IOMA, la obra social de los oídos sordos en Junín

IOMA, la obra social de los oídos sordos en Junín

Como informara el Semanario de Junín, los escraches y las denuncias públicas son medidas que han decidido tomar muchas familias para hacer visibles las diferentes negligencias de IOMA.

 

Raquel de Luca es la mamá de Ailín, una nena de 10 años con parálisis cerebral espástica. No camina, no se para y se alimenta a través de una sonda nasogástrica.

Raquel renunció a su trabajo y se instaló en Junín por la seguridad de ambas, y con el fin de tener una mejor calidad de vida fuera del caos de la gran ciudad de Buenos Aires.

En sus primeros meses y con la esperanza de poder desenvolverse mejor, hizo todos los trámites necesarios para que a su hija no le falte cobertura médica.

Pero el primer conflicto se dio cuando IOMA tardó un año en reconocer a la niña como afiliada y aun así, cuando lo hizo, nunca fue al 100 por ciento. Mientras tanto, en la espera, Raquel sin trabajo y sola al cuidado de Ailín, tuvo que pagar por doce meses los medicamentos, tratamientos, pañales y cosas elementales que necesita en el cotidiano.

La obra social bonaerense, que cuenta con más de dos millones de afiliados, ha tenido estos últimos años una constante situación crítica cargada de reclamos por parte de los afiliados y del personal que presta sus servicios.

Todas las quejas y reclamos desencadenan en lo mismo: que se les abone a los profesionales en tiempo y forma, que tengan fin las vueltas burocráticas a aquellos que necesitan de la prestación en su totalidad. Pero como es habitual, se pasan la papa caliente entre administrativos y directivos al momento de dar respuestas de suma inmediatez.

Insostenible situación cuando, como en el caso de Raquel, el tiempo corre más rápido porque se trata de buscar soluciones urgentes para la salud de familiares con patologías complejas y crónicas.

En diálogo con Semanario, Raquel explicó su problemática con la mutual y ahondó en la situación particular que vienen atravesando junto con su hija desde que viven en Junín.

“Yo trabajaba de mañana y de noche y Ailín se deprimió muchísimo en ese tiempo. Fueron aproximadamente dos años caóticos. Cuando IOMA la aceptó como afiliada yo continué trabajando de mañana y de noche pero no podía hacer los trámites que ella precisaba, ni llevarla a las terapias que necesitaba, menos aún conseguir acompañantes”, relató.

Y explicó: “A mi hija la cuidaba mi hermana menor, con la cual nunca tuvimos buena relación, pero ella me hacía ese favor, a cambio de que yo pudiese recompensarla económicamente en algún momento”.

Trabajar es salud, dice el dicho, pero en el caso de Raquel simbolizaba un malestar para su hija, quien necesita de su presencia y acompañamiento cuando no cuenta con los profesionales acordes para la atención de Ailín.

“IOMA cubre, cuando se acuerda cumple, y así nadie puede sostener un trabajo. Los acompañantes necesitan cobrar en tiempo y forma, mas ahora, en estos tiempos”, expresó en función a la imposibilidad de sostener en el tiempo a un profesional a cargo de su hija y, consecuencia de ello, a su incapacidad para poder salir a trabajar.

“Las personas que tenía alrededor siempre me decían que tenía la nena muy abandonada por no ocuparme de sus trámites en la obra social. Mientras yo trabajaba, tenía a la nena ‘abandonada’, porque no conseguía personas idóneas que la cuidaran”, detalló Raquel.

“Cuando me despidieron de ‘Los Mandarines’ me empecé a ocupar de los trámites en IOMA. La nena estaba muy mal de salud, pero igual en su sillita toda rota me cruzaba medio Junín y hacía todo lo que podía”, recuerda.

“Hasta que un abogado de Buenos Aires me ofreció hacer un recurso de amparo. Lo hicimos y me contactó con una colega suya de La Plata. Al ver, yo, que no había ningún ruido de IOMA al respecto, me dirigí hacia la mutual y pedí hablar con la abogada, la cual me respondió lo siguiente: ‘no tengo ninguna obligación de responderte a vos un amparo en 48 ni en 72 horas, ni lo que me impongan. Yo respondo cuando yo quiero’. Después de eso, les llevé la sentencia judicial”.

