Moyano admite la tensión con Macri, pero no habla de ruptura

Moyano admite la tensión con Macri, pero no habla de ruptura

Cerca del camionero no creen que la relación se altere por los acuerdos que hay vigentes; preocupación por OCA

 

Lejos de tomárselo a modo personal, Hugo Moyano relativiza puertas adentro el mensaje que Mauricio Macri envió al echar a dos funcionarios que estaban estrechamente vinculados con los sindicatos. Admiten en el entorno del jefe camionero que el vínculo con el Presidente no atraviesa la estabilidad y sintonía de otras épocas, pero rechazan de manera tajante una ruptura o el inicio de una etapa de confrontación.

 "No veo un enfrentamiento con Macri como lo hubo con Cristina. Está preocupado lógicamente por la situación de los trabajadores y el empleo, pero no pasa de eso", dice a LA NACION un asesor de Moyano que lo frecuenta casi a diario tanto a él como al resto del clan, que integran sus hijos Pablo, el impulsor de la protesta de la CGT del martes pasado, Facundo, que oficia como diputado opositor, y Hugo (h.), un abogado laboralista influyente y en ascenso.

Existe todavía un rosario de razones para considerar prematuro un quiebre en la alianza estratégica que sellaron Macri y Moyano desde cuando ambos encontraron en el kirchnerismo un enemigo común. Los vincula, de manera directa e indirecta, desde acuerdos por la recolección de la basura en la ciudad de Buenos Aires hasta una suerte de pacto para controlar la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). Nada de eso se quebró. Por ahora.

Lo que más preocupa en ambas orillas es la delicada situación de OCA, la empresa postal privada más grande del país que Moyano considera casi como propia. En 2013, de la mano del líder sindical, el excéntrico empresario Patricio Farcuh se alzó con la compañía, que tiene hoy 7000 trabajadores (todos afiliados a camioneros), está en concurso de acreedores y a la que la AFIP le reclama $ 400 millones por evasión impositiva. Los problemas financieros se agudizaron en 2016 y desde entonces Farcuh y los Moyano entraron en una guerra por la administración de la empresa. Hasta se rompió la amistad que se forjó durante los viajes a los dos últimos mundiales de fútbol.

"Si OCA cierra y quedan 7000 familias en la calle será responsabilidad de Farcuh y del Gobierno. Si eso sucede, vamos a pelear por los trabajadores", advierten allegados al camionero.

El Gobierno sigue de cerca la situación y se muestra hasta ahora cooperativo. Intervino para que hace unos días la Justicia levante los embargos y le permita a OCA seguir operando. Pero también le mantiene parte del reparto de documentación de organismos públicos. Sin embargo, el Correo Argentino, la competencia estatal, comenzó a tomar pedidos de Mercado Libre, el cliente principal que mantiene hoy en pie a OCA.

A Moyano no lo sorprendió el desplazamiento de Luis Scervino de la Superintendencia de Servicios de la Salud ni de Ezequiel Sabor como número dos del Ministerio de Trabajo. A Scervino lo conoció por intermedio de José Luis Lingeri, el dirigente que ofició de nexo entre él, Luis Barrionuevo y Antonio Caló para reunificar el año pasado a la CGT.

Con Sabor, en cambio, había mayor cercanía. Durante el kirchnerismo, Moyano y Sabor idearon una estrategia para que la Subsecretaría de Trabajo porteña actúe como autoridad de fiscalización laboral, minimizando así los alcances de la cartera que encabezaba Carlos Tomada. "Se sabía que había dos líneas que no podían convivir", dice un dirigente camionero sobre la interna entre Sabor y su jefe, Jorge Triaca.

Hace nueve días, Moyano almorzó con los ministros Triaca (Trabajo), Rogelio Frigerio (Interior), Juan José Aranguren (Energía) y Mario Quintana (vicejefe de Gabinete). El asado en el 8° piso del Sindicato Unido de Petroleros e Hidrocarburíferos se alteró cuando en los teléfonos celulares de los comensales comenzaron a amontonarse los mensajes con el aviso de que la CGT ratificaba su protesta a la Plaza de Mayo. Quintana exigió un gesto: "Hagan un comunicado expresando su desacuerdo". Se apuraron las frutas del postre y el café. Atrás había quedado la charla cordial sobre la intención oficial de reducir los costos laborales en tren de allanar la llegada de inversiones.

Desde que Macri llegó a la Casa Rosada es la segunda vez que se tensa la relación con Moyano. En junio de 2016, tras los cruces retóricos por el veto a la ley antidespidos, hubo una escalada a partir de la intención del jefe camionero de presidir la AFA, donde finalmente ubicó a su cuñado, Carlos Tapia.

El vértigo de esta semana, en plena disputa con la CGT, distingue un final incierto. "Moyano juega siempre para él. Con el Presidente hablan más de fútbol que de política", intenta minimizar la relación un ministro. Ahora deberán hablar también de OCA, un desvelo mutuo.

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