Si el oficialismo no logra que salte algún poroto, el Presupuesto faltará en la mesa de fin de año

Si el oficialismo no logra que salte algún poroto, el Presupuesto faltará en la mesa de fin de año

Mientras ninguna fracción del peronismo ceda, el Presupuesto quedará empantanado. Las especulaciones y el poroteo en medio de un laberinto con muchos actores que amenaza, incluso, preacuerdos sellados. Qué tiene cada uno y cómo lo utiliza. En ese contexto, el Senado llamó a sesión para el miércoles 21 a las 11.

El oficialismo tuvo presente siempre cuál era la ecuación en la Legislatura: con el Frente Renovador pero sin ninguna fracción del peronismo no obtiene nada que necesite dos tercios; un acuerdo con todo el peronismo le permite llegar al número pero le provoca una implosión en el pacto de gobernabilidad con Sergio Massa atado por la mismísima gobernadora María Eugenia Vidal.

Quedó virtualmente encerrado y preso de la interna justicialista (que en sus confines también involucra a Massa). Si bien en el inicio de las negociaciones por la Ley de Leyes la intención de Cambiemos era “sacar el Presupuesto con el mayor consenso posible, y que sea votado por todos los sectores”, con el correr del tiempo el oficialismo empezó a cerrar por sector. Acordó con algunos, pero esos “algunos” también se fueron encerrando en la interna peronista y la Legislatura quedó empantanada.

Desde hace al menos un mes, Cambiemos asegura tener prácticamente acordada la votación con el Grupo Esmeralda y el Movimiento Evita, pero estos sectores hasta ahora no se animaron a cortarse solos en la votación como sí lo hicieron en las charlas subterráneas. También Florencio Randazzo negoció por su cuenta y después apareció con la intención de meter a todos los sectores con la premisa de “ir por todo”. Ese combo agigantó las desconfianzas en el peronismo, que aún en medio del conflicto interno logró hasta hoy alinear en una misma postura a los cuatro bloques del Senado y a los tres bloques en Diputados.

Ahora bien, cómo es el intrincado poroteo en el que reparten esos bloques y cuáles son los laberínticos caminos por los cuales transcurren las especulaciones sobre posibles acuerdos por grupos.

En el Senado, en principio, el Bloque Peronista es el que aparece más permeable al diálogo, y en su interior es donde el randazzismo adquiere fortaleza, ya que el ex ministro del Interior responden Norberto García y Alejandro Urdampilleta, y mantiene una alianza política con el ex intendente de Olavarría, José María Eseverri, a quien le reportan los senadores Héctor Vitale y Carolina Szelagowski.

El presidente de la bancada, Patricio García, es hombre de Julián Domínguez, y quien a la vez lleva las riendas del diálogo interno en la Cámara con los demás bloques. El restante, Fernando Moreira, es hombre de Gabriel Katopodis. Una de las incógnitas es de qué manera puede repercutir en el bloque un distanciamiento de Randazzo con el Grupo Esmeralda por diferencias acerca de la manera de encarar la negociación por el Presupuesto.

Los dos del bloque Partido Justicialista, Daniel Barrera y Darío Díaz Pérez siguen la línea de Fernando Espinoza, y harán lo que el PJ orgánico dictamine. Por fuera de lo que es la discusión presupuestaria todavía hace mella el intento del PRO y el Frente Renovador de dividir La Matanza.

El kircnerismo, nucleado en sus distintas vertientes en el bloque FpV que conduce Magdalena Sierra, aparece como el hueso más duro de roer, “y la intransigencia de Randazzo los ha juntado (con el randazzismo) aunque parezca mentira”, se quejó ante La Tecla un legislador del PRO.

Desde su unibloque, María Fernanda Campo, acompaña al resto en la tesitura por el Presupuesto, en línea constante con el intendente de Ituzaingó, Alberto Descalzo.

Hasta ahora, el oficialismo, en acuerdo con el Frente Renovador, y los monobloques de Omar Foglia y Jesús Cariglino suma 29 voluntades, a dos de las 31 necesarias para llegar a los dos tercios si el plenario está completo.

