Marta Maffei: “La improvisación en medio del conflicto desemboca en una puja por ganarse el consenso social”

Marta Maffei: “La improvisación en medio del conflicto desemboca en una puja por ganarse el consenso social”
Marta Maffei, la líder de la histórica Carpa Blanca y ex titular de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA), dialogó con REALPOLITIK sobre el conflicto docente que atraviesa la provincia. Durante la extensa charla, aseguró que “la problemática de fondo del sistema, está soterrada”, y que la protesta no se podría hacer con las aulas abiertas, como pretende el gobierno, ya que “sin la presencia multitudinaria en las calles y la presión de la comunidad para que los chicos no sigan perdiendo días, la aguja no se mueve”.
RP.- Como referente de la educación, y siendo una de las líderes de la histórica Carpa Blanca, ¿cuál es su opinión sobre la situación actual docente que atraviesa el país, y principalmente la provincia de Buenos Aires?

La situación de los docentes sigue siendo conflictiva. La problemática del sector se hace pública solo durante el mes de marzo de cada año y siempre en vínculo con la problemática salarial, que obviamente se ve agudizada en tiempos inflacionarios con o sin reconocimiento oficial.

Fuera de esta reiterada circunstancia, la educación sube al escenario cuando la violencia escolar tiene por blanco a algún docente, o cuando son inocultables los resultados del fracaso educativo generalizado, por ejemplo cuando se conocen los resultados de las pruebas PISA, sobre cuya eficacia, validez o pertinencia tenemos largos cuestionamientos desde los ámbitos sindicales y académicos, pero que, por su carácter de muestreo internacional, claramente están señalando crecientes indicadores de ineficiencia educativa.

En definitiva, para la educación no solo resultan insuficientes los recursos, no hay previsión, ni otros planes de mejoramiento como la inclusión de todos los individuos en edad escolar, en el sistema que opera en realidad como espacio de contención y organizador socio familiar. No hay previsiones económicas para la formación, la actualización, el perfeccionamiento; ni para favorecer formas colectivas de trabajo escolar, de equipos interdisciplinarios, ni para reforzar el rol docente en el aula.

La imprevisión e improvisación en medio del conflicto desemboca en una suerte de puja por ganarse el consenso social cruzando mutuas acusaciones y usando la propaganda para explicar quién es peor. Jamás se piensa una mesa de diálogo a largo plazo para planificar las etapas que nos permitan recuperar la educación como derecho pleno y darle continuidad a la política educativa como una verdadera política de estado en consonancia con la gravitación que el proceso educativo tiene en las transformaciones socio culturales productivas.

RP.- ¿Cómo ve la educación hoy en términos generales, más allá del conflicto que se vive en estos días?

La problemática de fondo del sistema, está soterrada. Señalo, entre otros algunos de los muchos problemas que podríamos llamar intra-escuela, la debilidad de la formación docente para atender la diversidad, pluralidad y creciente vértigo de la situación socio-educativa, la pertinencia del contenido curricular, los modelos de desarrollo y consumo que deben trabajarse, la evolución de la enseñanza en consonancia con los cambios vertiginosos en el proceso científico-tecnológico que a su vez demandan un particular esfuerzo crítico constructivo, la necesidad de alentar, recuperar y aprovechar la participación de la comunidad, el funcionamiento cotidiano de los centros educativos cuyas formas organizativas, pedagógicas y administrativas deben orientarse privilegiadamente a mejorar el proceso educativo, etcétera.

Por otro lado están los graves problemas sociales que impactan la escuela absolutamente desvalida de acompañamiento profesional para atenderlos (y digo atenderlos o morigerar su impacto y no resolverlos como se pretende ya que no son problemas generados o promovidos por la escuela y por tanto que la escuela pueda resolver en soledad, lo que puede suceder es que así como puede atemperarlos, puede agravarlos por impericia). Son problemáticas cotidianas que inciden gravemente entorpeciendo el proceso educativo que deben encararse adecuadamente a efectos de encaminar formas alternativas de solución, entre otros menciono: descomposición familiar, desempleo, subempleo y precariedad laboral, droga, alcohol, violencia cotidiana inter pares, abandono del esfuerzo educativo, desinterés, falta de apoyo familiar…

Estos problemas dificultan y hasta obturan el proceso de enseñanza aprendizaje y se refuerzan con la propia precariedad salarial de los docentes que terminan recargados de horas y cargos para atender su propia situación socio-económica.

RP.- ¿Cómo influye la situación económica en el panorama educativo?

Las previsiones presupuestarias nunca son previsiones, siempre se procura ahorrar con el llamado gasto educativo ya que las prioridades son siempre otras: el pago de la deuda, la baja recaudación, los costos sociales de la pobreza, la exclusión, el desempleo, la inseguridad, la violencia, la ejecución mafiosa de obra pública, el sostenimiento de la red de complicidades de gobernadores, punteros, amigos; o la compra de voluntades.

