Mercado Central: el gigante de la logística y la precariedad laboral en el conurbano

Mercado Central: el gigante de la logística y la precariedad laboral en el conurbano

La compleja estructura comercial del Mercado, donde diez mil personas interactúan todos los días, se levanta con fuerza como un centro de circulación económica de la región. Lugar de “encuentro de potencias” del mundo obrero, donde conviven jóvenes precarizados y operadores logísticos de alcance estratégico. 

El nodo agroalimentario y logístico

"Si esto para, no come más nadie", sentenciaba el operador de un puesto de verduras cuando le preguntaban por el funcionamiento del Mercado en cuarentena. Con más de cien mil toneladas de frutas y hortalizas comercializadas por mes, se trata del mayor concentrador de Argentina y uno de los principales de Latinoamérica. Recibe mercadería de todo el país y la distribuye abasteciendo a las trece millones de personas que habitan el área metropolitana de Buenos Aires. En la mayoría de sus 18 grandes pabellones, conocidos como “naves”, se dedica a la conservación, empaque, almacenamiento, organización de frutas y hortalizas (entre otros productos) para su comercialización mayorista, minorista y exportación. El Mercado además tiene relación particular con la comunidad boliviana, al ser los verduleros de esa colectividad los que mayoritariamente le compran y los quinteros, particularmente del cinturón hortícola del Gran La Plata, los que ahí venden.

En otra parte de su superficie de 500 hectáreas en forma de “L”, encontramos un sector menos conocido por el público, pero muy relevante y en crecimiento. Se trata de una plataforma logística donde se alzan el centro de distribución nacional de Mercado Libre, los operadores Cruz del Sur, Americold, SLG, Ambev-Quilmes, Femsa-Coca Cola, los mayoristas Diarco y Maxiconsumo, además de Tropical y Dole, dedicadas al comercio internacional de frutas.

El Mercado fue proyectado en los años 60, construido en los 70 e inaugurado en los 80. Está administrado por “La Corporación”, un ente tripartito compartido en partes iguales por el Estado nacional, provincial y la ciudad de Buenos Aires. Su cabecera está ubicada sobre la Autopista Pablo Riccheri, entre Avenida General Paz y la Ruta Provincial 4, conocida como “Camino de Cintura”. Está emplazado en la localidad de Tapiales, distrito de La Matanza en la zona oeste del conurbano y frente a Ingeniero Budge, de Lomas de Zamora, zona sur. Desde el predio se ven los galpones de la feria conocida como “La Salada”, cruzando el río Matanza. Este punto del conurbano es una ubicación estratégica, de altísima movilidad, rodeada por las principales arterias del área metropolitana y con rápido acceso al aeropuerto internacional de Ezeiza y al puerto de Buenos Aires.

La verdad detrás del Mercado

“Hoy en día, me estoy dando cuenta que esto no sirve de nada, que estoy en negro. Que hay gente que está hace veinte años y no le sirve de nada. Están hechos pelota”. Con esta cruda semblanza un joven trabajador nos abre la puerta al “otro lado” del Mercado Central. Menos publicitado, pero patente para cualquiera que recorra pabellones y playones, son los músculos de miles de “changarines” los que levantan y empujan el grueso número de toneladas que circulan de forma frenética. Operaciones de carga, descarga y acarreo que, al no estar mecanizadas, son comparables a las que hacían los estibadores portuarios en el siglo XIX. Trabajando de madrugada y largas jornadas, con la fuerza física al límite, otro joven denunciaba: “Olvidáte acá es un laburo pesado. Acá si no venís abrigado te cagas de frío, a última hora ¿sabes cómo te duelen los huesos, la espalda?”. Este trabajo a destajo (se cobra por bulto), no es el único fraude laboral de miles de trabajadores sin derechos, en su mayoría pibes del conurbano. La informalidad se extiende a los puestos de venta y a los galpones donde se hace una selección de productos para los supermercados.

Según el gobierno de la Ciudad hay cinco mil empleados directos del Mercado Central que realizan las más variadas tareas. Dentro de este grupo, quienes hacen la limpieza del lugar (que incluye el aseo de los pisos donde quedan los restos podridos de mercadería) son monotributistas frecuentemente despedidos y reemplazados por nuevo personal. Un sector que parece destacar como una de las “posiciones estratégicas” dentro del mercado es Control Operativo: además de recorrer los pabellones, dan acceso de entrada a los 700 camiones que ingresan por día, siguen la información, planificación y coordinación de las operaciones.

Como mencionamos antes, nos encontramos con otro grupo de trabajadores empleados en las importantes empresas ubicadas en la plataforma logística. En la planta de Mercado Libre, cerca de 600 jóvenes preparan por día cientos de miles de paquetes amarillos que salen para todo el país. La versión criolla de Amazon pegó un salto en su expansión con el crecimiento de las compras online en medio de la pandemia, y vio disparar sus acciones, que ya representan el diez por ciento del PBI argentino. Pero ser considerado por los analistas como un “unicornio” tecnológico no le impidió tener las manos manchadas de precarización, tomando por medio de una tercerizada a un centenar de pibes bajo la modalidad de contrato eventual. Ya en el nacimiento de esta planta se había dado a luz al fraude laboral con un convenio flexibilizador firmado por la empresa y el sindicato de Carga y Descarga, con polifuncionalidad de tareas y limitación del derecho a huelga, entre otras despreciables cláusulas.

Destaquemos finalmente a los operarios de Cruz del Sur, probablemente una de las logísticas con más influencia geográfica en el país, que cuenta con una flota de 800 camiones para la distribución esencial de alimentos y medicinas, además de insumos mineros. Presenta el triste récord de ser el lugar de trabajo donde murió la primer persona con coronavirus en La Matanza. Este escandaloso suceso provocó la indignación de sus compañeros que denunciaron y exigieron testeos a una patronal que no tomaba medidas de protección sanitaria. Recientemente lanzaron una medida de fuerza con la que derrotaron el recorte de sueldo que les querían imponer. En este lugar parece estar germinando un proceso de organización obrera y es llamativo que, como en otros conflictos, tomaron en sus manos La Izquierda Diario, multimedio del Partido de los Trabajadores Socialistas, como recurso de denuncia contra la patronal.

Encuentro de potencias del mundo obrero

La confluencia de este gran colectivo de trabajadores, con sus particularidades y desigualdades, puede ser un fuerte “combo” para la lucha de clases. Por un lado los sectores en negro y tercerizados, en condición precaria y flexibilizada, que pueden agregar un condimento explosivo. A nivel nacional son los precarizados los que acaban de lanzar una Red como alternativa de organización para millones ante la crisis. Por otro lado, los que controlan el funcionamiento del mercado y las áreas logísticas, de mayor incidencia en la economía del área metropolitana que conforman los “batallones” de mayor “poder de fuego” de la clase obrera. Ambos grupos concentrados en un mismo lugar neurálgico (y en algunos casos en la misma planta) tienen un potencial estratégico a condición de vencer la división que impone el Directorio, con sus propios intereses e internas, así como la fragmentación sindical, donde intervienen gremios como Comercio, ATE, Camioneros, Carga y Descarga, Asociación Mutual Unión de Trabajadores, entre otros. Recorriendo las conclusiones del anterior artículo, sobre la potencialidades de la organización obrera en la logística, en el caso del Mercado podemos pensar también que una confluencia de los distintos grupos de trabajadores se podría proponer el abastecimiento alimentario solidario y planificado de los sectores más necesitados de la población en estos tiempos de hambre y miseria.

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