Tensión social y huellas del narco detrás de la agresión a la maestra de Moreno

Tensión social y huellas del narco detrás de la agresión a la maestra de Moreno

En Moreno , hay unas 200 escuelas sin clases por problemas de infraestructura. Los comedores comunitarios están absorbiendo a los alumnos que antes comían en los colegios. No es una tarea segura. En el comedor del barrio San Carlos 2 son reiteradas las amenazas y los robos, en un contexto de tensión por la delincuencia y los narcos . 

A pocas cuadras, en el barrio Villa Anita, a la docente Corina de Bonis la subieron a un auto, la golpearon y le tajearon en el abdomen el mensaje "Ollas no". Fue la última advertencia mafiosa contra los docentes del Centro Educativo Complementario 801.

La puerta de entrada al comedor Sueños y Esperanzas, en el barrio San Carlos 2, de Moreno, parece una invitación para los delincuentes. Por eso, varios hombres cortan chapas e instalan una improvisada barrera de seguridad para que no se repita una vez más lo sucedido en la madrugada de ayer, cuando los asaltantes ingresaron y se llevaron varios bancos y sillas que ocupan cientos de chicos que van a desayunar, a almorzar o a merendar de lunes a viernes. Es solo una agresión más en una serie de amenazas, según relata Karina Maidana, quien coordina el lugar, que funciona en la parte delantera de su casa. Sueños y Esperanzas es un hervidero desde la explosión por una pérdida de gas que se produjo en la Escuela Nº 49, ubicada a tres cuadras de distancia. Cada vez más chicos se acercan a comer, como antes lo hacían en la escuela donde el 2 de agosto perdieron la vida dos docentes.

Maidana administra el comedor desde hace casi cuatro años, pero su capacidad está desbordada desde la tragedia de la Escuela Nº 49. "Al otro día de lo del colegio [por la explosión], abrimos a toda la comunidad. Pasamos de 180 a 350 chicos", cuenta a LA NACION.

También desde ese momento trágico se incrementaron las amenazas para esta mujer, de 44 años, que atiende el comedor con otras nueve mujeres, entre las que hay varias madres de los chicos que estudiaban en la Escuela Nº 49. "Desde lo de la escuela, nos han amenazado, nos hicieron escraches en redes sociales diciendo que vendíamos la comida, nos han dicho que iban a prender fuego el comedor. No estamos políticamente con nadie, eso molesta. Es un territorio de punteros", señala Maidana.

En las polvorientas calles del barrio San Carlos 2 se vive en estado de indefensión, relata la mujer. "Se venden drogas, hay muchos casos de violencia de género. No pasan patrulleros", enumera.

  

"No recibimos ayuda de ningún político o gobierno, esto lo hacemos todo con donaciones particulares", afirma, y empieza a apurar las palabras, porque van llegando los chicos. Pasadas las 17.30, los bancos y las mesas se empiezan a poblar de niños de diferentes edades que reciben una taza de arroz con leche y comen galletitas. A la par, comienza el reparto del calzado que llega por donaciones y muchos se llevan su parte de arroz con leche para sus casas. En el comedor, los chicos también hacen tareas escolares.

En Villa Anita, también en Moreno, pero en cercanías del cementerio local, vive Corina de Bonis, la docente que fue atacada por desconocidos que la secuestraron, la golpearon y la tajearon en el abdomen. Su casa está ubicada en la calle La Piedad al 1900 y muy cerca de allí funciona el Centro Educativo Complementario 801 Paulo Freire, donde trabaja, que también está cerrado por problemas de infraestructura. Las amenazas se sucedieron una tras otra y tuvieron como blanco a los docentes, que, con ollas en la calle, les dan de comer a chicos del lugar. El ataque a De Bonis es el último y más grave punto de la saga.

  

La hipótesis del gobierno bonaerense es que los responsables del ataque a la docente son grupos narcos (ver aparte). Fuentes de la investigación señalaron a LA NACIONque se están revisando imágenes de cámaras cercanas al lugar en el que la maestra fue atacada. El fiscal que investiga el caso es Emiliano Buscalia, de la Unidad Funcional de Instrucción Nº 5, de Moreno, quien escuchó el relato en primera persona de De Bonis.

Si bien los lugareños marcan que la zona es tranquila, admiten que son moneda corriente las amenazas contra quienes les dan de comer a los chicos. Con la escuela cerrada, los docentes comenzaron a cocinar fuera del edificio. "Vienen amenazando desde hace un mes. [El ataque contra De Bonis] fue para que dejen de hacer las ollas. Si bien la atacaron a ella, la amenaza fue para todos [los docentes de la escuela]. Antes les habían tirado papeles con advertencias para que dejen las ollas porque iban a 'ser boleta'. También rayaron los autos de los docentes", cuenta a LA NACION un allegado a la maestra atacada. A De Bonis "le cruzaron un auto rojo a dos cuadras de la escuela y le pusieron una bolsa en la cabeza", relata la fuente allegada a la maestra. La mujer recibió ayer atención psicológica, mientras espera respuestas.

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