Ailín es una niña que está en pleno crecimiento, por lo tanto en el recurso de amparo también se especificó que los medicamentos y las dosis están sujetas a cambios. Ahí hay otro problema latente: cada vez que Ailín necesita una nueva medicación, desde IOMA responden ‘esto no entra en el recurso de amparo’. Tramitarlos vía “excepción” insume esperar casi dos meses.

“Ahí me veo, otra vez, en la obligación de comprarlos hasta que llega la autorización de la mutual, entre otras cosas, insumos básicos para su higiene”, mencionó la entrevistada.

También se especificó un tipo de silla de ruedas que no es la que Ailín está usando.

“Hubo aproximadamente cuatro denuncias judiciales hasta que llegó la silla que tiene actualmente, que tampoco es la que pidió su fisiatra, pero la aceptó por escrito y le pidió complementos para cuidar las posturas, articulaciones y huesos. La silla que está usando no es la correcta, se lastima la cervical, el cuello, las rodillas, pies, tobillos, brazos y pechos”, contó su mamá.

“Además, se pidió equipamiento ortopédico para ayudar a Ailín a evitar más cirugías en su cuerpito; en el mes de agosto de 2017 se presentó el trámite y todavía no hemos tenido respuestas”, lamentó Raquel.

Es complejo imaginar cómo Raquel, único sostén de su hija, puede organizar sus días, y más aún con la falta de acompañantes y profesionales que atiendan a la niña, a sus patologías y pueda darle algo de tiempo para generar algún ingreso económico.

“Nos trasladamos caminando para todos lados. Por eso muchas veces falta a sus terapias por el calor, frío o lluvia. Tampoco podemos volver de noche a casa, ya que su silla no entra en ningún coche y es muy peligroso caminar a altas horas con ella”.

Momentos de recreación distendidas una tarde al aire libre resultan casi imposible para ambas.

“Con Ailín no podemos tener un día de pic-nic, por la comida que necesita heladera y no podemos estar transportándola, come todo licuado por sonda, la cantidad de medicaciones que toma es otro impedimento, y el cambio de pañales a una nena de 10 años de edad, no se puede en cualquier baño público”, enumera.

“Ya denunciamos, mas no podemos hacer por la vía legal. El problema es que IOMA no está respetando los recursos de amparo”, es la respuesta que el abogado le da a la mamá de Ailín ante los incesantes incumplimientos, y pese a tener una medida judicial que corre a favor de las damnificadas y que debería respetarse a rajatabla.

“Por eso se me ocurrió mediatizar la situación de nosotras dos, porque no voy a salir a romper todo Junín, ni a agarrar a nadie del cuello. No sé qué más hacer”, dijo la madre consternada ante la situación.

“Hay un amparo colectivo formado por padres en mi misma situación. No estoy en el grupo, ya que no los puedo seguir como debería por estar muy abocada a mi hijita, pero hacen marchas y viralizan”, comentó en función de la unión de familiares en respuesta a reclamos similares que vienen realizando ciudadanos de Junín ante la negligencia de la obra social.

“Mi hija tiene autorizado por amparo un acompañante 7 horas diarias y una cuidadora 8 horas diarias, pero en verdad el servicio no lo tengo”, dijo De Luca y lo cierto es que la autorización pierde legitimidad cuando quienes prestan sus servicios a la mutual dejan de realizar sus trabajos ante la falta de pago en tiempo y forma.

“Por más vueltas que doy no entiendo esta actitud de IOMA, ni de ninguna obra social, porque en verdad todas tienen la misma modalidad. Yo creo que estamos en un momento de la historia en que la justicia no existe en ningún ámbito, ni para los abuelos, ni para los niños, ni para nadie. Estamos expuestos, sin defensa y es absolutamente tierra de nadie la justicia en este país”, expresó.

Lo cierto es que todas las obras sociales tienen falencias estructurales, demoras en los servicios y los pagos a sus prestadores. Pero IOMA, además de esas dos faltas indispensables, tiene una tarifa 40 por ciento menor que las demás.

“Ailín tiene todo cubierto, pero la acompañante que decide trabajar y facturar con IOMA, cobra un 40 por ciento menos en comparación con otras obras sociales”, graficó la mujer.

Raquel personifica a cientos de afiliados que denuncian no recibir los servicios médicos de parte de la obra social.

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