Parto de Paritaria

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Los maestros y ministros de Educación de todo el país miden sus fuerzas en una negociación que se desarrolla en tensa calma. Los educadores porteños esperan superar los 5.000 pesos básicos.

Un día antes del cierre de esta edición, se reunió con los representantes de los gremios docentes el Consejo Federal de Educación, que conforman el ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, y los ministros de todas las provincias del país.

En un clima de ingente preocupación que apenas podía ser disimulado, se escucharon algunos reclamos de aumentos que llegarían al 61 por ciento, que fueron tildados como posibles generadores de “desmadres” por algunos funcionarios. Los demandantes, que generaron una cierta zozobra, fueron los secretarios generales de los gremios docentes que se alinean con la CGT que lidera Antonio Caló: Jorge Dobal (AMET); Fabián Felman (CEA); Sergio Romero (UDA) y Mario Almirón (Sadop), quienes se habían reunido el viernes con Sileoni y el ministro de Trabajo, Carlos Tomada.

Estos gremialistas piden que el salario inicial de un docente sin antigüedad sea llevado de $3.416 a $5.500, según informó Dobal en una entrevista radial, en la que también solicitó que Sileoni “se abra al diálogo”, ya que en ese momento el Ministerio aún no había convocado a los docentes, apenas 23 días antes de que comenzaran las clases.

Dobal planteó que los maestros albergaban en diciembre “una primera idea” de lo que iban a plantear en la paritaria, pero que desde esos días hasta hoy “los parámetros han cambiado tanto que aquella idea ya no tiene relación” con sus necesidades.

El sindicalista adelantó que si la situación no se solucionara en los próximos días, podrían no arrancar las clases el 26 de febrero próximo. Por lo pronto, advirtió: “Nos declaramos en estado de alerta”, en tono amenazante.

Las reuniones seguirán adelante dentro de un panorama de incertidumbre, ya que nadie arriesgó aún cifras consensuadas. La única excepción fue el pedido de la Asociación de Trabajadores de la Educación de Neuquén (ATEN), que está en manos de la izquierda y ya anunció que no cejarán en un intento de conseguir que su aumento sea del 100 por ciento. Los herederos de Carlos Fuentealba aseguraron que no darán su brazo a torcer, por lo que el gobernador Jorge Sapag deberá lidiar con la línea más dura del país, aunque entre los ministros hay algunos que creen que ese cetro, que hoy le adjudican a Alejandro Castellar (ATEN), está en una disputa palmo a palmo con el bonaerense Roberto Baradel.

Cuestión de números

En los guarismos fríos, el Gobierno nacional aún no ofreció nada, pero se estima que su propuesta final será del 18 al 20 por ciento, una cifra que los gremios docentes considerarían insuficiente como meta final, pero que podrían aceptar si existiera en el marco de un “acuerdo corto”, que obligaría a las partes a discutir nuevamente la pauta salarial en junio.

Dentro del Gobierno existe la convicción de que no habrá problemas con el inicio del ciclo escolar, excepto en Neuquén y en algunas pocas provincias. De todos modos, hay conciencia de que la situación es “complicada”, en un marco de fuertes aumentos en los alimentos y otros insumos importantes para la vida diaria de la clase media.

Los gremios, por su parte, todavía no redondearon su propuesta acabadamente. Pareciera que la incertidumbre de la situación se hubiera apoderado de todos y que el signo bajo el cual los dos sectores se escudaran en este momento inicial se puede reducir al apotegma “escuchar y negociar”.

De todos modos, la propuesta gremial conocida hasta ahora ronda un pedido del 25 al 30 por ciento de aumento, siempre en el marco de un “acuerdo corto”, que obligaría a todos los sectores a volver a sentarse a la mesa de la negociación en junio.

Este mecanismo de acuerdos a corto plazo ya fue implementado por los aceiteros, los bancarios, los colectiveros y los petroleros, que aplicaron una dinámica de negociar transitoriamente una cifra menor a la que pretendían, a la espera de la evolución de la espiral inflacionaria.

Segundas partes

A tono con el antiguo dicho que reza sobre la poca efectividad de las segunda partes, que “nunca fueron buenas”, los voceros gubernamentales estarían dispuestos a aceptar el “acuerdo corto” con la salvedad de que la vuelta a las negociaciones podría traer pedidos“excesivos”, que conducirían a nuevos conflictos.

“Nadie quiere que esto fracase”, dijo un vocero off the record, más como una expresión de esperanzas que de realidades. El temor es que la influencia de algunos grandes medios de comunicación, a los que acusan de buscar que “todo arda”, se replique en algunos gremios y lleve las cosas a límites que nadie desea alcanzar.

“Son sindicatos que están presionados por unas bases de clase media que temen perder su poder adquisitivo, a las que nada les alcanza”, analizan los funcionarios. Temen que “la lógica corporativa exenta de análisis político” que creen observar en algunos representantes gremiales “derribe los límites razonables y el conflicto se vuelva ingobernable”.

Peligra el inicio de clases en Buenos Aires

Si bien el gobernador Scioli manifestó su “vocación de diálogo”, recordó que el aumento irá en consonancia con lo que se decida en el Consejo Federal.

Baradel, el secretario general del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires (Suteba), le contestó que si el gobernador propone “los mismos parámetros del año pasado”, la situación se va a complicar.

En 2013 los gremios docentes sostuvieron un conflicto que recién se resolvió el 5 de junio, cuando el Gobierno bonaerense les ofreció un incremento del 24,6 por ciento, a pagar en julio y septiembre, que el Frente Gremial Docente, que conforman Suteba, Sadop, FEB, UDA y AMET consideró aceptable. Hasta entonces habían parado 12 días y amenazaban con profundizar aún más el conflicto.

Al ser consultado sobre la posibilidad de que se repita un escenario de conflicto como el de 2013, con tantos días sin clases, el gremialista advirtió que “eso dependerá de la actitud del Gobierno”. “Al gobernador de la Provincia le solicitamos una reunión desde noviembre y eso todavía no sucedió. Lo que tiene que entender es que no aceptaremos que no se tenga una consideración con el sector docente, con el nivel de inflación que hay.”

La mosca blanca

El distrito que más holgadamente sorteó la discusión salarial en los últimos dos años fue la Ciudad de Buenos Aires. Las clases se iniciaron normalmente el 27 de febrero de 2013, cuando el Gobierno porteño ofreció el mayor incremento salarial del país, que oscilaba entre el 26 y el 31 por ciento.

Por estos días, los integrantes de los 17 gremios educativos porteños se encuentran a la espera del fin de la paritaria nacional, que se produciría en unos días, tras la cual los gobiernos provinciales –incluido el porteño– ofrecerán sus propuestas.

Las negociaciones que están a punto de iniciarse podrían llevar el salario básico de los docentes porteños hasta una suma algo mayor a los cinco mil pesos, aunque habrá que ver si esto se logra sin conflictos.

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