Sturzenegger, el Cavallo de Cambiemos para el mercado

Sturzenegger, el Cavallo de Cambiemos para el mercado

ES EL FUNCIONARIO CON EL QUE TODOS LOS EXTRANJEROS QUIEREN TENER CONTACTO Y ALGUNA REUNIÓN

Para el exterior, la credibilidad de la política monetaria es sinónimo del economista que acompaña a Macri hace más de una década.

La Cumbre del Institute of International Finance (IIF), dentro del ámbito del G-20, fue realmente un déjà vu de los 90 al congregar, como hacía tiempo que no ocurría, a los más importantes bancos de inversión y fondos internacionales que operan, principalmente, en la región. Después de dos días completos de deliberaciones e intercambios de visiones entre analistas, funcionarios, banqueros centrales e inversores, sobre el devenir de la región, y en particular, del caso argentino, confirmaron el interés del mundo financiero por participar de este nuevo ciclo de crecimiento que se vislumbra en Latinoamérica.

Pero con relación al caso argentino, lo que ha quedado claro es que, del mismo modo que en los 90, cuando el país estaba inmerso en un proceso de reformas estructurales bajo el imperio de la convertibilidad del 1 a 1, y el mercado internacional consideraba como una especie de "garante del modelo" al ministro Cavallo, en esta oportunidad quien transmite esa dosis de credibilidad es el titular del Banco Central, Federico Sturzenegger. A nadie se le ocurre pensar que el Gobierno de Cambiemos se desprenderá de este "soldado" del presidente Macri. Es que el innecesario ruido provocado por la conferencia del 28 de diciembre pasado (cuando se anunció el cambio de las metas de inflación) aún repiquetean en los escritorios de Wall Street, Londres, San Francisco y Tokio, como así lo reconocieron a este diario la mayoría de los extranjeros que participaron del IIF-G-20.

Si bien hay consenso en que el ministro de Finanzas, Luis Caputo, se ha erigido como el único funcionario imprescindible para la actual administración, dado que el esquema macro elegido se sustenta en que los mercados internacionales financien la transición hacia el equilibrio fiscal, para los fondos, inversores y banqueros internacionales, la presencia de Sturzenegger en el BCRA es la garantía de credibilidad de la política monetaria y cambiaria, y por ende, de las metas de inflación. De modo que a un trasnochado podría ocurrírsele inducir a que el titular del ente monetario dé un paso al costado. Más aún cuando la macro no da señales de que la economía se conduce, por ahora, a una crisis terminal, ni nada parecido. El Gobierno tiene en realidad un acervo en la presencia de Sturzenegger en el BCRA y debería potenciarlo en lugar de esmerilarlo.

Es cierto que nadie tiene el paraíso garantizado, ni nadie es garantía de nada cuando se desata un tsunami, aparece un cisne negro o se le acaba la paciencia a los inversores o al mercado en su conjunto. Prueba de ello, basta recordar el final de la convertibilidad con el retorno de Cavallo. Pero mientras tanto, no hay razón por la que tentar al diablo. 

No extrañó entonces ver no sólo cómo se iba armando el besamanos al estilo vaticano para saludar al titular del BCRA tras su disertación del domingo pasado en el IIF-G-20, sino cómo la mayoría de los extranjeros procuraban pactar alguna reunión con el jefe del ente monetario más que con otro funcionario. 

Algunos especularon recientemente con el posible reemplazo a manos de Vladimir Werning de cuyas credenciales profesionales y académicas y contactos nadie reniega, pero que por el momento merecería, en realidad, una oportunidad en los Jaguares porque los cambios de pasos que tiró para esquivar a la prensa en el IIF-G-20 fueron propios del 6 Naciones.

 

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