“Luche y se van”, a 35 años de la heroica movilización obrera que marcó el fin de la dictadura cívico-militar

El 30 de marzo de 1982 se realizó una enorme marcha desde la 9 de Julio hacia la Plaza de Mayo al grito de “¡Se va a acabar, se va acabar, la dictadura militar! Desde el comienzo del Gobierno Militar, un sector del sindicalismo, conducido por Saúl Ubaldini, resistió los embates de la Junta. Compartimos una crónica conmemorativa que escribieron desde la Juventud Sindical.

La clase trabajadora venía siendo reprimida desde el año 1975 primero a través de López Rega y después del golpe por la dictadura genocida.

No fue casual que más del 40% de los desaparecidos, torturados y encarcelados pertenecieran a la clase trabajadora. Formaba parte de un plan sistemático de destrucción de la industria nacional.

Se perseguían a los delegados de base, comisiones internas, consejos directivos, secretariados generales.

La Confederación General del Trabajo (CGT) estaba disuelta, a raíz de ello los trabajadores se empiezan a agrupar en comisiones a partir del año ’77, siendo la más conocida la “Comisión de los 25” por su combatividad manifiesta.

Es de destacar que durante todo este período los trabajadores tuvieron que utilizar todas las estrategias de lucha que habían ido adquiriendo en la Resistencia de los ’60.

De la Comisión de los 25 surge la figura del Secretario General del gremio de los cerveceros Saúl Ubaldini, esta Comisión decide convocar a una Huelga General para el día 27 de Abril de 1979.

Una vez más la columna vertebral, “el movimiento obrero”, se pone a la cabeza de las reivindicaciones de las banderas del peronismo.

Fue una huelga general, de un alto acatamiento en el cordón industrial del Gran Buenos Aires, contra una dictadura asesina, desaparecedora, que buscaba destruir el tejido social e industrial argentino. Fue, además, convocada y llevada a cabo cuando la legislación de la dictadura la consideraba un delito.

Convicción y valentía se requería para exigirle, poniendo el cuerpo, la restauración de la democracia y sus instituciones. Convicción y valentía se exigía para participar en una huelga que ponía en peligro la libertad y la vida. La huelga terminó en represión y detención de cientos de trabajadores. A quienes denostan las acciones gremiales bajo la invocación de que “al día siguiente nada cambia”, cabe recordarles que a partir de la huelga del 27 de abril comenzó una nueva etapa de reorganización social y de resistencia a la dictadura cívico-militar, marcando el comienzo de su fin.

De esta resistencia y Comisión de los 25 nacería lo que pasó a llamarse CGT Brasil y que conduciría Saúl Ubaldini, en contra de la CGT Azopardo comandada por Jorge Triaca (Plásticos) y Armando Cavalieri (Comercio) obsecuentes del gobierno militar.

El 7 de noviembre de 1981 la CGT Brasil convoca a un paro y una marcha a San Cayetano bajo el lema “Paz, Pan y Trabajo” saliendo los trabajadores desde el estadio de Vélez a la iglesia de San Cayetano ante una multitudinaria concurrencia. Es de destacar que la CGT conducida por Triaca no adhiere al paro.

El 30 de marzo de 1982, ante un profundo descontento social, se llevó a cabo un paro nacional con movilización. Esa movilización fue la mayor expresión de lucha obrera del período dictatorial. Convocados por la CGT, bajo la consigna “Paz, Pan y Trabajo”, 50 mil jóvenes y trabajadores coparon la Plaza de Mayo en una verdadera huelga política de masas.

Saúl Ubaldini comandó la movilización. La jornada anunciaba el colapso de una dictadura agotada en sus contradicciones internas y la crisis económica. El gobierno del genocida Leopoldo Galtieri hizo una represión brutal que derivó en un muerto y miles de heridos y detenidos. La movilización también fue muy grande en Mendoza, Neuquén, Rosario y Mar del Plata.

Por primera vez se sumaron a la movilización los compañeros llamados de “cuello blanco” que desde sus oficinas arrojaban objetos contra las fuerzas represoras.

Fue una verdadera batalla campal que duro horas, pero de esta forma bajo el lema “Luche y se Van” el Movimiento Obrero Organizado volvía a ser la columna de Resistencia a las ambiciones de continuidad del régimen cívico-militar.

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