Trump, el estratega: dejó contento a Macri con los limones pero ya le arruinó varios negocios millonarios a la Argentina

Trump, el estratega: dejó contento a Macri con los limones pero ya le arruinó varios negocios millonarios a la Argentina

El Presidente llamó a su par de EE.UU. para pedirle que no aplique trabas al acero y aluminio. El tono de la conversación difiere mucho del que hubo hace más de un año, cuando Trump le prometió que iban a tener la "mejor relación bilateral de la historia". Cronología de avances y reveses.

 

El llamado que este viernes realizó Macri a su par estadounidense, Donald Trump, dista mucho de la conversación telefónica amigable que mantuvieron ambos mandatarios hace poco más de un año. 

En noviembre de 2016, el ahora líder de la Casa Blanca le aseguraba al Presidente que la Argentina y Estados Unidos iban a tener "la mejor relación bilateral de la historia". 

El tono de la última charla, en cambio, sirve para reflejar cómo son las cosas hoy día: Macri le pidió que no castigue con aranceles el ingreso de acero y aluminio, del que el país exporta por más de u$s700 millones anuales. 

Tras la comunicación, el Gobierno emitió un comunicado "esperanzador" en el que aseguraron que la Casa Blanca se comprometía a evaluar el caso argentino. Pero no más que eso. 

Sin embargo, el reciente caso del biodiésel implica un mal antecedente: el macrismo aseguró una y otra vez que estaba todo encaminado para que Trump revea la decisión de imponerle aranceles elevados al combustible derivado de la soja.

Pero terminó ocurriendo todo lo contrario y se derrumbó el principal negocio en ese mercado. 

La lógica del "America First" 

"America First" fue el eslogan de campaña que terminó llevando al magnate Donald Trump a la cumbre del poder. 

Con esa frase, sintetizaba una idea que luego terminó cumpliendo y aplicando en la práctica: priorizar a los productores y fabricantes locales, limitando las importaciones de bienes sensibles. 

Cuando llegó a la Casa Blanca, mucho se especuló sobre el impacto que su gestión iba a tener en la relación bilateral con la Argentina. 

Y si bien el "tropezón" diplomático de habérsela jugado por su rival, Hillary Clinton, en plenas elecciones suponía un mal inicio para el macrismo, el hecho de que ambos fuesen empresarios que comparten algunas miradas políticas (como la postura frente a Venezuela), permitió inferir a muchos analistas a que si algo iba a caracterizar a la relación iba a ser el buen feeling. 

Desde la Cámara Argentina de los Estados Unidos llegaron a anticipar una avalancha de dólares, producto de las mayores inversiones de empresas de ese país. 

Mientras que, a fines de noviembre de 2016, en una charla telefónica, Trump le aseguró a Macri que esperaba que ambos países tuvieran "la mejor relación de su historia". 

Sin embargo, ni los códigos que parecían compartir, ni las promesas de negocios pujantes parecen estar transformándose en un escenario más benigno para la Argentina. 

Por el contrario, desde que el magnate lidera en Washington son más los acuerdos que se desplomaron o que están en riesgo de caer que los que terminaron favoreciendo a las empresas locales. 

El saldo, entonces, está resultando significativamente más desfavorable para el macrismo.

Para ponerlo en perspectiva, poniendo todas las decisiones de Trump en la balanza, por ahora la Argentina está en riesgo de dejar de exportar por una cifra tres veces mayor que la que aportarían los negocios que sí están prosperando.  

El mayor impacto se sintió cuando la Casa Blanca le cerró la puerta al biodiésel nacional –bajo el argumento de que éste entraba a ese país bajo prácticas de dúmping-, al aplicarle aranceles efectivos de más del 60%, volviendo totalmente imposible realizar cualquier venta a ese país. 

Este negocio, que se fue anulando hacia fines de 2017, le garantizaba a la Argentina exportaciones anuales a ese mercado por hasta u$s1.200 millones. 

A esto hay que sumar los u$s233 millones y los casi u$s500 millones que, por estas horas, están en juego en concepto de embarques de acero y de aluminio, respectivamente.

Trump está analizando aplicarle aranceles para frenar el ingreso de estos metales bajo el polémico y simple argumento de que son claves para la "seguridad nacional". 

Acindar y Techint son las dos empresas más amenazadas. Esto ameritó un "telefonazo" de Macri a su par estadounidense. Pero todavía no hay garantías de que la Argentina salga de la zona roja. 

El saldo, por el momento, es que entre el combustible de soja, el acero y el aluminio, el perjuicio ascendería a los u$s1.900 millones anuales. 

Buenos y fallidos negocios

Entre los avances y reveses, Washington "premió" a la gestión de Macricon algunas medidas que alentarán exportaciones hacia ese mercado. 

El problema es que, por temas burocráticos y políticos, algunas de ellas todavía no se han implementado y, por el momento, están quedando en la fase de promesas. 

En primer lugar está el caso de los "míticoslimones. La insistencia de Macripor este producto, clave para las economías regionales, incluso llegó a provocar algunas humoradas por parte de Trump. 

Como cuando recibió al nuevo embajador de la Argentina en los EE.UU., Fernando Oris de Roa, al grito de "¡lemons! ¡lemons!, ¡lemons!". 

O cuando chicaneó al propio Presidente al afirmar que mientras él quería hablarle de la crisis política y militar con Corea del Norte, en lo único que pensaba Macri era en los cítricos. 

