Precios Cuidados, el pacto político del Paty y la Coca

Precios Cuidados, el pacto político del Paty y la Coca

El debut reconstruye un plan desmembrado por Macri, con un listado que nació en plena puja de márgenes con los súper y las alimenticias y a las puertas de un pacto social que requerirá de los CEOs.

Por LEANDRO RENOU.

Hay un vicio de origen en la opinión pública sobre el Gobierno, que hay que derribar para entender por qué Precios Cuidados inició de la manera en que lo hizo, con una lista perfectible y algunos productos que generaron polémica: Alberto Fernández no tuvo ni tiene en la cabeza un control de precios convencional; tampoco, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas. No sólo porque no lo sienten ideológicamente potable, sino porque, en un contexto de crisis y recesión profunda, cada negociación -aunque menor, como el plan oficial- es cirugía mayor en la edificación de poder y consenso de una administración que asumió con todas las variables caídas y una inflación disparada por encima del 50%. En pocas palabras y al menos por ahora, Fernández y su gobierno no están en condiciones de guerrear contra ningún sector, incluido el campo, si la idea es salir a flote y tener a todos cerca para avanzar en un pacto social que, seguramente, requerirá un acuerdo de precios y salarios. Y este Precios Cuidados, imperfecto, incompleto y criticable, se inscribe en esa lógica. Es una aproximación a una referencia de valores acordada con sectores de poder como el alimenticio y los supermercados que condicione a los productos que están fuera de la canasta y que dé una opción de compra razonable. Una opción, una señal, un gesto que puede saber a poco porque el desbarajuste es monumental.

Algunos datos: cuando el ahora gobernador bonaerense Axel Kicillof y su entonces secretario de Comercio, Augusto Costa, crearon Precios Cuidados, el país era otro. Medida con el índice de precios del Congreso, la inflación de 2014 superó el 38% post devaluación y el PBI cayó 2,5% (el INDEC dio mejora del 0,5%, pero subestimando el impacto inflacionario). Pero la inercia del bolsillo marcaba la diferencia: de 2006 a 2014, el consumo no paró de crecer todos los años, con picos del 8%. 2014 fue el primer año de baja, pero sólo del 1%, con los alimentos aún en pleno alza.

Se discutirá si técnicamente era lo correcto o no, pero esa sustentabilidad del gasto hogareño, aún en crisis, se debió a un congelamiento de tarifas de gas y luz que dejó los excedentes liberados para llenar el changuito, con alzas de precios en el período que, sacando 2014 y medidas por INDEC o privados, nunca superaron el umbral del 30%. En ese escenario, Kicillof impulsó una canasta que terminó teniendo más de 500 productos y generó una costumbre tal en la demanda que casi un cuarto de las ventas de las grandes cadenas de supermercados llegó a ser Precios Cuidados. Cuando se creó, el propio ministro aclaró que no era un plan anti inflacionario. No funcionó a tales fines, pero estimuló la demanda.

La variante en la era Fernández se inscribe en un escenario diametralmente opuesto, incluso, al de los peores años del kirchnerismo. Cuando asumió, Mauricio Macri decidió no sostener el programa, lo discontinuó y, cuando vio que la inflación se desbocaba, lo retomó, pero ya era tarde. El tarifazo había pegado de lleno y el consumo estaba derrumbado. En 2016, primer año de gestión de Cambiemos, el consumo cayó 4% según la consultora CCU, que había medido 0% de incremento en el gasto en 2015. Desde la crisis de 2001 el consumo no se desmoronaba de ese modo en tan poco tiempo. Fue el inicio, pero hubo años, sobre todo los últimos del macrismo, en los que el consumo cayó casi 7%.

Por esto y por la necesidad de recrear espalda política, el Precios Cuidados es el Precios Cuidados posible. Por los niveles de inflación y caída del consumo que heredó la coalición peronista, nada de lo que ofrece el plan parece suficiente, pero los contextos políticos no pueden ignorarse a la hora del análisis. Todo ese bagaje caótico heredado hace que el plan de Fernández incluso pueda no tener números positivos, porque las variables a enderezar no tienen que ver con la voluntad de comprar sino con tener el dinero para hacerlo. Tampoco es Precios Cuidados la llave para reactivar el consumo. Se le pide demasiado. 

El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, la dejó picando cuando celebró, en la conferencia de prensa del anuncio, la vuelta de Coca Cola Paty al listado de 310 productos que tendrá la canasta de Precios Cuidados, revisable trimestralmente. Por fuera de la chicana y si bien es cierto que las bebidas azucaradas producen un daño serio a la salud, el entusiasmo por la hamburguesa y la gaseosa tiene una explicación técnica y otra política. Coca Cola es la marca más grande del mundo y, si la idea era reflejar el regreso de las primeras marcas, llegó en el momento justo. Punto dos, Precios Cuidados es una canasta de los bienes más demandados por los consumidores y la Coca Cola convencional es uno de ellos. El tope de las bebidas. El programa oficial no dirige recomendaciones alimenticias –tarea de otros ministerios o, en su defecto, de los legisladores-, sino que congela valores de los productos más comprados. Lo mismo ocurre con Paty. Son los dos avales simbólicos del regreso de las primeras marcas, aunque no se vean reflejadas en otros productos, como los lácteos.

Si es cierto que faltan cosas y primeras marcas y que hay precios que subieron mucho, ¿por qué faltan y subieron mucho? En las mesas donde Kulfas y la secretaria de Comercio, Paula Español, se sentaron con la Asociación de Supermercados Unidos (ASU) y la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL), aclararon que los precios estaban subiendo por sobre la devaluación desde agosto. Venían los fabricantes de cuatro años de remarcaciones libres, sin monitoreo. Y no están dispuestos a aceptar el corsé muy apretado sin algo a cambio.

Por eso, la negociación de estos Precios Cuidados no puede verse sin la tensión que generó la charla por la quita del IVA a alimentos, que se cerró el 31 de diciembre a la tarde con una victoria del Gobierno en materia fiscal -los privados absorbieron el costo del fin del IVA cero- y mucho menos por los pedidos de moderación en precios que el propio Fernández le hizo al jefe de los alimenticios, Daniel Funes de Rioja. Causas y efectos de los equilibrios que debe sostener la política en el estrecho pasillo que queda para ver si sale del fondo.

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