Vecinos tratan de impedir obras de una planta cloacal

Vecinos tratan de impedir obras de una planta cloacal

Ocurre en Ituzaingó. La construcción se realizaría en una plaza donde juegan los niños del lugar.

 

"Los niños de Udaondo pedimos que no jueguen con nuestra salud" expresaba una bandera colgada por los pequeños y sus familias del barrio del partido de Ituzaingó, donde se intenta implementar un proyecto que huele mal. Se trata de la construcción de una planta cloacal sobre una plaza que fue levantada por los propios vecinos, quienes, indignados y cansados ante las promesas incumplidas, se asentaron sobre el predio y momentáneamente detuvieron las tareas, pero siguen en estado de alerta.

La odisea de los vecinos del barrio Udaondo, partido de Ituzaingó, comenzó en la intersección de Tabaré y Ciudadela, más exactamente en la plaza "Nuestro Pueblo Libre". En ese espacio público se proyectaba la edificación de una planta cloacal, pero tras sucesivos reclamos las autoridades municipales les aseguraron a los residentes de la zona que la iniciativa quedaba en la nada, el 7 de septiembre de 2015.

No obstante, los integrantes de la Asamblea Barrio Obrero, organización de vecinos de Udaondo, reconocieron que "sabíamos que esa decisión municipal fue para calmarnos, porque cuando vieron que estábamos tranquilos, empezaron con esto".

Hacen referencia a la sorpresa que les generó el traslado de las supuestas obras suspendidas en la plaza de la Amistad, situada en la intersección de Fitz Roy y Del Cabestro, a tan sólo cien metros. Los vecinos tomaron cuenta en la tarde del último domingo, cuando en el lugar donde juegan los niños, creado por dos jóvenes del barrio, un grupo de operarios sacaba los juegos a la calle y perimetraba el predio.

Por lo tanto, "nos convocamos e impedimos que tiraran las hamacas y los bancos, que con tanto esfuerzo habíamos colocado", señaló a "Crónica" Pamela. El rechazo de los asambleístas del barrio se basa en argumentos firmes, puesto que, tras varios años de petitorios contra la planta cloacal, se asesoraron con especialistas, ambientalistas e ingenieros.

En primera instancia, tomaron cuenta del gran impacto ambiental que causaría el proyecto, cuyas principales secuelas radicarían en la contaminación producto de las emanaciones tóxicas de material fecal sin purificar, las filtraciones de los desechos en un viaducto por el cual los moradores extraen el agua que consumen, y los peligros de derrumbe que implicaría el funcionamiento de una bomba durante 24 horas.

A su vez, Betty, quien vive frente al terreno, remarcó que "les consultamos a la gente de otro barrio cercano donde hay una planta similar y hay muchos casos de personas con psoriasis y enfermedades pulmonares". En segunda instancia, en ese afán incesante de tomar conocimiento de cada detalle de esta problemática, Adrián reveló que "el mismo jefe de obras nos dijo que el personal a cargo de esta planta no está preparado ni tampoco hay mantenimiento".

En consecuencia, la presión de los vecinos, sumada a la presencia de "Crónica", impulsó a las apuradas promesas de las autoridades municipales y de la compañía a cargo de la obra de detener las tareas. Sin embargo, sobre la base de las experiencias vividas, Alejandra dejó en claro que "otra vez lo hacen para calmarnos, pero si en las próximas horas no sacan todo, lo haremos nosotros".

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