Se dice que no hay plata, sin duda no la hay para educación. Ahí hay que ahorrar. El gobierno nacional procura correr la responsabilidad a los sindicatos y a los gobiernos provinciales; y estos a los docentes -del gobierno nacional hablan poco porque después los fondos para la provincia nunca llegan-

Por ejemplo: en Capital, en marzo de 2014 faltan 1500 vacantes. No se censó la población educativa, no hubo siquiera una encuesta o una preinscripción orientativa -como en muchos otros lugares- que hubiera permitido a las autoridades tener un panorama muy aproximado a fines de noviembre de 2013 a la que solo había que completar con la previsión de algún corrimiento hacia la educación pública debido a la situación económica.

No pasó nada de eso y todo fue improvisación: no había espacio en las escuelas, ni docentes designados; ni se sabía cuál era la demanda concreta para el año escolar. La inscripción on line fue la treta para alejar a los padres de las escuelas y evitar su confrontación con los directivos. De paso, el conflicto en la escuela pública termina impulsando el corrimiento de las familias hacia la educación privada -uno de los objetivos claros del gobierno de la ciudad-.

En lo económico financiero, la mayoría de las provincias tiene recursos presupuestarios insuficientes. La recaudación nacional es centralizada y la distribución además de injusta se usa como paquete extorsivo, “disciplinador”.

Esta vieja injusticia con los fondos coparticipables no se resuelve tampoco por la clara reticencia del Congreso nacional a dictar la ley que ordene la distribución y entrega de recursos -siendo que hacerlo es un mandato constitucional- pero ni el gobierno nacional ni las provincias amigas quieren tocar el actual sistema. ¿Por qué?. Porque esto terminaría por un lado con la discrecionalidad del gobierno nacional y por otro tocaría necesariamente el actual reparto de la torta.

RP.- ¿Por qué le parece que el conflicto se recrudece en la provincia de Buenos Aires?

Uno de los nudos de ese conflicto pasa por la provincia de Buenos Aires que resulta claramente la mayor perjudicada aunque no es la única.

Para tratar de hacer entendible: como producto de sucesivas y mañosas leyes nacionales, la Nación ha incrementado los fondos que maneja con exclusividad y no redistribuye a las provincias llevándose más del 43 por ciento de la torta. Transfiere servicios a las provincias y simultáneamente les recorta los fondos. El 57 por ciento restante se reparte entre todas. A Buenos Aires le toca el 19,5 de ese 57 por ciento, o sea el 11 del total recaudado. Pero la provincia aporta algo más del 35 del total, tiene un sistema educativo que es el 36 por ciento del total nacional y una conflictividad extendida en función del conurbano, que en buena medida ha sido trasladada de las diferentes provincias por factores que van desde el cambio en el uso de la tierra a la caída de la industrialización -eso ya es otro tema mucho más extenso-.

Este es uno de los ejes del conflicto en Buenos Aires, que si paga mejor no tiene muchas salidas más que endeudarse, siguiendo el tradicional camino de pan para hoy y hambre para mañana.

El resto de las provincias, con algunas excepciones -como Santa Cruz, Chubut y Tierra del Fuego- tienen problemáticas similares aunque menos graves que las de Buenos Aires.

La pregunta es por qué no se animan a desafiar al poder central y recortarle los fondos a Nación. Parece que es más sencillo mantener el conflicto en Buenos Aires que confrontar con Nación, que se niega terminantemente a ceder un centavo en su porción de recursos. Por lo tanto, cualquier mejora para Buenos Aires pasa por recortar los recursos de las demás provincias. Es por eso que salvo en el territorio bonaerense, nadie habla del asunto.

RP.- Los gremios ocupan un rol central en este conflicto. ¿Qué diferencia hay entre la lucha sindical de los años noventa y la actual?

En los ´90 la lucha fue contra la privatización y el corrimiento del gobierno nacional del financiamiento educativo promovidos por el Banco Mundial y descarnadamente encarados por el menemismo. Visibilizar la situación en un país convencido televisivamente de las ventajas de la privatización fue un inmenso esfuerzo pedagógico que se sostuvo en la larga permanencia de la Capa Blanca y que resultó exitoso en la medida en que fue, además, una impronta descalificadora del modelo en su conjunto, no solo en educación, construyendo un enorme consenso social.

En la actualidad el discurso es otro: nadie asume abiertamente la voluntad privatizadora y el gobierno nacional no se ha desentendido totalmente del financiamiento del sistema educativo; para eso ha logrado crecientes fondos coparticipables estrechando los fondos de las provincias que ahora se ven en serias dificultades para financiar las demandas educativas. Una situación que fuera largamente advertida desde la Carpa Blanca.

