El triunvirato que conduce la CGT busca fortalecerse y liderar la unidad

El triunvirato que conduce la CGT busca fortalecerse y liderar la unidad

“Nos sobra tiempo para discutir con el Gobierno. Somos responsables pero no obsecuentes y nada se agota en un paro más, o menos”.

Esto decía, en un marco de informalidad, uno de los dirigentes sindicales que participó el lunes pasado de la reunión de la plana mayor de la CGT, recargada con las presencias de Hugo Moyano y de Luis Barrionuevo, en la que se convino hacer un alto con tanto conflicto interno, y mantener con signos vitales, hasta promediar el año por lo menos, al triunvirato que conduce a la central sindical.

A pesar de las falencias de una conducción que parece haberse desgastado más de la cuenta, blanco de las fuertes objeciones de las corrientes sindicales que no participan de la CGT, y aún damnificada por el propio fuego amigo, alcanzar la “unidad monolítica del movimiento obrero” sigue siendo el deseo más o menos compartido por todos, aunque eso suene hoy a utopía.

“No hay liderazgo sindical que no se cuestione, tampoco el peronismo tiene quién lo lleve al poder en 2019”, describió un secretario genera, como si la CGT y el PJ fueran las dos caras de una misma moneda.

Si bien todavía resuenan los ecos de la intempestiva renuncia del metalúrgico kirchnerista Francisco “Barba” Gutiérrez a la secretaria de Interior de la central de Azopardo, lo cierto es que la conducción de la UOM, a cargo de Antonio Caló, buscó minimizar el portazo que dio el ex intendente de Quilmes.

En cualquier caso, el gremio del metal resolvió quedarse en la CGT, haciendo valer aquello de que los cargos pertenecen a las organizaciones y “no a los hombres”.

El trípode Daer-Schmid-Acuña enfureció con la desautorización de varios de sus subordinados a la huelga de 24 horas que se inició el lunes 18 al mediodía.

Molestó especialmente dentro de la poderosa CATT (Confederación de Trabajadores del Transporte), el hecho de que la UTA de Roberto Fernández, hubiera impulsado la circulación de colectivos. Si se quiere, aquel enojo es comprensible: un paro con colectivos en la calle, se desnaturaliza por completo.

Con Omar Maturano (La Fraternidad), también existen disidencias internas, pero los ferrocarriles pararon, y nadie pudo reprocharle nada.

El eje de la controversia pasa en gran medida por la relación con el Gobierno. Pero no es la única. La decisión de algunos sindicalistas de jugar a favor del kirchnerismo los atraviesa, y la mayoría de su consejo directivo no está dispuesto a aceptarlo.

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