Siempre fueron parte del problema, nunca de la solución

Siempre fueron parte del problema, nunca de la solución

“Pongan fecha la puta que los parió”“Pongan fecha la puta que los pario…”. Vitalicios o con cargos hereditarios. Enriquecidos y convertidos en empresarios, ahora hasta con veta mediática. 

Con el poder de la negociación que les brindan sus prácticas extorsivas. Aliados de los gobiernos, se reservan el papel de disponer, acelerar o levantar una medida de fuerza. La violencia no es ajena a sus prácticas, hablan del 14 bis de la CN, pero nunca de la libertad de circular por la vía pública, que sostiene el mandamiento de los argentinos de Juan Bautista Alberdi.

El sindicalismo es frecuentemente definido como la columna vertebral del Movimiento Nacional Justicialista. Repasemos entonces: cuál es el índice de desocupación y cuál es el de precariedad laboral, después de 12 años de peronismo kirchnerista ni hablar de la pobreza, indigencia y las jubilaciones, de un gobierno que asumió en 2003 con un 400 % de devaluación y 600 U$S la tonelada de soja.

Ahora hay un triunviro en la conducción de la CGT. Uno es de Massa (Daher), otro de Moyano (Schmidt) y el restante de Luis Barrionuevo (Acuña). Apretado por sindicalistas estatales enrolados en ATE y la CTA, se arrojaron a un paro general de actividades. Pero hace apenas más de un año, mansamente Antonio Caló y Hugo Yasky eran aplaudidores centrales de la cadena nacional que se emitía desde la Casa Rosada. Eran los cómplices del maquillaje del INDEC y de las paritarias libres, que tuneaban  con el techo de Carlos Tomada que domina la justicia laboral. Por cada punto de pobreza que escondía el INDEC nacían 100.000 nuevos pobres en la Argentina. ¿Y ahora se asustan? ¿Subió un nuevo gobierno y aparecen debajo de las baldosas?

Baradel continúa con los feriados puente educativos

Es otra expresión de esta bomba a punto de explotar que le han dejado a CAMBIEMOS ¿Quiénes tributan el Impuesto a las Ganancias? Los gremios que tienen el mayor poder de presión: Camioneros y la UTA, por ejemplo. Estos son los ejes de un poder sindical que no sólo puede parar un país sino que hasta puede derrocar un gobierno, recordar las tortugas a Illia, los 13 paros de Ubaldini a Alfonsín, y la actual andanada sindicalista funcional al peronismo kirchnerista.

Hugo Moyano se bajó en diciembre de 2011, cuando le secuestraron $ 54.000.000.000 de la caja de las obras sociales. Su hijo Facundo debutó como legislador nacional, en el 2011 con el 54 % junto a Amado Boudou. Cuál es el mérito de encabezar la lista de Sergio Massa, su aporte a la campaña de Massa como secretario General, de un gremio fundado a la sombra de su padre, el líder de la CGT: el Sindicato de los Trabajadores del Peaje.

Algún coleccionista pagaría una montaña de dólares por una foto de Pablo Moyano manejando un camión o de Facundo Moyano cobrando un peaje en la cabina en una ruta. Alguien puede pretender una solución en este contexto. El 30 % de los empleadores en blanco mantienen a estos aparatos, que suman a niveles desconocidos sus niveles de ineficiencia e inoperancia, por eso hay colas de kilómetros y kilómetros de argentinos tratando de comprar ropa, electrodomésticos y bienes de uso a la mitad de precio que los artículos nacionales. Eso ocurre con Uruguay, Paraguay y Chile.

Aquí en la Argentina los sufrimos y los padecemos, nos atrasamos junto al país, que alcanza irreversibles niveles de escasa y mala educación, de un sospechoso y gris dirigente como Baradel que ha llevado a un mes sin funcionar a la educación pública bonaerense. No deben quedar lugar a dudas que el objetivo es quebrar al gobierno actual, es lograr la continuidad de un modelo que nos ha llevado a esta realidad, para conservar sus privilegios. De esto pueden hablar toda la familia Moyano, Luis Barrionuevo, Lingeri, Cavalieri, Zanola, Pedraza, y otros, algunos llegaron al fin de su vida útil, pero el daño ya está causado, y vuelven a repetir esta trágica historia a la que no le han faltado hechos de sangre.

Frases como “la plata no se hace trabajando” o “este país se arregla si dejamos de robar dos años” o que “un camión de recolección de basura dura 8 años en manos de un trabajador privado y sólo 4 años en manos de un empleado estatal”, son claras demostraciones de cómo una mafia está enquistada en los gobiernos, que terminan negociando de acuerdo a sus condiciones. Esta es la carta que juegan y lo vienen haciendo desde cuando Juan Domingo Perón construyó su poder en 1950.

En Mar del Plata el 6A fue un verdadero fracaso para los promotores del paro. Fue una medida de fuerza de aparatos. Transporte y bancarios, fundamentalmente, trabajaron cadenas de supermercados, gastronómicos en su mayoría, la rama de panaderos, pasteleros y afines, y el comercio en general. Obviamente, los trabajadores de organismos públicos, que ya no van ni los días laborables, no porque que sean malos, sino porque los han habituado a esta metodología perversa de dirimir cuestiones laborales y salariales. Han sido el sinónimo del trabajo, pero han llegado al límite de estrangular a un sistema a punto de expirar, lo que resta es olla popular para todos y todas.

Es absolutamente incomprensible, cómo luego de haberle arrancado el país a un gobierno que lo sometió a niveles de corrupción desconocidos en todos los órdenes,  ahora se adhiera a quienes formaron parte del mismo en la tribuna del oficialismo anterior. Esto no es ninguna grieta, es la profundidad de la crisis. El sindicalismo goza de la imagen más negativa y de un alto rechazo, ha sabido aquilatar desprestigio a través de sus años de gestión, con las prácticas más lesivas al desarrollo de una vida republicana y democrática.

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