Una nueva esperanza de tener futuro

Una nueva esperanza de tener futuro
Tres jóvenes aportan su mirada y su entusiasmo por los beneficios del Progresar, que les vuelve a abrir las puertas de las aulas. Por: Gustavo Montiel

"Ahora mi plan es seguir estudiando"

Juan Pablo Palacios escuchó atentamente cada pregunta y respuesta, quiso salir en todas las fotos, pero al momento de hablar, no había manera de convencerlo. "No tengo nada para decir", decía sonriendo y bajando la mirada. Casi al final, se animó un poco. Tiene 17 años, y es el octavo de once hermanos. Su papá falleció. Vive con su mamá en Ciudad Oculta, y le gusta mucho la música. "El año pasado empecé a trabajar, porque mi mamá no puede sustentarnos a todos. Estaba estudiando, pero terminé dejando en segundo año", contó. Hasta la entrevista, Juan Pablo no conocía el lanzamiento del plan Progresar. "No estaba enterado de este beneficio, para mí está muy bueno. Ahora mi plan es seguir estudiando, tal vez hacer un terciario después, no sé si hacer la universidad, porque mi cabeza no da para tanto. No pretendo vivir de mi mamá", subrayó. En febrero próximo, Juan Pablo cumplirá 18 años. Comenzó a trabajar a tiempo parcial en una sucursal de McDonalds. Sobre Progresar, comentó: "Está bueno que sigan abriendo puertas para que los chicos se interesen en seguir estudiando, y que aquellos que no pueden tener esa posibilidad, tengan los recursos. Me voy a poner a chusmear por Internet y vamos a ver qué onda. Estudiar es muy importante, más que empezar a trabajar a edad prematura", reconoció.

"Es un golazo. Como mínimo te cubre los apuntes y el viaje"

Soledad Arriola es, por lejos, la más conversadora de los jóvenes que dialogaron con Tiempo Argentino. También vecina de Ciudad Oculta, tiene 22 años y cursa el CBC de la UBA para seguir la carrera de abogacía, primero en la sede de Paternal y actualmente en la de Puán.

Es la tercera de siete hermanos. "No conozco a mi papá. Sólo mi mamá siempre estuvo presente", contó. A los 16 años, tras una crisis personal, decidió irse a vivir sola, y luego en pareja. No tiene hijos. Su relación con el estudio, tuvo idas y vueltas. Por decisión de su mamá, comenzó a estudiar en un colegio privado, becada.

"Cuando ingresé al colegio privado sentí ese choque de realidades distintas. A medio año mi mamá me hace dejar porque no podíamos pagar los libros", contó.

A pesar del amor y agradecimiento a su mamá por haber luchado sola con ella y sus hermanos, Soledad no comparte algunas de sus ideas: "Ella tenía, y tiene todavía en la cabeza, eso de pensar que un colegio privado es mejor que uno público", contó. Finalmente pudo terminar el secundario en la escuela pública, en la EMEM 4 de Lugano.

A pesar de las dificultades, en tercer año del secundario una profesora de Economía la recomendó para una pasantía en la empresa Falabella, donde posteriormente no pudo ingresar efectiva porque tenía que tener quinto año terminado.

Con 18 años, comenzó a trabajar en una fábrica en Lugano. En 2012 la trasladaron a un local comercial en Belgrano donde trabajaba "entre ocho y diez horas" y allí, en pleno CBC, detuvo sus estudios. En 2013 volvió a cuidar niños, con sueldo por hora, y retomó sus estudios.

"Para mí el Progresar una gran ayuda. Ni bien entré ayer a Internet, me puse a ver de qué se trataba, y vi que es un golazo. Mínimo los apuntes y el viaje te los cubre. A mí en lo particular me ayudaría, y me alegra que también se ocupen de los que estudiamos en la universidad. En el barrio, acá hay muy pocos chicos que piensan en ir a la universidad. Y es un mundo muy distinto", señaló.

El mensaje es "ponete a estudiar"

Del '93. Andrés Díaz, Andy para los amigos, fue el primero en llegar a la casa de Jorge Aquino, el operador comunitario Albariños del Ministerio de Salud de la Nación, quien ofició de nexo con los jóvenes. Andy tiene 20 años y es, como Aquino, vecino de Ciudad Oculta, la barriada donde se erige la denominada Villa 15, en el barrio de Villa Lugano, en la actual Comuna 8, zona sur de la Ciudad. Andy, el menor de once hermanos. Sus padres son separados. "A mi viejo lo conocí cuando tenía diez años", recordó. Además de estudiar, desde adolescente Andy quiso participar en la murga Los Delirantes de Mataderos y militar en su barrio, actualmente en la JP.

En 2013 Andy tuvo que dejar de cursar la escuela secundaria porque el duro trabajo de albañilería que consiguió para ayudar a su mamá pudo más que los libros. "Mi vieja está enferma de diabetes, y yo soy el único que queda en casa para ayudarla. Están también mis hermanos pero soy el único que quedó con ella. Tengo un primo que es contratista de albañilería. Acepté su propuesta de trabajar de albañil. Es un laburo muy pesado, que te lleva mucho tiempo y te cansa mucho", contó. Al principio, con su primo combinaban los horarios. Pero después su pariente se fue de la obra y todo cambió. Se levantaba a las cinco de la mañana, a las seis salía para su trabajo en una obra de Belgrano, donde llegaba a las ocho. A las cinco y media de la tarde tenía que llegar a la Escuela de Reingreso Nº 1 Tomás Espora en Liniers. Comenzó a llegar tarde a la escuela, y después, a faltar. "Llegaba re cansado a las clases, hasta que este año que pasó tuve que dejar. Era mi último año", contó. Le quedan pocas materias para recibirse de "bachiller con orientación en Comunicación". Sobre todo, le gustan los talleres de radio y fotografía. "Siempre me gustó la radio. Por ejemplo, nosotros acá teníamos un programa en FM La Milagrosa, la radio de Ciudad Oculta, y tuve que dejar. Hay muchos chicos que, así, se le bajan todas las expectativas y las ganas. Es complicado ver la cara de tu vieja cuando decís 'ma, tengo que dejar el colegio'. Y le pasa a muchos pibes", contó. Ahora, Andy tiene un nuevo trabajo, en una fábrica de mates en Villa Soldati, y una nueva esperanza de retomar y anotarse en Progresar: "A mí me re gustó la idea de Progresar. Yo la veo con un doble sentido: más allá de la ayuda para los pibes, es también como un mensaje indirecto para ellos, para decirles 'ponete a estudiar'. Esta ayuda no es sólo para que los pibes tengan un par de pesos en el bolsillo, sino para que estudien y elijan una carrera", ponderó.

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