Cuenta la leyenda que las máquinas hogareñas de soda se iniciaron en el Reino Unido para abastecer en exclusividad a los reyes, luego a la nobleza y finalmente a las colonias. Era 1903 y ese potencial que representaban unos pequeños cilindros se extendió rápidamente por toda Europa. Hoy podría hablarse de un éxito viral por la forma en que cambió la manera de consumir la bebida que pretendía garantizar agua de calidad. Así nació la multinacional que llamaron Soda Stream que pasó por muchas manos. En 2007 fue adquirida por un grupo de inversores israelíes que desarrollaron un nuevo sistema de recarga de los cilindros que contienen el imprescindible dióxido de carbono bajo la batuta del ex CEO de Nike, Daniel Birnbaum. Esta semana la compró Pepsi con la condición de que Birnbaum y su equipo sigan al frente.

Pero mientras en Londres la soda era consumida por la nobleza, en la Argentina ya había nacido hace rato la primera fábrica de soda de la mano de Domingo Marticorena en 1860, sobre la porteña calle 25 de Mayo. Hasta 1930 la bebida sólo se conseguía en despensas y en bares, pero a partir de ese momento comenzaron los repartos a domicilio. El típico sifón de soda también es un invento local de la familia Savaresse. Con 2.700 millones de litros vendidos en 2017, Argentina ya es la segunda consumidora de soda del mundo detrás de Alemania que, con 4.700 millones de litros, casi nos duplica.

PUBLICIDADinRead invented by Teads

Por aquí, la soda, muchas veces sinónimo de agua potable, se utilizaba para “cortar” el vino. Y es parte de una cultura a la que rinden homenaje bandas como SodaStereo, del inmortal Gustavo Cerati o telenovelas como “El sodero de mi vida” (2001-2002). No podía faltar el día Nacional de la Soda, que se celebra el 10 de abril y un museo en Berisso, la cuna de la industria frigorífica y del 17 de octubre. Todo, para rendir honor a una bebida con la capacidad de saciar el hambre, ayudar a absorber mejor el calcio y a incorporar más líquido.

Pero ahora buscan darle otro sentido. Consiste en dejar de lado el uso de las botellas de plástico. SodaStream fue pionera en posicionarse en la batalla contra esas botellas en la que se vende el agua con gas. Y sobre esa pelea cabalga Pepsi. Hasta tal punto, que su presidente mundial acompañó a empleados y altos ejecutivos de SodaStream en la limpieza de los “parches de basura”, esa especie de gigantescas islas que se forman por las corrientes marinas en las que se acumula el plástico que se arroja a los océanos. Ramón Laguarta, CEO mundial de Pepsi, se puso al frente del operativo limpieza en la Isla de Roatán, Honduras, para salvar arrecifes de coral, tan dañados por la basura plástica en los últimos años. El esfuerzo vale la pena pero se necesita muchísimo más. Es que cada 30 segundos se arrojan al mar nueve toneladas de basura. Y ya se sabe que una botella de plástico tarda 450 años en desintegrase.

Laguarta tomó a SodaStream como nuevo paradigma para Pepsi. Lanzó la estrategia Beyond the Bottle ( más allá de la botella) para posicionarse en un ecosistema más sostenible.

La otra novedad es que de la mano de su CEO local Javier Calandrelli, eligieron a Argentina como el playón de desembarco de SodaStream en la región. Buscan multiplicarse de la mano de cadenas de supermercados y electrodomésticos y prometen invertir US$ 40 millones para fabricarlos localmente. La decisión fue tomada por el cuartel general de PepsiCo que generó US$ 63 mil millones con marcas como Frito-Lay, Gatorade, Pepsi-Cola, Quaker y Tropicana. Pepsi quiere convertir a SodaStream, que está en 45 países, como líder global de máquinas de agua con gas. Calandrelli vaticina que el “sodero” será su gran aliado para crecer. Después de todo, el 69% de la soda se recibe en los domicilios. Eso si, se prepara para una dura competencia con otros vendedores de agua con gas pero en botellas donde tallan rivales como Coca, Danone Nestlé y la misma Pepsi.