Los Kennedy del Conurbano

Hugo Moyano es el jefe de una dinastía que viene acumulando poder hace décadas a través de roles claves dentro del sindicalismo, la política, el fútbol y un poderoso holding de empresas.

El peronismo tiene esa manía de dar un paso hacia adelante para hacernos creer que avanza y en silencio retrocede cinco casilleros. No se trata de incapacidad, sino de una estrategia montada de manera maquiavélica para mantener el poder, ya que un país decidido a avanzar inevitablemente debe dejar atrás al ejército de personas que les aseguran el voto. Un ejemplo acabado de esto es la reforma laboral. Una reforma inevitable si queremos comenzar a parecernos a un país serio. Una reforma que busca, entre tantas cosas, terminar con la mafia de los juicios laborales que espanta a cualquier inversor ya que nadie con dos dedos de frente pondría un centavo en un país en el que, al otro día, un empleado te puede desplumar gracias a un sistema montado donde el que corre el riesgo siempre pierde. Ahí viene el ejército de zombies a decir que vuelve el capitalismo salvaje. No, muchachos, se trata del mismo sentido común que aplicarían ustedes si fueran dueños de una empresa.

El peronismo tiene la obligación de luchar a capa y espada para que parezca que está haciendo todo lo posible para adaptarse al nuevo mundo, aunque el objetivo final es que no se vote a favor o tenga tantos cambios que termine siendo un engendro. ¿Por qué? Muy simple. Esta ley es el Metrobus de las leyes, el caballo de Troya por el cual el PJ quedará en evidencia después de años de sanata. Es la oportunidad que tiene este Gobierno de desterrar al sindicalismo que lucha en nombre de trabajadores que no entienden por qué cada día son más pobres y sus jefes más ricos. El peronista, por concepción, antes que dar una señal de modernidad prefiere mantener la maquinaria de impedir con la que tan bien le fue. Por lo menos hasta ahora, que el mundo avanza a toda velocidad gracias a la democratización de la tecnología. ¿Traducción? Lo que antes le llevaba toda una vida enterarse a un trabajador, hoy lo tiene a un click en su celular con 4G. Sí, claro. El trabajador usa smartphone.

Hugo Moyano lo tiene claro y, como buen jefe de una dinastía, no piensa largar el joystick por nada del mundo. Para eso cuenta con tres hijos, un yerno y una mujer que cumplen un rol fundamental en el entramado de poder, con un nivel de sofisticación pocas veces visto. Desde su liderazgo en el sindicato de Camioneros, armó un holding que es la envidia de los oligarcas que combatió toda la vida. Está en el negocio de la construcción (que tiene a cargo todas las refacciones del sindicato), está en el rubro textil (que provee de uniformes de trabajo a los médicos y enfermeros que se desempeñan en los distintos sanatorios y clínicas del sindicato), tiene una prestadora médica (que gerencia la obra social de los choferes de camión), una ART llamada Caminos Protegidos (cuyos principales abonados no son otros que los casi 200.000 afiliados que tiene el gremio).

El grupo, además, maneja hoteles en todo el país (donde vacacionan los camioneros), servicios informáticos (imagínense a quién le provee su talento) e incluso le atribuyen una compañía habilitada para la investigación privada, vigilancia de transportes y seguimiento de personas (¿les parece que esta empresa también tiene que ver con el sindicato de los camioneros? Lo dijeron ustedes)

¿Pero quién es quién en esta dinastía? Así como Hugo es JFK, Pablo vendría a ser Bob, el segundo en la línea sucesoria. Hijo del primer matrimonio de Moyano, es el que le sirve de fuerza de choque a su padre. Cuando Hugo necesita instalar un tema, Pablo se tira un bidón de nafta encima y se prende fuego por la causa. ¿Qué causa? La que sea que le convenga al clan. Ahora es la Ley Laboral que amenaza con dejarlos en evidencia. Mañana pedirá que salven a las ballenas, siempre y cuando las ballenas tengan 4 ruedas. Como Hugo sabe de estrategias, tiene una alternativa más pulida: Facundo. El John John Kennedy del subdesarrollo, el seductor que conquista tanto a Susana Giménez como Nicole Neumann, el deportista, el creador de la juventud sindical, el diputado del ex kirchnerista Sergio Massa.

También lo tiene a Hugo Jr. (o Huguito), el abogado del grupo. Tras la traumática separación de Héctor Recalde, Hugo (padre) comprendió que no podía dejar temas tan sensibles en manos de traidores, así que Huguito refrenda como letrado lo que Pablo consigue en las calles y Facundo en la tele. Como si faltara algo, está el yerno, Chiqui Tapia, casado con una de sus hijas, Paola, quien saltó a la fama cuando pasó de comandar Barracas Central a sentarse en el sillón de Julio Humberto Grondona en la AFA. Un carrerón. Su tercera mujer, Liliana Zulet (Jackie Kennedy) es el cerebro del grupo económico y la que alienta la ambición presidencial del JFK de Parque Leloir.

Días atrás, el secretario gremial de la CGT, Pablo Moyano, saludó al papa Francisco en el marco de la tradicional audiencia pública de los miércoles en la Plaza San Pedro y, con esa mesura que lo caracteriza, remarcó que "con la excusa de encarcelar dirigentes gremiales, o todos los días atacarnos desde los medios de comunicación, quieren allanar el camino a la reforma laboral y debilitan a los gremios para atacar a los trabajadores con el verso del costo laboral. Nos van a tener que cortar la mano para firmar esta ley de reforma para cagar a los trabajadores". Finoli.

No te enojes Pablo, pero atrasás 72 años al igual que el movimiento que defendés. En los países avanzados los sindicalistas entendieron que la variable de ajuste no es una indemnización, sino el tener más trabajo. Es una regla de tres simple: cuanto menos costo laboral tiene el empresario, cuantos menos juicios se fume de parte de especuladores que viven de la miseria rascando el fondo del tarro, más posibilidades tienen de contratar gente. Se llama círculo virtuoso, Pablo. Además, esta reforma laboral le va a venir bárbaro a tu viejo en el maravilloso holding de empresas que armaron en estos años en nombre de los choferes que ustedes mandan para frenar la salida de diarios a la calle, entre tantas formas de extorsión.

Esta semana detuvieron al Vicepresidente 1º de Independiente, y próspero joyero, Noray Nakis, acusado de integrar una asociación ilícita liderada por Pablo "Bebote" Alvarez, conocido como el líder de la barrabrava del equipo de Avellaneda. Un dirigente que siempre gustó de la polémica, si hasta llegó a decir que Bebote "es alguien que no tuvo cariño de chico. De un delincuente, construí un ser humano". Pero qué linda anécdota, seguramente en el penal cuente otras parecidas junto al guardaespaldas de Hugo Moyano, Roberto Petrov, quien al momento de su detención se resistió a los tiros contra la policía. Como haría cualquier persona normal que sale a comprar el pan a la mañana. Algunos dicen que Hugo tiene la manzana rodeada, otros que se trata de un mensaje para que se deje de joder y apoye la reforma laboral. Pero eso, lo dijeron ustedes.

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