Residuos sólidos: un tema que agobia

Residuos sólidos: un tema que agobia

El problema de los denominados RSU sigue siendo grande y grave en la provincia. El Estado debe insistir en planificar y resolver el tema.

 

La escritora y periodista madrileña Rosa Montero sostenía en una de sus habituales columnas sabatinas publicadas en Los Andes que "el ser humano tiene una devastadora capacidad de destruir el planeta con residuos".

La observación nos compete porque en Mendoza tenemos un verdadero problema con la basura; ya no somos la provincia que hacía gala de su limpieza e higiene en los ambientes y lugares públicos.

Proliferan basurales a cielo abierto, hay desperdicios a los costados de los caminos, los cursos de agua no se salvan de esta calamidad y no pocos trasladan el cristalino líquido en medio de islas de plástico y otros desechos contaminantes.

De las acequias ni hablar. Qué no hemos dicho de esas venas que posibilitan la vida a los miles y miles de árboles que caracterizan nuestra geografía. 

La comunidad debería reaccionar con más interés ante esta invasión de toneladas de desperdicios en ambientes que deberían estar resguardados, no solo por nosotros sino por las futuras generaciones. 

Afortunadamente en las escuelas provinciales se enseña a velar por el medioambiente y eso es valioso por los sentimientos de respeto y protección de la naturaleza que incorporan los infantes cuando son formados desde temprana edad en estos valores.

Sirven también, aunque no tengan una respuesta mayoritaria en el público, las charlas que sobre los temas ambientales ofrece la Legislatura, como la última que se desarrolló en el salón de los Pasos Perdidos y que organizó la senadora Mariano Caroglio, junto con el municipio de Godoy Cruz.

Es que la comuna lindante con la Capital lleva adelante un interesante programa llamado Reduce-Reusa-Recicla, por medio del cual se procede a la separación de origen del residuo, en secos y húmedos, renglón importante porque todavía hay mucha gente que trabaja en el circuito informal de la basura.

El objetivo es que los residuos secos (vidrio, cartón, papel, plástico) puedan ser reutilizados por los recuperadores urbanos y todo lo húmedo (residuos orgánicos que sale de la cocina, por ejemplo) sea utilizado en un compost (abono orgánico en vez de fertilizantes químicos), con el fin de reducir la cantidad que va a relleno sanitario.

Asimismo la repartición dispone de un programa de puntos verdes con contenedores de colores diferenciados donde la gente puede llevar lo que tiene en su casa: vidrio, cartón, plástico y eso puede ser reutilizado por los recuperadores urbanos del departamento.

Una interesante acción que se podría aplicar en los restantes departamentos del Gran Mendoza, para ir reduciendo este problema ecológico ambiental que padecemos.

A pesar que desde el Gobierno señalan que se ha avanzado mucho desde la puesta en marcha en 1997 del Plan de Manejo de Residuos Urbanos, el tema está lejos de resolverse definitivamente.

El ingeniero Daniel Tramontana Duin, especializado en Ingeniería Ambiental, propone en un extenso trabajo de tesis doctoral que "antes de verter los residuos al ambiente hay que depurarlos.

Menos residuos significa mayor eficacia en el uso de los recursos, es decir, mejor aprovechamiento, ya que se demuestra que cuantos menos residuos se producen, más rentable resulta el proceso de producción (productividad)".

Asimismo es de la idea de que en un plazo de cinco a diez años se debería proceder al tratamiento integral de la basura, que implica la selección desde el lugar de generación: hogares, centros educativos, restaurantes, hoteles, industrias, manufactureras.

Las empresas, municipios y escuelas deberían enfatizar la enseñanza de esta problemática y repartir bolsas de diferentes colores, para captar los residuos según su naturaleza: residuos biodegradables, metálicos; deshechos condicionados (con hidrocarburos, aerosoles, etc), plásticos y vidrios.                          

Para ejecutar este plan debería contarse con la participación de los supermercados y empresas de alimentos y bebidas, la programación de distintos días de recolección; la información  a la población e iniciar educación con ejemplos y la disposición de los  residuos seleccionados en sitios separados, para su aprovechamiento.

Esto conllevará, de manera lenta pero progresiva, a desechar el estigma de una provincia sucia y a recuperar aquella condición de ser la más limpia del país. O por lo menos volver a aproximarnos a esa meta.

 

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