Finalmente, el Gobierno consiguió algo largamente buscado: tras 15 años de prohibiciones por cuestiones fitosanitarias, EE.UU. volvió a habilitar la entrada de este producto.

Pero hay dos detalles no menores que terminaron empañando este logroalcanzado en plena era Trump: el monto proyectado de negocios es muy pequeño y, lo que es peor, todavía no se exportó un solo limón desde que se aprobara la medida, tomada hace más de un año. 

Respecto del potencial que tendrá ese mercado para la industria nacional del limón -cuya principal provincia exportadora es Tucumán- desde el Ministerio de Producción estimaron que las empresas locales podrán colocar entre u$s20 y u$s50 millones anuales. 

Es decir que la reapertura de este mercado estaría lejos de propiciar un boom de exportaciones, según lo reconocieron desde el propio Gobierno, dado que la industria albiceleste de los cítricos vende al mundo por más de u$s1.000 millones. 

El otro problema es de índole político: sucede que ya están firmados todos los protocolos fitosanitarios para que las empresas nacionales puedan ingresar sin problemas al mercado estadounidense. Pero así y todo no hay avances. 

Frente a la demora, allá por abril de 2017, el ministro Cabrera pedía paciencia y prometía que en "unos días el tema de los limones va a estar resuelto". 

Sin embargo, pasaron 10 meses y la Argentina no pudo despachar ni siquiera un kilo de estos cítricos

La razón estuvo en un detalle mínimo pero que figuraba en el acuerdo: EE.UU. exige que los limones importados deben ser de color "verde amarillo", una condición que se debe calcular antes de cosechar. 

Para cuando las cámaras empresarias, las empresas productoras y el propio Gobierno recordaron esta "letra chica", la campaña de 2017 estuvo impedida de ser empacada y despachada rumbo al Norte. 

Ahora, hay que esperar por la nueva cosecha, lo que en la práctica implica haber desperdiciado un año de un negocio que no salvará a la industria nacional de los limones pero que sí le permitirá diversificar mercados. 

"Los negociadores de Estados Unidos son hábiles, agresivos. Te buscan hasta la última coma y terminan consiguiendo lo que quieren. Lo que pasó con este tema es insólito. Ojalá tengamos negociadores como ellos", aseguró a iProfesional un directivo de una de las cámaras del sector y que pidió off the record. 

Las cuestiones políticas también demoran un negocio que ya debería estar funcionando a pleno: el de la exportación de carne vacuna. 

En 2015, tras casi 15 años de prohibiciones y un largo reclamo ante la OMC, el ex presidente Barack Obama había acordado la apertura del mercado estadounidense, pero dejó su cargo sin cumplir su promesa. 

Luego de dos años de trabajo del SENASA con el Servicio de Inspección y Seguridad Alimentaria de EE.UU. (FSIS), todo parecía estar listo para que el "bife argentino" volviera a tener presencia en ese país. 

Con todo el papelerío en orden y con el fallo de la OMC a favor, igualmentela apertura parece estar "cajoneada". 

"La cuestión técnica, científica y sanitaria está concluida. Solo falta la decisión política de la Casa Blanca. Cuando el tema entra en esta fase, es imposible conocer los tiempos", afirmaron a iProfesional fuentes del Consorcio de Exportadores de Carne. 

Según detallaron, en total hay 17 frigoríficos habilitados para colocar cortes vacunos en ese país por un total de 20.000 toneladas anuales. Al precio promedio actual, esto implicaría un negocio de u$s96 millones anuales. 

Al igual que en el caso de los limones, sumará pero no salvará a la industria frigorífica, un complejo que el año pasado exportó por un total de u$s1.580 millones. 

Por ahora, de todas las iniciativas firmadas con la Casa Blanca, la única que da muestras de prosperar en serio es el del regreso de la Argentina al Sistema Generalizado de Preferencias (SGP), luego de que Obama haya eliminado al país de este listado. 

Para completar el trámite, falta el visto bueno del Senado de los EE.UU., algo que se da como un hecho. 

El SGP consiste en el otorgamiento de quitas arancelarias por parte de las principales potencias a las exportaciones de naciones menos desarrolladas. 

A través de este sistema, un listado de productos de las economías regionales podrán ingresar en el mercado norteamericano con arancel cero. 

Vinos, azúcar, aceite de oliva, aceitunas y queso parmesano, son algunos de los 700 alimentos que podrán gozar de este beneficio. 

En 2011, último año en que la Argentina integró el SGP, los productos beneficiados registraron exportaciones por u$s464 millones.

Saldo negativo

En conjunto, entre el aporte del SGP y de los limones, el potencial de negocios en el país del Norte es de no más de u$s500 millones. 

Esta cifra contrasta con los u$s1.900 millones que podrían perderse en concepto de biodiéselacero y aluminio

Al analizar las cifras sobre lo que dejó el 2017 en términos comerciales, se observa que el balance terminó siendo negativo para el país: 

-Las exportaciones a EE.UU. sumaron u$s4.460 millones, un 0,5% menos que el año anterior. 

-Las importaciones, en tanto, sumaron u$s7.535 millones, un 8% más que en 2016. 

-El déficit comercial cerró en u$s3.074 millones, un 23% por encima del registro del período anterior. 

Así las cosas, el primer año en el que convivieron en el poder Macri y Trump está dejando menos dólares. Y, de no hacer efecto el llamado telefónico, el rojo promete ser más amplio. 

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