De la mano de Dios y del Fondo: la peregrinación de Alberto por la deuda

De la mano de Dios y del Fondo: la peregrinación de Alberto por la deuda

“Sin acuerdo con los acreedores, no hay gobierno”, es una máxima que se escucha en los despachos más encumbrados de la Casa Rosada.

Cuando Alberto Fernández emprendió el peregrinaje internacional, lo hizo con la certeza de que gran parte de su capacidad de gobernar se juega en el corto plazo en el exterior.

La agenda de viajes se va tejiendo sobre la marcha, pero la brújula indica siempre la misma dirección: lograr apoyo para la reestructuración de la deuda, un objetivo que el Presidente determinó como condición básica para la suerte de su gestión.

 

“Sin acuerdo, no hay gobierno”, es una máxima que se escucha en los despachos más encumbrados de la Casa Rosada. Una sentencia que tiene su costado peligroso, sobre todo, cuando está siempre sobre la mesa la posibilidad de que naufraguen las conversaciones.

El desafío de la Casa Rosada es en simultáneo acordar un canje con los acreedores privados y una postergación del pago de vencimientos con el Fondo Monetario Internacional. En la estrategia oficial, conseguir el respaldo del organismo permitiría encauzar la negociación con los bonistas, que se presentan más díscolos.

Por eso, Fernández salió a hacer lobby y a coleccionar fotos con líderes mundiales. Las decisiones en el FMI se toman en el directorio a través de un sistema de votación ponderado. No todos los países valen lo mismo. Así, el más influyente es Estados Unidos, con el 16,52% de los votos. En ese esquema, Donald Trump tiene más peso que Alemania, Francia, España y Rusia juntos.

El “bautismo” internacional del Presidente en Israel tuvo como propósito acercarse a un aliado clave de Washington. En ese contexto, también le sirvió al Gobierno para despegarse de la incomodidad que genera el caso Nisman, el atentado a la AMIA, y sus posteriores investigaciones por encubrimiento.

“Sin acuerdo, no hay gobierno”, es una máxima que se escucha en los despachos más encumbrados de la Casa Rosada.

“Necesitamos saber qué pasó”, sostuvo Fernández ante la prensa, acompañado por Benjamin Netanyahu. En privado, el primer ministro israelí mostró su satisfacción por haber sostenido a Hezbollah en la lista de organizaciones terroristas. Esa medida, tomada por Mauricio Macri, había sido cuestionada por la ministra de Seguridad, Sabina Frederic, antes de asumir.

No se habló de Nisman. La posición de Netanyahu es pública: está convencido de que al fiscal lo asesinaron y no descarta la vinculación de Irán. Con guiños hacia un lado y hacia otro, Alberto hace un equilibrio fino, en lo que algunos denominan como un revival de la “tercera posición”. ¿Es posible mantener esa postura con Irán? ¿Con Venezuela?

Fue sugerencia de Cristina Kirchner que Alberto asista al 75° aniversario del Holocausto en Jerusalén. Como también la inclusión del Axel Kicillof en la comitiva. La presencia del gobernador sólo se explica para marcar la propia presencia de su jefa política como señal para adentro y para el mundo. “Es un gesto típico de Cristina”, resume un dirigente que conoce sus movimientos.

 

La vicepresidenta se muestra especialmente interesada por el escenario global y en cómo se termina de completar la grilla de embajadores. En ese aspecto coincide con Elisa Carrió, que sigue con mayor atención el minuto a minuto del devenir internacional que el local. “Yo voy a hacer política pero por la humanidad”, suele decir a quienes la visitan en Exaltación de la Cruz.

El próximo periplo por el exterior de Fernández hilvana cuatro destinos: Italia, con una audiencia con Francisco; Francia, para la postergada reunión con Emmanuel Macron; España, está previsto un encuentro con Pedro Sánchez y, a confirmar, el cara a cara con Ángela Merkel, en Alemania.

 

El Vaticano viene con yapa. Por un lado, se espera que el viernes 31 de enero se produzca la primera reunión de Alberto, como Presidente, con el Papa. Y, por otro, el 5 de febrero se desarrollará en la Santa Sede un seminario sobre economía y solidaridad organizado por la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales. Se anuncia la participación de la titular del FMI, Kristalina Georgieva, y del ministro de Economía, Martín Guzmán.

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La Casina Pío IV, un edificio de estilo renacentista, albergará entre otros secretos los diálogos sobre la renegociación de la deuda y cuáles son las exigencias de Fondo para el modelo argentino.

Guzmán tiene antes un ticket hacia Nueva York. Será orador en un almuerzo en el Consejo de las Américas. El auditorio estará compuesto por inversores, empresarios y banqueros ansiosos por saber cuál es el plan del Gobierno. En el Ministerio de Economía, por ahora sólo confirman esa actividad para el martes próximo, aunque se descuenta que el ministro podría aprovechar el viaje para avanzar en conversaciones con bonistas y ejecutivos.

En tiempo de descuento, el Gobierno empieza a mostrar las cartas. Teje un hilo de alianzas políticas que va desde el Fondo hasta el Papa. Apuesta a tener un principio de solución antes de que termine el verano. A rezar.

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