La CGT y una marcha para ratificar la tregua

La conducción de la CGT se movilizó en la Ciudad de Buenos Aires. También participaron otros sectores como el moyanismo. La dirigencia sigue sin confirmar si habrá o no un paro nacional. Fuertes críticas desde la izquierda y el sindicalismo combativo.

Este jueves, pasado el mediodía, la CGT volvió a las calles. Lo hizo en una movilización que, bajo la lluvia, partió desde la plaza de Once en la Ciudad de Buenos Aires y llegó hasta el centro porteño.

La movilización vino precedida por una catarata de declaraciones por parte de sus convocantes, destinadas a limitar la confrontación contra el Gobierno. Aunque responde al creciente descontento social, la acción de la CGT buscó canalizar esa bronca en el marco de una agenda electoral.

Desde el otro lado, el oficialismo se había encargado antes de comprar la paz social de la CGT con $ 32 mil millones.

Para ese objetivo de hacer de cuenta que lucha, la CGT buscó hacer una marcha chica, controlada y lo más breve posible. Un trámite.

Sin paro nacional, la movilización fue deslucida, además de fragmentada. Esencialmente, se movilizaron los "cuerpos orgánicos", con poco y nada de protagonismo de las bases del movimiento obrero que, al no haber paro, estaban trabajando.

El objetivo, claramente, era intentar descomprimir un poco la bronca ante el creciente malestar por el ajuste, mientras de fondo lo principal que hacen es negociar las listas electorales del peronismo.

Los convocantes marcharon además apoyando los reclamos de los sectores empresarios mercado-internistas. Allí se encuentran muchas de las patronales que a diario despiden, suspenden y atacan los derechos de los trabajadores.

Desde las CTA y el Frente Sindical por el Modelo Nacional también marcharon. Sin embargo, más allá de los discursos de mayor oposición hacia el Gobierno, no existen grandes diferencias con los llamados gordos que hegemonizan la conducción de la central. Aunque desde el moyanismo se reitera verbalmente la necesidad de convocar a un paro nacional, en los hechos no plantean medidas de lucha que enfrenten el ajuste.

Como es ampliamente conocido, el conjunto del espectro sindical apuesta por una salida electoral de la mano de alguna de las variantes del peronismo. Una política que se opone por el vértice a enfrentar y derrotar el plan de ajuste que llevan adelante el FMI, el Gobierno de Macri y los gobernadores. De hecho, sin ir más lejos, tanto desde el peronismo federal como desde el kirchnerismo han confirmado que de ganar las elecciones no romperían con el FMI.

Desde el sindicalismo combativo y la izquierda hubo fuertes críticas hacia la convocatoria. Desde el Movimiento de Agrupaciones Clasistas -referenciado con el PTS-FIT- señalaron en un comunicado que “con estas marchas folclóricas los dirigentes cegetistas quieren disimular que se oponen a convocar a medidas de lucha serias para derrotar el ajuste de Macri, el FMI y los gobernadores. Pero la tregua del sindicalismo peronista es imposible de disimular. Se movilizan mientras dejan pasar el tarifazo, la pérdida del salario por la inflación, los despidos. Mientras, la mitad de los chicos y chicas está en la pobreza”.

Desde ese espacio político-sindical señalaron que "peleamos para que la clase trabajadora tenga un programa independiente para derrotar a Macri, el FMI y los gobernadores (..) exigimos, empezando por los sindicatos que se reclaman opositores, un paro de 36 horas y un plan de lucha de todo el movimiento de obrero. Así empezamos a preparar la huelga general hasta derrotar el ajuste en marcha.

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