Mauricio Macri y el clan Moyano: negociación, amenazas y un duelo permanente

Mauricio Macri y el clan Moyano: negociación, amenazas y un duelo permanente

Cuál es el enojo del Presidente con el camionero. Cómo sigue el conflicto con Pablo Moyano. Y el avance de la Justicia.

No hay paz ni tregua. Mucho menos, reconciliación. Las fotos no siempre valen más que mil palabras. Hugo Moyano viene de posar con el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, y con el vicejefe del Gobierno porteño, Diego Santilli, en la inauguración del quinto sanatorio de Camioneros en la Ciudad de Buenos Aires. Ambos funcionarios participaron del corte de cintas, se abrazaron con él y le hicieron llegar el saludo de Mauricio Macri. Formalidades.

El Presidente está furioso con el líder camionero. Lo acusa de haber fomentado la rebelión de su hijo, Pablo Moyano, y de un grupo de sindicalistas radicalizados, la mayoría alineado con el kirchnerismo duro, para impedir la discusión en el Congreso de la reforma laboral. Ese proyecto es, según la interpretación de Macri, parte clave de un engranaje que no se puede disociar del paquete económico aprobado en diciembre en el Parlamento. Considera que permitiría terminar con “la industria del juicio” y comenzar a generar las condiciones para bajar costos y crear nuevos puestos de trabajo para que la Argentina pueda ilusionarse con crecer sostenidamente en el tiempo. La ira presidencial no solo pasa por la frustración de que no se haya podido dar el debate, sino por el mensaje público de Pablo alertando que quienes votaran la ley lo harían motivados por la Banelco. “Una cosa es que se oponga, otra que nos quieren pegar a los sobornos. Nosotros no compramos leyes. Eso a Mauricio lo sacó”, dicen en el entorno presidencial.

La ley no pudo tratarse a fines de diciembre y ahora queda claro que tampoco se abordará en sesiones extraordinarias en el verano, que, de por sí, ya era el plan B del macrismo. “Decile al presidente que se olvide”, le dijo Miguel Ángel Pichetto a Rogelio Frigerio, el miércoles, en la oficina del Ministerio del Interior. Dos horas más tarde, el ministro volaba a Villa La Angostura para reunirse con el Presidente. El oficialismo entendió que está obligado a barajar y dar de nuevo. Volverían a presentar batalla a mediados de marzo o abril.

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La movida moyanista generó un efecto contagio en el peronismo parlamentario y sobre todo en la cúpula de la CGT, que había adherido a la iniciativa -incluso con abogados propios que participaron en la redacción del texto- y que ahora mira para otro lado. Más: presionados por Pablo y dirigentes de la CTA, algunos insinúan un plan de lucha. “Hay un juego de presiones y chicanas permanentes. Es hora de asumir que así empezó el vínculo y así seguirá siendo hasta el final del mandato”, admite un alto funcionario. El triunfo electoral de Cambiemos en las legislativas parece haber quedado demasiado lejos.

Macri no se olvidó del clan Moyano ni en vacaciones. Aún resuenan en sus oídos las palabras que escuchó de Hugo la última vez que se vieron a solas en la residencia de Olivos: “Quiero dejarle paso a las nuevas generaciones. Me quiero dedicar a mi familia”, le dijo. Moyano cumplió 74 años esta semana. Si algo no se le pasa por la cabeza es el retiro. Pero hay algo más que están viendo en la Casa Rosada, además de palabras incumplidas. No les parece casual la irrupción de Luis Barrionuevo diciendo que Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa “atacaron a los sindicatos y no terminaron su mandato” ni -casi en simultáneo- el apoyo público de La Cámpora a Moyano frente al supuesto “apriete” del Gobierno. “Los muchachos están queriendo cerrar filas”, avizoran en Cambiemos.

Ante ese paisaje, los dirigentes más belicosos de la plana mayor del Gobierno no dejan de especular con una salida que podría ser más traumática: que la Justicia vaya generando la tormenta perfecta para terminar de arrinconar a la familia Moyano en los Tribunales. Una pista dio ayer el ministro Triaca en radio Mitre. Cuando le preguntaron por la posibilidad de que Moyano vaya preso, la respuesta fue: “Tenemos que soltar le las manos a la Justicia para que haga lo que tenga que hacer”.

Elementos habría. La Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac) lo denunció en las últimas horas junto a su hijo Pablo por presunto lavado de activos de origen ilícito. La denuncia se concretó tras la revelación de un cruce de operaciones millonarias entre el presidente de OCA, Patricio Farcuh -para muchos el testaferro de Moyano- y el gremio de Camioneros. OCA representa más de un dolor de cabeza: le debe a la AFIP $ 3.400 millones por una operación ilegal y tiene sus cuentas embargadas. La empresa cuenta con 7.000 empleados que mes a mes se preguntan cuándo y de qué modo seguirán cobrando sus salarios.

El Gobierno les tendió una mano y a través del ENaCom les prorrogó por un mes la licencia. Pero hay alguien que trabaja para cobrar: Alberto Abad, uno de los duros en el universo oficial. El jefe de la AFIP no responde a los patrones naturales del macrismo. Esto es: se mueve con juego propio y a veces provoca algún tipo de irritación porque no es de los que consulta demasiado. La cuestión OCA la trató con más de un ministro, pero ya avisó que no cuenten con él para hacer favores.

Entre los conflcitos judiciales, a Pablo lo alcanza la declaración como arrepentido de “Bebote” Alvarez, el ex jefe de la barrabrava de Independiente, quien hizo referencia ante el juez de Garantías de Lomas de Zamora, Gabriel Vitale, a la existencia de cuentas en paraísos fiscales con plata que supuestamente salía de la venta de jugadores y que más tarde regresaba a una mesa de dinero comandada por él. Las ganancias no eran declaradas en los balances de la institución. Independiente es uno de los factores que altera el ánimo de Hugo. Ya están en prisión Noray Nakis, su vice en el club de Avellaneda, y el barra brava Roberto “Polaco” Petrov, uno de sus históricos guardaespaldas.

El Gobierno nunca creyó que, tras haber arreglado con el triunvirato cegetista de Héctor Daer, Juan Carlos Schmid y Carlos Acuña, la reforma laboral podía caerse. Los ministros habían apalabrado al resto de “Los gordos” y a los independientes. Sin embargo, ahora todos dudan. “Y eso fue porque nos cagó Moyano”, sentencian hoy en la cima del poder.

Triaca, principal interlocutor con el moyanismo, aunque no el único (en ese grupo están también Mario Quintana, Santilli y, sobre todo, Daniel Angelici), hace equilibrio. Mientras el Presidente tiene escrito un decreto para que las autoridades sindicales y los jefes de obras sociales estén obligados a presentar sus declaraciones patrimoniales, el ministro de Trabajo busca descomprimir la tensión.

“Ya te lo he dicho: tenés la oportunidad de dejar sentadas las bases para un sindicalismo moderno, algo mucho más en sintonía con el siglo XXI. Ya no va más la extorsión”, insistió en estos días Triaca ante Moyano. El jefe de los Camioneros volvió a desligarse y a culpar a Pablo: “No lo puedo controlar. Se corta solo y hace lo que quiere”. Es una tesis en la que ningún funcionario cree.

La que guarda silencio es Elisa Carrió. La jefa de la Coalición Cívica está de vacaciones en el exterior junto a sus tres hijos. Quienes no pierden contacto con ella dicen que habrá que estar muy atentos a su regreso.

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