Un pequeño paso para Gastón Fossati, pero un gran salto para la modernidad

Un pequeño paso para Gastón Fossati, pero un gran salto para la modernidad

Un pequeño paso para Gastón Fossati, pero un gran salto para la modernidad El recorrido del viejo y derruido edificio de ARBA hacia la modernidad quedará en la historia de la provincia de Buenos Aires como un ícono de todo lo que está mal hecho e improvisado, y las palabras de su titular -“Hoy comenzamos el camino hacia la modernidad”-, como una vara sobre lo que se podría medir todo lo tragicómico que rodea a la dirigencia política bonaerense.

 

Fueron tantos y tan variados los furcios que es difícil saber por dónde empezar. Se podría, tal vez, comenzar por los 7 millones invertidos en un sistema biométrico que aun funciona mal y que se ganó la enemistad de todo el plantel estable del edificio, a punto tal que se organizan marchas y manifestaciones para darlo de baja por ineficiente.

El recorrido continuaría por los agujeros que la nueva administración hizo sobre las paredes exteriores con el propósito de arreglarlas, pero que nunca continuó con la obra hasta que un gato se inmiscuyó por ellos, se electrocutó, y dejó a todo el edificio a oscuras. O la negativa de las autoridades a beber el agua del grifo porque hay ratas muertas flotando en los tanques de agua. La seguidilla de errores aleja la tan ansiada modernidad como si del horizonte se tratara.

Durante la gestión de Daniel Scioli, una de las críticas más repetidas de la por entonces oposición, era que los edificios se pintaban superficialmente sólo para fechas especiales. Los trabajos estaban tan mal hechos que al poco tiempo se descascaraba todo y se venía abajo la pintura, revelando la desidia y el negociado que habitaba tras una licitación oscura.

Hoy, Gastón Fossati decidió emular lo peor de la gestión sciolista. Llegado el momento de las elecciones en la provincia de Buenos Aires, licitó la pintura para el edificio de 7 y 46. Pero la empresa que se quedó con la cuantiosa suma pagada por todos los bonaerenses no llevó adelante el trabajo como corresponde.

Tal y como se puede ver en las fotos, no se rasqueteó, lijó ni removió la pintura anterior. Simplemente se procedió a pintar por encima de la sucia pintura anterior, dejando traslucir los revoques viejos y los clavos gastados. Otro emparche en un edificio que ya no da más, y otro error de una gestión que debió haber llegado a su fin hace mucho, quizá demasiado tiempo. 

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