TAXXI Tango XXI: "La industria de la alimentación nos tiene atrapados"

TAXXI Tango XXI:

Pablo Gignoli, director, bandoneonista y compositor de la orquesta franco-argentina, reflexiona sobre el flamante álbum Alimentation générale. El segundo disco de la agrupación radicada en París es un trabajo conceptual que indaga sobre las prácticas cada vez más nocivas que intervienen la comida que llega a nuestras mesas.

 

Con la premisa nada sencilla de abordar diferentes aspectos ligados al consumo de alimentos, un músico reflexiona sobre las consecuencias, trastienda e implicancias de lo que diariamente nos nutre y no siempre de la mejor forma. En Alimentation générale, el nuevo disco de TAXXI Tango XXI, la orquesta franco-argentino dirigida por el bandoneonista, compositor y guitarrista Pablo Gignoli, el foco está puesto en lo que comemos y la intrincada maquinaria que lo lleva a nuestras mesas.

Gignoli (ex miembro de la Orquesta Típica Fernández Fierro) está radicado en París desde comienzos de la década pasada. El segundo disco de la orquesta ofrece siete nuevas canciones, varias compuestas junto a Sebastián Rossi. Tracks como “Una delicia”; “Comida Lenta” o “Big Mec” refuerzan la idea de pensar el comer que propone Gignoli desde el primer compás. “Tengo una  alegría tremenda con este disco. Salió formalmente los primeros días de abril bajo la idea de ser presentado en esos días pero con la llegada de la pandemia se cayó todo, y entonces decidí no esperar más. Enseguida sacamos unos videos que estaban listos porque fueron hechos para un lanzamiento más formal junto a otras cosas que teníamos preparadas. Sin querer aprovechamos que la gente estaba en sus casas  en una situación online para dar a conocer estas canciones. A futuro lo presentaremos cuando sea posible, sobre todo para compartir un trabajo que se hizo en conjunto y que nos tomó mucho tiempo”, dice el bandoneonista desde alguna parte de París en dialogo con Tiempo.

El álbum como Alimentation générale también reflexiona sobre el origen de cómo los franceses recurren al almacén de barrio para solucionar su relación con los alimentos. “A mí me llamó siempre la atención ese aspecto de ellos con el almacén, que reúne al barrio en sí mismo. En el disco, algo corto para la duración de un álbum habitual, los títulos de las canciones que se grabaron hacen alusión a eso, aunque había otros temas que no llegaron al disco y que tocaban otros aspectos como por ejemplo lo que hace Monsanto con los alimentos. El tema de la comida es algo serio, y tanto es así que siempre se dice que vivimos para comer y todo lo que hacemos gira por ahí. La industria de la alimentación nos tiene atrapados como sociedad, y aunque se puede salir de eso viviendo de otra manera, siento que todos tenemos en cuenta que el tema de la comida se une al de la subsistencia. Sin entrar en una cosa profunda porque no soy un sociólogo para reflexionar tanto sobre esa problemática, tengo un análisis personal que plantea ese tema y quise contarlo en este disco”, aclara Gignoli.

Puro concepto. Así define el músico a este nuevo álbum que por el momento no tiene edición física pero que ostenta su arte gráfico listo para ser compartido. “Lo veo de esa forma. Es algo conceptual que está repartido en los siete temas para que sea un disco redondo que respete su temática de centro. Por el momento no tenemos una edición física aunque supongo que en algún momento habrá una tirada chica. De todas formas, el disco tiene su arte que desarrollamos como una pata gráfica que le enviamos al que lo quiera. La música es digital pero el arte es un concepto”.

Para este nuevo álbum la idea era diferenciarse, sobre todo de su predecesor (Sweet Saint Denis, 2017) que dejó plasmadas experiencias de su participación junto a otros proyectos. Así lo siente Gignoli: “Sí, lo que busqué era algo diferente con lo que había hecho. Este disco de 2020 es más pop que el primero, que venía más por el lado de mi participación en la Fernández Fierro. En estas nuevas canciones hay un elemento como la batería que le dio otra presentación a las canciones. Lo que también buscaba era que lo nuevo fuesen melodías más simples que pudiesen ser recordadas y cantadas si es posible. Siento que en la actualidad hay mucha música buenísima pero que no tiene melodía”.

Desde su llegada a tierras galas, Pablo Gignoli participó de varios proyectos entre los cuales estuvo su participación en dos de los últimos discos de estudio de Benjamín Biolay (Palermo Hollywood y Volver) ambos ligados conceptualmente a nuestro país. Recordar su experiencia junto al francés le trae los mejores recuerdos: “Él es un campeón, así que tocar y estar en su banda fue buenísimo. Recuerdo que comencé en sus proyectos en relación a una gira y luego terminé grabando en dos de sus discos que fueron algo así como un homenaje a su relación con Argentina”.

Recordado por su lugar junto a la Orquesta Típica Fernández Fierro, Cignoli tiene las mejores palabras para un periodo de su vida en el que aprendió mucho: “Me quedaron muchas cosas buenas de mi paso por la Fierro, pero también hice muy buenos amigos ahí. Me acuerdo que entré a la orquesta en el 2005 y el proyecto estaba en la cresta de la ola. Pudimos viajar por el mundo, tocar en lugares increíbles y disfrutar mucho haciendo nuestra manera de ver al tango”, concluye.

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