Allí es donde ha adolecido la estrategia oficial. “No pude ser que falte tan poco y no lleguemos”, suelen rezongar en Cambiemos. Pero es una realidad que parecía subsanada hace apenas dos días y se ha empantanado en las últimas 48 horas. Aunque, a decir verdad siempre estuvieron tan cerca como tan lejos.

Igualmente, la madre de las batallas no es el Senado sino la Cámara de Diputados, donde las peticiones del peronismo (o al menos de la fracción más dura que por ahora arrastra al resto) alcanzan la vicepresidencia de la Cámara. Aunque repetido, vale recordar que el acuerdo del año pasado entre Cambiemos y el Frente Renovador dejaba la presidencia y la vicepresidencia con firma un año para cada uno; y que eso es lo que quiere quebrar esa parte del peronismo que insiste con la vice. 

Sin tener demasiados legisladores, Florencio Randazzo lanzó una campaña para que el peronismo se quede con esa silla, que el propio ex ministro ya tiene quien la ocupe: Marelo Feliú, actual vicepresidente primero. 

Esa jugada ha provocado otro sismo. Jorge Sarghini no renunciará a la presidencia hasta que no se efectivicen todas las renuncias de las autoridades actuales y esté cerrado el acuerdo para el reemplazo. Cambiemos y el Frente Renovador ya tienen pactado Manuel Mosca presidente, Ramiro Gutiérrez vice. Sin embargo, si el peronismo no cede, cumplir con eso podría significar poner en riesgo el presupuesto. 

Como se dijo, en Cambiemos confiaban que ante la falta de acuerdo general, el Grupo Esmeralda y el Movimiento Evita podrían aportar sus manos para llegar al número mágico de 62 con el cual se podría votar el endeudamiento, pieza clave en la Ley de Leyes que viene. Hasta ahora, Cambiemos, el Frente Renovador y los aliados juntan 55. Sí o sí necesitan una pata peronista.

La Cámpora y el ultrakirchnerismo reportan 17 en el bloque Frente para la Victoria (que ha fuincionado sin presidencia formal), un eslabón Douro que opera para el oficialismo como la última puerta a golpear. Para colmo, la intransigencia del sector que pide la vicepresidencia los ha puesto del mismo lado, incluso con la ilusión de poner ellos el diputado que se siente en esa silla. 

En el bloque de los 13 (FpV-PJ), que preside Walter Abarca, es donde conviven representantes de intendentes, randazzistas y aliados al Esmeralda. Por ello, si entre Randazzo y los Esmeralda llega a explotar la mecha encendida en los últimos días, es factible que esa bancada pueda romperse. Allí conviven el mencionado Feliú y el portavoz del randazzismo en Diputados, Andrés Quinteros, con diputados que preferirían respetar lo ya acordado, que incluye la votación de Guido Lorenzino como Defensor del Pueblo.

La Defensoría, donde se crearán por ley tres adjuntos, también fue una zanahoria para el Movimiento Evita, que se quedará con una de esas sillas de acuerdo a lo comprometido por el Gobierno. Los tres diputados del Evita (Fernando Navarro, Patricia Cubría y Gustavo Di Marzio) integran el bloque junto a Horacio González, Hernán Doval y Graciela Rego (presidenta). Y una de las cosas que esa bancada estaría exigiendo es que además se respete una promesa hecha al ex presidente de la Cámara. A Horacio González lo esperaría una silla en la Contaduría General que por ahora no ha sido cedida.

El meollo es grande y sólo se desenreda con política. El trabajo en ese sentido se ha estirado más de la cuenta, y mientras el oficialismo sigue confiado en poder destrabar la situación en las próximas horas y tener Presupuesto y Ley Impositiva antes del brindis de fin de año, el peronismo tampoco puede salir del intríngulis interno, aunque legislativamente sostiene una postura común de no bajar al recinto si no quedan todos contentos. Por eso, mientras no se mueva alguno o varios porotos en casillero permanecerá inalterado. Y eso, en calle 6 comienza a crispar los nervios. El Senado intentará dar la buena nueva el miércoles, tras haber convocado hoy a sesión para ese día, a partir de las 11 de la mañana.

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