Rappi, Glovo, Uber: “Tus jefes son una inteligencia artificial”

Rappi, Glovo, Uber: “Tus jefes son una inteligencia artificial”

Las empresas tecnológicas de software de servicios crecen en popularidad entre los usuarios, al tiempo que están en el ojo de la tormenta por los polémicos vínculos laborales, que colocan a los trabajadores en situación de gran vulnerabilidad, en un escenario con reglas de juego poco claras. También hay experiencias cooperativas, que buscan cambiar el paradigma. Mirá lo que publicó la agencia ANSOL.

 “Estas empresas son las más precarizadoras y forman las industrias más concentradas”, aseguró a Ansol Leandro Monk, presidente de la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajo de Tecnología Innovación y Conocimiento (FACTTIC), entidad que nuclea a cooperativas del sector tecnológico.

Monk advierte que “el nivel de concentración de renta que hay en el mundo del software no existe en ningún otro mercado. Se las llama ‘empresas unicornio’. En Argentina, tenemos una que es Mercado Libre. Por ejemplo, en el mundo de software para celulares hay dos empresas que tienen el 99% del mercado: Google y Apple. En el caso de redes sociales, en Argentina, las tres principales son de un mismo dueño: Facebook, Whats App e Instagram”. En este marco, ¿es posible una empresa de esta índole en formato cooperativo, que proteja al trabajador y al usuario?

“Hay experiencias en el mundo de cooperativas de reparto. En Francia, en España. Son experiencias locales, no gigantes que abarcan todo. Se busca dar impulso a un cambio de paradigma desde una óptica cooperativa. La idea no es ser pulpos monopólicos que precarizan trabajadores, sino encontrar sustento en los pequeños comerciantes y pymes de cada ciudad o barrio, con reglas de juego justas para el trabajador”, afirmó Monk.

Una de esas experiencias es la cooperativa de ciclomensajería La Pájara, de Madrid. Cristina Robles es una de las integrantes y contó a Ansol la experiencia. “La Pájara se formó en septiembre del año pasado y ofrece reparto a domicilio tanto en la industria del delivery como de mensajería tradicional. La plataforma tecnológica la aporta nuestro partner cooperativo y tecnológico Coopcycle, de manera gratuita”. La Pájara está formada por seis personas que ofrecen un sistema alternativo, siempre en bicicleta, en un contexto de grandes juicios laborales en España a empresas como Glovo y Deliveroo. “No se hacen responsables de sus trabajadores. Son corporaciones que están en el éter, no tienen ningún tipo de capital físico ni humano, pero todo el negocio lo trabajan independientes que les brindan un servicio. Es el cliente, según ellos. Hay una relación empleado-obrero encubierta”, resumió y agregó: “Te dicen cuáles son los horarios, te asignan pedidos, precios, etc. Las plataformas facturan a tu nombre, te cobran por ello y te depositan en tu cuenta bancaria. En España, primero pagaban por hora y luego pasaron a pagar por pedido, con lo cual pagan menos aún. Al final, como trabajador percibes muy poco”. Este esquema generó en España el movimiento “Riders por Derechos”, con gente que fue despedida y buscaron demandar a estas plataformas. “Hace poco, fallaron a favor de los riders en Valencia; unos 300 riders que demandaron a esas plataformas. Se falló que no son trabajadores autónomos. Es un paso muy importante”.

En La Pájara (www.lapajaraenbici.com), en cambio, “tenemos una relación horizontal. Tomamos decisiones de manera democrática y asamblearia. Pagamos por horas trabajadas. Todos ganamos lo mismo en función de las horas que trabajahttp://www.lapajaraenbici.com,mos. La asamblea crea transparencia y horizontalidad. Venimos a trabajar de manera colaborativa y no canibalística”, contó Cris.

Coopcycle (http://www.coopcycle.org) no sólo aporta la plataforma para La Pájara, sino para varias experiencias cooperativas de reparto en bicicleta en Europa. El proyecto nació en París, en 2016, de la mano de Alexandre Segura, un desarrollador web que supo ganar “mucha pasta” con el desarrollo de sitios e-comerce y quiso poner su granito de arena a la economía solidaria, a partir de lo ocurrido con la empresa Take it Easy, en Francia. “Cuando cerró, dejó a todos los trabajadores en la calle. Los desarrolladores trabajamos para estas empresas que están jodiendo a todo el derecho laboral, que se ha ganado con luchas de los trabajadores”, enfatizó a Ansol. “Estas plataformas tienen una ventaja tecnológica, que puede cambiar todo un mercado y un sector de manera muy rápida. Si siguen teniendo esa ventaja, nunca será posible hacer algo diferente. Nunca vas a saber cómo funciona el algoritmo que hay dentro. Nunca vas a saber por qué te pagan esta cantidad de dinero, por qué tienes entregas y tu compañero no, etc. Quitan todo el poder a los trabajadores porque estos ni siquiera pueden comprender el management tecnológico. Es como que tus jefes son una inteligencia artificial”, describió.

