Para el ministro de ¿Trabajo? Moroni, 45.000 desocupados más no es algo “extraordinario”

Para el ministro de ¿Trabajo? Moroni, 45.000 desocupados más no es algo “extraordinario”

Claudio Moroni justificó ante senadores las políticas oficiales. Usando la misma excusa de Alberto Fernández, dijo que hubo unos 45.000 despidos desde la cuarentena y que no se trata de un número “extraordinario”.

 

Claudio Moroni, jefe del Ministerio de Trabajo de la Nación, brindó una teleconferencia ante la Comisión de Trabajo de la Cámara de Senadores.

Allí defendió la estrategia oficial de Distanciamiento Social Obligatorio, a pesar de que desde que comenzó la cuarentena (y con DNU de prohibición de despidos de por medio) ya se perdieron unos 45.000 puestos de trabajo.

El ministro justificó el avance patronal sobre los trabajadores utilizando la misma excusa de Alberto Fernández: “prefiero 10 % más de pobres que 100.000 muertos”.

Concretamente, Moroni dijo que el Gobierno tuvo como primer objetivo frente a la pandemia “mantener la salud de la población”.

De todas formas, hay que resaltar que Moroni no dijo cómo se hizo el cálculo del número de despidos del que habla. Fuentes del Ministerio de Trabajo le dijeron a La Izquierda Diario que “recién están haciendo la EIL (Encuestas de Indicadores Laborales) de marzo y aún no hay universo suficiente para determinar el impacto en el empleo”.

Las fuentes consultadas por este medio dicen que “estadísticamente se va a ver reflejado el impacto en mayo, cuando estén los números de abril”.

El terrible oficio de justificar el ajuste

Además, queriendo restarle importancia a un problema tan sensible como es el trabajo, Moroni dijo que los 45.000 despidos son un número similar al del mismo período del año pasado (cuando gobernaba Macri y su séquito de gerentes de empresa) y que no son “algo extraordinario”.

La operación oficial pretende naturalizar que en estos momentos de crisis sanitaria, los empresarios aprovechan para avanzar con despidos, suspensiones y rebajas salariales.

No denunciar las “vivezas” empresarias lleva a normalizar el hecho de que las patronales pueden hacer lo que quieran y el resto tiene que aceptar que la pobreza es un hecho consumado.

El discurso del ministro de Trabajo se completa con los dichos de Alberto Fernández de estos días, cuando les tiró flores a los empresarios, queriendo mostrarlos como carmelitas descalzas que “ponen el cuerpo” en esta crisis.

Pero los fríos números hablan por sí solos. Mientras más del 36 % de la población está sumida en la pobreza, los diez empresarios más ricos ganaron el año pasado más de U$S 34.000 millones. Ellos no “ponen el cuerpo” como sí lo hacen los trabajadores que sufren la miseria, los despidos y las bajas de sus magros salarios.

El lobby de los empresarios para que todo vuelva a funcionar (a costa, claro está, de la salud de los trabajadores) hace mella en el Gobierno que les viene permitiendo hacer lo que quieran.

Pero además, el discurso oficial nos alerta sobre lo que puede pasar después de que termine la cuarentena y la pandemia: ¿vamos a aceptar que crezca 10 % la pobreza mientras los más ricos se hacen más millonarios? ¿O, en cambio, nos propondremos como camino que esta vez los trabajadores no paguen los platos rotos de la crisis?

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