En definitiva el estrechamiento financiero se mantiene pero los que aparecen como responsables son ahora los gobiernos provinciales empujados al conflicto. Considero que las organizaciones sindicales han caído en la trampa tendida por el gobierno nacional arrinconándose en el reclamo prioritariamente provincial.

RP.- ¿Le parece que se puede protestar con los docentes en las aulas, como piden desde el gobierno?

Cuando el escenario educativo tiene invisibilidad, si los docentes van a clase, el conflicto no existe. La organización familiar no se resiente y la impericia de los gobiernos está diluida. Aparentemente no hay conflicto.

Esto no quiere decir que la lucha por todas las carencias del sistema no tenga otras formas de gestión y reclamo. La cuestión es que en paritarias se discuten fondos, distribución de fondos entre Nación y provincias, y dentro de cada provincia la porción asignada a educación. Una demanda que debe vencer cuantiosas barreras políticas y éstas no se conmueven con reclamos o mesas de negociación. Lamentablemente sin la presencia multitudinaria en las calles y la presión de la comunidad para que “los chicos no sigan perdiendo días”, la aguja no se mueve.

En nuestro país las escuelas son para los gobiernos principalmente un espacio de contención social y para las familias funcionan como un organizador social, por eso los paros resultan tan disruptivos y generan tantos inconvenientes: porque desnudan las imprevisiones e ineptitudes del estado; desorganizan el tiempo familiar; ponen al estado en la obligación de salir a explicar y no tanto por su efecto sobre el rendimiento educativo.

En el largo plazo es un desafío inmenso para los educadores el encontrar formas de lucha que develen la injusticia y conciten el apoyo de la comunidad educativa hacia otra cultura, hacia otra filosofía educativa, hacia otro compromiso social. Pero eso no se logra en el corto plazo y sin un profundo trabajo sobre las formas y estrategias del compromiso educativo.

RP.- Mariotto propuso declarar la educación como un servicio esencial. ¿Cuál es su opinión al respecto?

La educación es un derecho constitucional para todos los habitantes. Como todo derecho tiene como contrapartida obligaciones de distintos sectores de la sociedad que por acción u omisión deben asegurar su ejercicio. Así para los padres, tutores y encargados está tipificada la obligación de asegurar las condiciones materiales y simbólicas que permitan a niños y jóvenes el cumplimiento de las etapas declaradas obligatorias del proceso educativo.

Por su parte los educandos están obligados a cumplir las los requerimientos impuestos para alcanzar los logros educativos considerados indispensables por la sociedad y sustantivamente el estado debe brindar efectivamente los servicios educativos, generando las condiciones que permitan hacer efectivo el derecho a educarse. Los educadores son los empleados que tienen a su cargo la materialización del proceso en determinadas condiciones, son empleados a sueldo y el estado no puede transferirle a ellos ni a nadie más la responsabilidad de brindar las condiciones -entre otras pagar salarios, poner los edificios en condiciones, enviar materiales, brindar los servicios de comedor-. Es el estado el responsable de brindar las condiciones para que el servicio educativo pueda hacerse efectivo.

Esta idea de declarar a la educación como servicio público esencial está orientada a transferir esa responsabilidad a los docentes y obligarlos a prestar los servicios bajo cualquier condición como si ellos fueran los responsables de asegurar el ejercicio del derecho a la educación.

Esto no implica que se desconozca la importancia crucial que el proceso educativo tiene, tanto desde el punto de vista económico, como social. Sin embargo considero oportuno tener algunas precisiones: su centralidad no depende tanto de la cantidad de días de clase -aunque está claro que tampoco se puede educar sin clases-; la clave de la excelencia educativa está básicamente en su calidad.

Si la educación es un servicio esencial, el estado debe demostrar efectivamente que hay voluntad política de cuidar, proteger, mejorar, atender y asegurar adecuadamente la educación y las condiciones para hacer la efectiva a educandos y educadores.

De ninguna manera estas carencias se resuelven con una declaración y mucho menos cuando está bien claro en la constitución actual cuales son los alcances del derecho a la educación y las obligaciones que de él se derivan.

RP.- ¿Hoy serviría de algo una Carpa Blanca?

No lo creo. Los cambios son adaptaciones en el discurso, pero sustantivamente las cosas no han cambiado. Los gremios y los docentes mantienen fuerza y combatividad, y los gobiernos tienen continuidad en el ajuste, a veces con planes sociales que atemperan pero en lo esencial no hay grandes cambios.

Sin embargo con el transcurso del tiempo y la ausencia de soluciones de fondo, las luchas tienden al desgaste. Por eso hay que ser muy creativos. Esa fue la virtud de la Carpa Blanca: hubo apoyo popular, compromiso gremial y efectividad en el reclamo. No creo que deba repetirse, hay que inventar, crear, desarrollar nuevas ideas, nuevas estrategias, nuevos mensajes para hacer comprensible a la sociedad, el nudo de la cuestión.

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