Te sentaste con el diablo y vendiste tu alma

Te sentaste con el diablo y vendiste tu alma

Hace poco más de un mes, mi diario denunció el flagrante robo que, a través de los gremios, sufren los empleados públicos de la Provincia de Buenos Aires.

 

Como en el tango, intervienen en el mecanismo dos partes: las autoridades gubernamentales y sindicatos como la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN), que comanda Carlos Quintana.

Sabido es que Quintana tiene a su disposición bancos que ejecutan su juego: le prestan dinero a los afiliados a tasas usurarias y, a través de ellas, se quedan con el 60% de sus salarios de miseria. Abusan de la necesidad de los trabajadores y van a su “rescate” con este salvavidas de plomo.

La trampa es tan perversamente perfecta que cuando el afiliado paga la última cuota ya le ofrecen otro préstamo. Un cebo cínico en tiempos de crisis. 

Los préstamos son el único atractivo del gremio para sumar afiliados, porque la gente ya no cree en la defensa de quienes, silenciosa y arteramente, cerraron la última paritaria en el 12%, por debajo incluso de la meta oficial del 15% de inflación. La usura, a su vez, le permite a Quintana despuntar su demostrada adicción a los juegos de azar: el dinero que roba (no hay forma de definirlo) a sus compañeros le permite pasar horas de apuestas en máquinas y ruletas de Puerto Madero, cuando no decide cruzar el charco e ir a algún casino de Uruguay.

Lo grave es que la gobernadora María Eugenia Vidal no sepa, no vea o no quiera ver esta realidad: la de los gremios que, junto a los bancos y financieras, se enriquecen a costa de los trabajadores. 

¿Cómo llamaría a esto, señora Gobernadora? ¿Equidad? ¿Justicia? ¿O connivencia?

Usted sabrá definirlo con las palabras exactas.

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