Por una transición responsable

Por una transición responsable

No es casual que pocas horas después del triunfo, el propio Llaryora haya lanzado algunas advertencias sobre eventuales maniobras a las que suelen echar mano los gobernantes de todo signo político cuando dejan sus cargos.

A fines del año pasado, el intendente de la ciudad de Córdoba, Ramón Mestre, confirmó la fecha del 12 de mayo para elegir a su sucesor. Es decir, en simultáneo con los comicios de orden provincial que lo tuvieron como candidato a gobernador por el radicalismo.

Aquella decisión de apurar los tiempos mereció objeciones, algunas de cuyas constataciones están hoy a la vista.

El resultado comicial del domingo pasado, que selló la reelección del gobernador Juan Schiaretti por una apabullante diferencia de votos, dejó parado a Mestre en un impensado escenario de debilidad política.

Pero, además de ese derrumbe, la consagración de Martín Llaryora como intendente electo de la ciudad coloca al jefe del Palacio 6 de Julio ante la responsabilidad de honrar su gestión con transparencia y sin relajamientos durante los siete meses que restan para que concluya su gobierno.

Es decir, aquella decisión de anticipar el cronograma (desde 1983, la mayoría de las elecciones municipales en Córdoba se realizó en septiembre) abre una larga y fatigosa transición hasta el traspaso del mando, el 10 de diciembre.

No es casual que pocas horas después del triunfo, el propio Llaryora haya lanzado algunas advertencias sobre eventuales maniobras a las que suelen echar mano los gobernantes de todo signo político cuando dejan sus cargos.

Uno de esos vicios tiene anclaje en el nombramiento discrecional de funcionarios de planta política, como también del pase a la efectividad de parientes y amigos, a menudo en connivencia con las organizaciones gremiales.

Siete meses de transición pueden resultar una desmesura, más aún en el contexto de una gestión en retirada que no consiguió mejorar de manera sustentable la calidad de vida en una ciudad que, por el contrario, muestra facetas adversas en distintos rubros; entre ellos, los servicios de higiene urbana y de transporte público.

Sería inadmisible, además, que la actual administración se desentienda de la continuidad de obras de alto valor urbanístico, como el nudo vial de la plaza España y un parque proyectado en los terrenos del ex Mercado de Abasto.

Desde 2016 rige una normativa que establece los mecanismos de traspaso de mando, para lo cual se debe poner en vigor la Comisión de Transición de Gobierno una vez que las flamantes autoridades electas sean ratificadas por la Junta Electoral municipal.

Son compromisos insoslayables. Pero sólo la sensatez y la buena voluntad de las autoridades salientes y de las que se alistan para tomar las riendas de la Municipalidad contribuirán a coronar una sucesión en paz y en beneficio de los vecinos.

 

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