La terrible historia del “Momito”, el hijo no reconocido de Venegas que vive “encerrado como presidiario”

Se llama Armando Ismael Albizú y dice ser el hijo no reconocido del fallecido titular de las 62 Organizaciones Gerónimo “Momo” Venegas, el ex líder de UATRE que mantenía una íntima relación con Mauricio Macri. En Necochea lo llaman “Momito”.

Cuenta que tras la muerte del dirigente gremial, sus hermanas lo echaron de la casa y le alquilan una vivienda donde lo tienen prácticamente secuestrado. No habla con nadie. La comida la recibe a través de un delivery y aseguró que teme por su vida. Es que en la pelea por la herencia la pretensión es achicar al máximo la cantidad de herederos. Y el “Momito” fue el primer expulsado de la pelea.

Los datos a los que tuvo acceso REALPOLITIK surgen de una investigación realizada por el colega Alberto Salvador Ciurca, quien viajó hasta Necochea acompañando a Rubén Alfaro, amigo del sindicalista. Ambos viven en Alejandro Korn. En la puerta de su casa, el periodista tiene la imagen del cura sanador “Pancho” Sierra, a quien consagra su fe. A pocas cuadras, Alfaro tiene su culto religioso dedicado al santo popular Gauchito Gil. La espiritualidad los hermanó y, como en un cuento, los llevó hasta la humilde casa de Albizú.

 

Fue precisamente la devoción que el líder sindical profesaba al milagroso gaucho correntino el que da origen a esta historia signada de interrogantes. “Hace cinco ó seis años el ‘Momo’ llegó hasta la casa de Alfaro, sobre la ruta 210 en Korn, para pedirle ayuda. Había que exorcizar a una de sus hijas, María Eva”, cuyas conductas extrañas y violentas preocupaban a la familia. “Estaba ‘poseída por un demonio’, le había dicho un cura de La Plata, amigo de Bergoglio. Entonces el ‘Momo’ vino para pedirle que sanara a su hija y sacara a Satanás del cuerpo. Y así fue, la piba fue liberada. Desde ese día el ‘Momo’ se convirtió en adepto al Gauchito y hasta ayudó a Alfaro con la obra espiritual”, contó. 

 

Tiempo más tarde (2017), el sindicalista muere tras padecer un cáncer de páncreas. Allí comienza la pelea familiar por la herencia. Y es precisamente María Eva la que en diversos medios denuncia a los testaferros de su padre y reclama las propiedades y una millonaria suma dinero. En explosivas apariciones mediáticas, nombra a sus hermanas Pamela, María Estela, Yanina y María de la Paz Venegas y a su madre Nélida Rosa Andino. Lejos de verse involucradas en el escándalo, todas las mujeres terminan interponiéndole un bozal legal.

 

Albizú vivió con sus hermanas y su mamá hasta el fallecimiento del “Momo”. Cuenta que ellas nacieron cuando él ya tenía dos años y que desde chico acompañaba a su padre en los trabajos del campo, esquilando ovejas, colocando postes y alambrados. Muestra fotos de pequeño y otra en una Navidad en familia. “Cuando el padre fue creciendo en el mundo sindical, Albizú se quedaba al frente de la casa y administraba el dinero que su padre le mandaba desde la ciudad. En un momento hasta llegó a ser su guardaespaldas. Pero después todo se vino abajo. Lo echaron de la casa y no lo dejan ver a su madre. Vive encerrado”, cuenta Ciurca.

Y amplía: “Nosotros llegamos hasta Necochea porque su padre (‘Momo’) le había pedido antes de morir que guardara un facón que recibió cuando se inauguró una obra en el Puerto de Quequén. Ese cuchillo era para dárselo a Alfaro. Entonces el hijo no reconocido quiso cumplir la voluntad y buscó entre los fieles del Gauchito y los cultos hasta a Alfaro y su padre. Tomaron contacto y se entabló una amistad. Fue cuando le contó que estaba encerrado y con miedo. Que la familia lo echó de la casa para que no reclame herencia. Nosotros hicimos mil kilómetros entre ida y vuelta. Pudimos ver que vive encerrado, que le llevan  la comida un delivery para que no salga y cuando salimos a dar una vuelta todos lo saludan por su apodo ‘Momito’. Yo mismo pregunté entre los vecinos y me dijeron que es el hijo del ‘Momo’”, completó. 

 

Ciurca agregó que cuando llegaron “pasaron dos patrulleros. Al estacionar el auto, el vecino de al lado se asomó y nos dijo ‘pensé que venían en camioneta’. Nos llamó la atención el comentario. Habíamos ido en mi coche. El que tiene camioneta es Alfaro. Parece que en el barrio manejan información. Albizú cree que tiene el teléfono pinchado, lo persiguen y lo espían. Cuando llegamos el tipo se asomó por la mirilla de la puerta, después nos hizo entrar y puso tranca. Estaba vestido con ropa de devoción. Nos contó sobre sus miedos. Después sacó una caja y le entregó el facón a mi amigo”.

PAPITO Y MAMITA

El periodista comentó lo que Albizú les dijo en su tono campechano y cerrado. Este es el relato del “Momito": “Cuando murió papito, me echaron de casa; me tiraron la ropa afuera peor que a un perro. Dijeron que yo no soy Venegas y que no tenía derecho a reclamar nada”, dice. Sin embargo el “Momito” busca certificar su parentezco. “Cuando él (‘Momo’) no se encontraba en Necochea yo era el hombre de la casa, cuidaba a mamita y mis hermanas. Todas las semanas mi papito me hacía llegar un dinero para mis gastos. No sé qué paso en casa, qué sucedió, por qué me echaron. Yo no quiero riquezas. Ellos se quedaron con todo. Por contarles algo, papito tenía un cofre lleno de relojes, de todos los países y marcas, de oro, rubíes, platino y cuando falleció mis cuñados se agarraron cuatro, cinco o más. Mamita solo pudo tomar este que tengo puesto”, cuenta. “Nos muestra un reloj gris de baja calidad”, comenta Ciurca. 

“No puedo ver a mi madre. No tengo amigos. Nadie me da trabajo. Acá en Necochea me tienen arrinconado, encerrado como en una cárcel o como un presidiario con arresto domiciliario. Ustedes son las primeras personas que entran a mi casa. Desde que murió papito no tengo a nadie, temo por mi vida, por eso recurrí al gauchito (Alfaro) para darle el regalo que dejó papito y para pedirle que me proteja”, concluye.

Detrás de la historia de “Momito” se abre el interrogante de su apellido. No fue reconocido por su presunto padre pero tampoco lleva el de su madre. En Necochea todos reconocen a este señor cuando siendo chico acompañaba al “Momo”. Pero en ese pueblo también está Joaquín, un joven de 16 años, hijo del sindicalista producto de una relación clandestina con una mujer del lugar. 

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