron la ATP para pagar los sueldos, sabiendo que cerraban. Ni porqué cerraban, si tenían esa facilidad.

No dijeron nada acerca de romper una continuidad pedagógica en contexto de aislamiento.

No dijeron que, dos días después de nosotros, iban a hacer lo mismo con los 9 estudiantes del tercer año.

Nueve personas que hicieron dos años y medio en ese lugar. Que trabajaron fuerte. Que confiaron. Que a fin de año tendrían su título en mano.

No dijeron nada acerca de por qué eligieron esa forma. Porqué el misterio. Porqué el contexto.

Después, van cayendo algunas fichas…

Quizá ahora es el mejor momento. Ahora que los organismos están cerrados. Que la justicia funciona a medias. Que no podemos hacer la denuncia en Defensa al Consumidor. Ahora que el Consejo Escolar funciona con horarios extraños. Ahora que hay problemas con el transporte.

Quizá ahora, nadie dice nada, nadie hace nada. Y todo se desarrolla en el silencio, en la quietud. Quizá hay que aprovechar que a través de lo virtual, las injusticias son menos visibles.

Error.

Estamos unidos.

Y vamos a exigir dos cosas. Un pase absolutamente claro y transparente, por escrito y sujeto a derecho adonde consensuemos dónde y cómo. O la terminación de ambas promociones en diciembre de este año. Somos los que quedamos. Y quizá seamos pocos.

Pero recién empezamos.

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