El proyecto comenzó de forma autodidacta. “No sabía mucho de repartos, pero en mi carácter de socialista, comencé. Empecé a hacer una copia de este tipo de plataformas. Usé una licencia software que está protegida por leyes de propiedad intelectual. Nuestra licencia sólo la puedes usar si eres cooperativa. Hay un debate con gente del “software libre” (la premisa es que todos lo pueden hacer y usar). En nuestro caso, todos lo pueden ver y modificar, pero sólo lo puedes usar si eres cooperativa. Puede ser peligroso por lo arbitrario, pero la idea es dar una ventaja económica a quien intenta hacer algo diferente”, resumió.

Al cabo de un tiempo, “se sumaron algunos amigos. Hoy, somos entre 15 y 20 personas, de las cuales 10 trabajamos de manera más fija. Al inicio, hubo un colega economista-marxista que ayudó, otros desarrolladores y también periodistas. Me ayudaron a hacer conocido el proyecto y encontrar más gente. En el sector de las plataformas, en paralelo, las condiciones fueron empeorando. En el verano 2017, en París, hubo bastante ruido porque Deliveroo cambió los contratos y todos los riders hicieron huelga. Tuvo lugar en los medios, aumentó el tráfico en nuestro sitio web, los riders nos contactaron y comenzó a popularizarse. Hoy, tenemos reuniones cada semana, una agenda organizada, etc. Si tenemos la tecnología y hacemos plataformas con tecnología propia, cambia un poco la cosa”.

Por el momento, Coopcycle “está siendo construido y los hacemos en forma de militancia, de manera gratuita”. Pero Alex entiende que para crecer, el formato debe cambiar. “Si queremos proponer una alternativa de verdad, el desarrollador debe ganar dinero, para trabajar menos en otros proyectos y poder dedicar más tiempo. Invertir tiempo para luego poder vivir de esto. Es muy simple. No queremos quedarnos sólo en el software, sino ofrecer servicios comerciales, de seguros, marketing, publicidad. La idea es que cada cooperativa pague un pequeño porcentaje que va a otra estructura que también es sin fines de lucro. Será siempre más barato porque no hay fin de lucro, sino de mantenerse”, diferenció.

En Argentina, Coopcycle se encuentra conectado con la Asociación de Personal de Plataformas (APP, primer sindicato local del rubro) y con Gcoop (www.gcoop.coop), una cooperativa de software libre. Pablo Vannini y Álvaro Chaparro, de Gcoop, dieron a Ansol su punto de vista.

“Estamos iniciando charlas para intentar aportar a Coopcycle y al nacimiento de algunos proyectos en Argentina. El cooperativismo es una de las posibles soluciones. Al capitalismo de plataformas, se lo combate con denuncias y con la creación de nuevas alternativas. Estamos en etapas embrionarias, hay mucho por hacer”, afirmó Pablo y agregó: “Somos unos 20 desarrolladores de software de distintos tipos, siempre libre y priorizando al cooperativismo. Somos desarrolladores interesados en sacar un poco la cabeza del teclado y aportar para mejorar la sociedad”.

Para Álvaro, “la idea es tener la posibilidad de cambiar el paradigma de lo que se está dando. Un día vimos un montón de personas en la calle laburando en estas plataformas y otro día reclamando por derechos. Las empresas se lavan las manos. Tenemos el conocimiento tecnológico y cooperativo, para ayudar a cambiar este abuso por parte de las empresas”.

“En los últimos 30 años del capitalismo, si hay algo que le permitió al sistema salir de las crisis fue el apropiarse de los conocimientos de los trabajadores. Al separar el conocimiento del trabajador, el capitalismo generó un montón de riqueza y logró avanzar sobre el trabajador”, analizó Pablo. “Hoy en día, por ejemplo, tenemos a Spotify, que es la piratería moderna. Al músico le deja casi lo mismo que la piratería, pero es legal. También se aprovechan de Estados débiles, con estructuras sindicales que no reciben a esos trabajadores y no los ven como un par, sino como un enemigo, como ocurre con Uber”, advirtió.

Alex piensa que “los problemas con estas compañías son iguales en todo el mundo” y que “hay gente que está buscando alternativas y uniéndose”. Para Alex, “aunque seamos cooperativas, hay que ganar bastante dinero para poder competir con los gigantes como Amazon”. Pese a que el escenario es complicado, “internet es algo que ha cambiado el mundo y nos permite encontrarnos con gente de todo el mundo que quiere cambiar estos esquemas. Hay que seguir empujando y cada uno haciendo su aporte para poder hacer algo diferente”.

Finalmente, Leandro Monk se esperanzó con tener una experiencia de esta índole en Argentina. “Ojalá podamos. Es un desafío para el movimiento cooperativo en su conjunto. Entre todos, tenemos que pensar la forma de poder financiar esos emprendimientos cooperativos. Requieren de un capital inicial con el cual no cuentan las cooperativas de trabajo que podrían iniciarlos. Las cooperativas tecnológicas solas tampoco lo podemos hacer porque sólo sabemos de tecnologías. Es un desafío grande para la economía social argentina”. En el mismo sentido, planteó: “Este modelo requiere de una actualización normativa en Argentina. Necesitamos que existan las cooperativas de múltiples interesados, como en Canadá o España. Tenemos que ver al cooperativismo como herramienta de desarrollo local y no como mero salvavidas. En Argentina, es un dispositivo que se despliega solamente cuando los privados o el Estado no están presentes. Somos la ambulancia que levanta a los caídos que deja el capitalismo. Además, tenemos que ser ese elemento superador”, concluyó.

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