Obras sociales: ¿la plata a los gremios?

Macri podría compensar al sindicalismo peronista con un nombramiento clave: la presidencia de la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS)

Sería el máximo gesto de buena voluntad de Mauricio Macri hacia el poder sindical (y muchísimo más de lo que le ha dado Cristina Kirchner en ocho años de gobierno). Es que los cambios en el Impuesto a las Ganancias no serán inmediatos como se había insinuado y ciertas designaciones en el gabinete no fueron celebradas por los dirigentes gremiales, pero el Presidente electo podría compensar al sindicalismo peronista con un nombramiento clave: la presidencia de la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS), que controla los fondos de las obras sociales.

El tema estuvo presente en los contactos reservados que varios sindicalistas habrían sostenido con el designado ministro de Salud, Jorge Lemus, el mismo que, como anticipó Clarín, había brindado una sugestiva definición ante varios especialistas en seguridad social de la CGT Balcarce cuando todavía estaba a pleno la campaña electoral y Macri no era el favorito en las encuestas: “Para nosotros, las obras sociales son el corazón del sistema de salud de la Argentina”.

Luego del balotaje, representantes del PRO le habrían asegurado a sindicalistas de peso que el nuevo gobierno estará dispuesto a devolverle al gremialismo los 40.000 millones de pesos de las obras sociales que se acumularon en el Fondo Solidario de Redistribución, dinero que proviene del aporte de los trabajadores y que se debe utilizar para financiar la atención de las enfermedades de “baja incidencia y alto impacto económico” (como el cáncer, la discapacidad, la drogodependencia y el VIH-SIDA). Cristina Kirchner siempre mantuvo esa plata inmovilizada en una cuenta del Banco Nación como una forma de mantener disciplinados a los sindicalistas.

Aunque no logren destrabar esos fondos, la eventual decisión de darles la jefatura de la Superintendencia será un bálsamo para un sindicalismo que miraba de reojo a los macristas por la llegada del ex directivo de Techint Miguel Angel Punte a la Secretaría de Empleo del Ministerio de Trabajo nacional y del ejecutivo de Telecom Marcelo Villegas como titular de Trabajo bonaerense. Dos nombramientos de sello empresarial que el nuevo gobierno probablemente procure equilibrar dándole la Secretaría de Seguridad Social a un candidato propuesto por Gerónimo “Momo” Venegas, el titular de los trabajadores rurales y aliado electoral de Macri en Cambiemos.

El mismo espíritu de buscar la confianza sindical es el que explicaría que quizá sigan en sus cargos algunos funcionarios laborales a nivel nacional (como la actual directora nacional de Asociaciones Sindicales, Elena Otaola) y otros de la grilla de Oscar Cuartango en la Provincia.

Claro que la continuidad de representantes K no será la mejor noticia para un feroz opositor al gobierno saliente como Hugo Moyano, que está experimentando un sabor agridulce. Macri finalmente lo recibió el jueves pasado, luego de dos reuniones suspendidas a último momento, y le concedió la primera foto del Presidente electo con un sindicalista. Pero la expectativa del jefe camionero era una reunión a solas y no la que su amigo del PRO le impuso, con la presencia de Marcos Peña y de dos ministros que habría vetado, como Jorge Triaca y Guillermo Dietrich.

Moyano también operó para lograr que Macri otorgue al gremialismo la Superintendencia de Servicios de Salud, aunque su cosecha de cargos hasta ahora fue mínima. No logró insertar a nadie en el área de Transporte, por ejemplo, aunque Dietrich avanzó en acuerdos sobre el sector portuario y fluvial con moyanistas como Juan Carlos Schmid y Julio González Insfrán. Sí, en cambio, desembarcó como viceministro de Trabajo alguien que le inspira confianza como el actual subsecretario laboral porteño, Ezequiel Sabor. Y su yerno, Claudio “Chiqui” Tapia, habría sido designado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires como vicepresidente del CEAMSE. No sería casual que en la comida entre Moyano y Macri surgiera la posibilidad de que el modelo de reciclado de residuos del CEAMSE sea exportado a todo el país.

Quizá tampoco sea casual que el líder de la CGT Azopardo se muestre ahora menos entusiasta con Macri que antes del triunfo electoral. ¿Sentirá que obtuvo menos reconocimiento que los que imaginaba? Moyano parece haber dado algunas pistas al advertir que las próximas paritarias deberían tener un piso del 28%, que es la inflación acumulada que su central obrera midió para noviembre.

La cifra aterrorizó a los estrategas económicos de Macri, que tienen en mente una cifra mucho menor para orientar las negociaciones salariales. No hay nada peor que un aliado sindical disconforme para un gobierno necesitado de garantizar la paz social. Por las dudas, el Presidente electo lo defendió anteanoche ante las críticas de Mirtha Legrand y lo ponderó como “uno de los dirigentes sindicales más importantes”. ¿Servirán esos mimos o hará falta algo más?

Macri tendría otro problema cuando instrumente el llamado al acuerdo de precios y salarios. Triaca anticipó que quiere convocar a las cinco centrales obreras, pero el núcleo duro de la CGT Balcarce (con Antonio Caló, Ricardo Pignanelli y Omar Viviani a la cabeza) podría reclamar la exclusión de sus rivales de la concertación porque carecen de reconocimiento oficial. Son los mismos dirigentes que no irán al plenario del 17 de diciembre en la sede cegetista de Azopardo para debatir la unidad sindical. Por ahora, su actitud es equiparable a la de su jefa política, esa misma que sigue dando muestras de que se resiste a aceptar el triunfo de Macri en las urnas.

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