"El plan de agua es uno de los planes con mayor inversión del Estado, el Presupuesto Nacional le otorgó $27.000 millones pero no alcanza, aunque se está usando la mayor disponibilidad de financiamiento público que existe, por eso Argentina necesita infraestructura para la productividad pero también para atraer la inversión", afirmó el funcionario del Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda de la Nación.

Bereciartua se explayó al respecto en una entrevista a Télam, al subrayar que Argentina invierte dos puntos del PBI en infraestructura, pero se debe llegar a cinco puntos para tener la infraestructura necesaria y crear esquemas que convoquen otras fuentes de financiamiento, más allá los bancos multilaterales y el Tesoro, que tiene muchos límites.

"La tercera pata (de financiamiento) está en poder convocar fuentes, como fondos soberanos y los mercados -o incluso países que tienen gran capacidad de financiamiento, como China-, posibilidades que hay que potenciar los próximos años", exhortó.

El plan de agua en marcha, en opinión del funcionario, ya permite tener "elementos que muestran credibilidad a mediano y largo plazo, que es lo necesario para atraer otras fuentes de inversión".

"Este año se inician obras muy importantes financiadas por el Tesoro y organismos multilaterales: se licitarán alrededor de $7.700 millones sólo en el eje de agua y saneamiento, y se concluirán obras por $6.000 millones", precisó respecto de los desarrollos de la Subsecretaría de Recursos Hídricos en las provincias del norte comprendidas en el Plan Belgrano.

Según la ponderación de Bereciartua, existieron tres factores "muy graves" en la administración precedente: "consolidar un sistema sin planificación ni proyectos, y que no usaba las fuentes de financiamiento que están disponibles en el mundo".

En ese contexto, la inversión es "muy reducida, de muy baja calidad y muy poco transparente para que un país funcione de verdad, ya que, además de estar mal hecho, en 2015 el gobierno de Cristina Fernández pagó la mitad de las obras y en el último trimestre, ninguna"; con lo cual se dejó de licitar en 2015 y el mecanismo "lleva meses hasta reactivarlo" una vez frenado.

"Usar dinero del Tesoro es lo menos eficiente y había un modelo deliberado durante el kirchnerismo de no usar el financiamiento que el mundo permite: una visión del mundo grave; y si se deja de pagar y licitar hay un impacto dramático", caracterizó.